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ALIENACIÓN INDEBIDA
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Mbappé contra los bichos raros

Se palpan las ganas de ver al francés vestido de blanco. Y qué mejor aperitivo que ver al chico de tus sueños aferrado a los pies de la cama del rival como una pesadilla

Kylian Mbappé, durante el entrenamiento de ayer con el PSG.
Kylian Mbappé, durante el entrenamiento de ayer con el PSG.Stephanie Lecocq (REUTERS)
Rafa Cabeleira

Ya falta menos para que en el Congreso de los Diputados se debata sobre Kylian Mbappé. Podría ocurrir mañana mismo, si es que al delantero francés se le ocurre exhibirse esta noche ante el equipo de Xavi, aunque la tensión preelectoral que se vive ahora mismo en Cataluña podría aconsejar prudencia incluso entre quienes acostumbran a celebrar los goles contra el Barça en la intimidad. Se palpan las ganas de ver al francés vestido, por fin, de blanco. Y qué mejor aperitivo, ahora sí a las puertas del verano definitivo, que ver al chico de tus sueños aferrado a los pies de la cama del rival como una pesadilla, anticipo inocuo de todo lo bueno que está por venir. ¿Y caro? ¿Será caro? Hay adjetivos que, en el Madrid de los manás, se conjugan como verbos y nada más: hala Madrid.

Que un futbolista sea caro o barato determina, en este momento, su verdadera capacidad para liderar el nuevo proyecto de un Barça que necesita renovar sus ilusiones al menos una vez por temporada. El club ya no puede acometer fichajes como los del delantero francés. Ni tampoco se puede equivocar, otra vez, de delantero francés, lo que en sí mismo supone un gran avance pues cualquiera podría temerse que con pasta gansa en el bolsillo empezase alguien a decir aquello de “hay que proteger a Lamine Yamal”, y entonces llegaría otro futbolista más experimentado, más caro, más deprimente, para compartir minutos con el de Rocafonda y llenar el corazón culé de falsas esperanzas. El Barça del futuro pasa por él, por Gavi y por Pau Cubarsí, entre otras muchas razones porque no hay un triste euro en la caja y eso siempre impulsa la virtud de centrar los proyectos deportivos en lo tangible, no tanto en lo codiciable.

Pero el Barça del futuro también pasa por partidos como el de hoy, que puede ser muchas puertas distintas a la vez. De entrada, y si nadie se vuelve loco, será una primera toma de contacto de las futuras estrellas con el verdadero universo Marvel, pues qué si no es el PSG de Qatar y Luis Enrique. Y también podría ser la confirmación de que el Barça está en presencia de lo que otros clubes estarían dispuestos a comprar al precio que fuese cuando germine: el talento desatado de dos chavales que todavía no pueden conducir un utilitario, pero tratarán de llevar al Barça a semifinales de la Liga de Campeones, algo así como sacarse el permiso de conducir aparcando el Titanic. Lo que nunca debería ser para ellos es una tumba. O un hoyo en el que la desconfianza provocada por las derrotas hunda las expectativas y, por tanto, la esperanza. De eso sabe mucho Xavi, que fue Lamine y Cubarsí cuando ninguno de los dos había siquiera nacido.

En una entidad que no padeciese del trastorno de ansiedad que suele marcar la vida blaugrana, el partido de hoy sería visto como una fiesta en la que exhibir ante el mundo la verdadera naturaleza del ADN Barça, un club donde el juego está por encima de los resultados y el camino importa más que la meta. Un equipo que llegaría a París con bajas importantes, pero con fe. Y con orgullo. Porque, ¿cómo no va a sentirse orgulloso un aficionado del Barça viendo a Mbappé acosado por los nuevos bichos raros La Masia? De eso se hablará mañana en todas partes si el Barça juega a lo que debe y el PSG se enreda, de nuevo, en lo que no sabe.

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