Sergi Roberto y la vieja paradoja autodestructiva del Barcelona
El capitán, que prefiere el silencio, fue clave durante la ausencia de De Jong y Pedri
“¿Cómo puede ser que Sergi no sea un referente total del Barcelona?”. Sergi es Roberto, capitán del Barça. La pregunta se escucha en una conversación en el cuerpo técnico. Hay hasta quien se anima a mirar al Santiago Bernabéu: “Mire Nacho en el Madrid”. No es nueva la sorpresa en la Ciudad Deportiva Joan Gamper, mientras el capitán blanco cuenta con el cariño, sobre todo con la protección del club y la afición, en el Barcelona a Sergi Roberto hay quién lo mira con desconfianza y hasta, en ocasiones, con tono burlón. “Con Sergi he visto una de las críticas más injustas en mi carrera hacia un jugador de la casa. Es más culé que el palo de la bandera. Siempre rinde, nunca se queja, tiene una actitud espectacular”, le reconoce Xavi en público.
Justamente su actitud, siempre al servicio del club, es uno de los argumentos de los detractores de Sergi Roberto en la entidad azulgrana. “Le faltó mala leche”. Una tesis que desmontan en el cuerpo técnico. “Algunos dicen que le faltó mala baba, otros ambición. No hay que olvidarse de que Sergi se mantuvo en un vestuario en el que estaban los mejores centrocampistas de la historia y que en el vestuario mandaban Messi y Luis Suárez. ¿Cómo iba a tener mala leche con esa gente?”. Debutó en el primer equipo bajo el mando de Pep Guardiola en un partido de la Copa del Rey ante el Ceuta en 2010. No se consolidó en el Camp Nou, hasta que el Tata Martino tomó las riendas en 2013. Y, cuando Luis Enrique tomó el mando, parecía que llegaba el momento Roberto. El canterano había sido uno de los líderes del Barça B del asturiano entre 2009 y 2011.
Pero, en aquel momento, estaba demasiado caro ganarse un lugar en el once titular. Entonces, Luis Enrique reinventó a Sergi Roberto como lateral. En realidad, lo paseó por todo el campo: jugó en las tres posiciones del centro del campo, de extremo y de lateral. Fue casualmente en la zaga donde se hizo un lugar, nunca tan simbólica su participación como cuando firmó el sexto gol en la histórica remontada frente al PSG en 2017 (6-1). “Eso también habla de él. Cuando cualquier otro jugador estaría aprovechando la eliminatoria ante el PSG para sacar pecho por ese gol, Sergi ha preferido no decir nada. Mantenerse al margen de todo”, apunta un miembro del staff del primer equipo.
Hoy Roberto vuelve a pedir su sitio en el once inicial, casualmente con el PSG en la mirilla. Y tiene con qué. En el Barça saltaron las alarmas cuando De Jong y Pedri se lesionaron en San Mamés el pasado 4 de marzo. Pero apareció Roberto para dormir el partido en la vuelta contra el Nápoles (3-1) y para dominar el centro del campo en uno de los mejores encuentros del Barcelona en la temporada en el Metropolitano (0-3). “¿Quién duda de Sergi?”, cuestionan en el cuerpo técnico. Aunque tanto Pedri como De Jong apuran para regresar frente al PSG, Xavi apostaría por la continuidad de Roberto, al que se le podría sumar el neerlandés para completar el centro del campo junto a Gündogan en París.
Nada raro. Si Sergi Roberto prolongó su contrato con el Barcelona fue por el pedido de Xavi Hernández. La temporada pasada, la dirección deportiva le recortó en cerca de un 50% el salario al canterano y, en este curso, Deco ya comenzó las negociaciones para estirar el contrato de futbolista de Reus por una temporada más. Aunque a Sergi Roberto todavía le gustaría mudarse a la Premier League, tampoco descarta emigrar a los Estados Unidos para continuar su carrera en el campo y en las aulas: “Estoy estudiando un máster en el Johan Cruyff Institute, Sport Bussiness, que consiste en el deporte y su gestión, el marketing... todo lo que envuelve el fútbol”, contó en el Podcast B3TTER.
Como el de Xavi, su inesperado protector en el Barcelona, por ahora, el futuro de Roberto está en standby. Él aguarda aferrado al brazalete. Según cuentan en la Ciudad Deportiva, gracias a su excelente inglés, ejerce de nexo entre el grupo de los extranjeros y los españoles, además de negociar con Xavi los premios (no económicos) la plantilla. Siempre, eso sí, tan en silencio como cuestionado. Nada nuevo, vieja paradoja autodestructiva azulgrana.
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