Xavi insiste en sus críticas a los árbitros: “Creo que estamos pagando lo del caso Negreira”
El técnico azulgrana se despide contento de Mendizorroza, aunque vuelve a señalar al estamento arbitral y asegura que recurrirán la tarjeta a Vitor Roque
Ni una fiesta en paz tiene Xavi, que salta para celebrar el gol de Gundogan, que abre una grieta importante en el marcador y, supuestamente, puede servir para anestesiar al Alavés, y sin que pase un minuto, Samu devuelve el partido a la diferencia anterior, un gol que puede ser causante de cefaleas, ardores de estómago y consecuencias físicas varias en un organismo tan castigado de un tiempo a esta parte.
Pero como remedio casero aparece Vitor Roque, que, así a primera vista, es de los futbolistas que tienen el gol pegado al pie, para aliviar los momentáneos padecimientos, que regresan, porque la receta del fogoso jugador brasileño tiene contraindicaciones. Dos tarjetas amarillas en un ratito le echan del partido y dejan al Barça con diez, otra vez a sufrir, y a pensar en alguien que imparta a los futbolistas, un cursillo sobre reglamento, –nadie piensa en Negreira o alguien de su familia–, porque en medio de las protestas aparece Araujo pidiendo el VAR, dibujando el ya famoso rectángulo con las dos manos, en un supuesto que el complicadísimo protocolo de la máquina, no contempla. “Vamos a recurrir esa tarjeta”, dice Xavi, y comienza a hablar del arbitraje, comenta que por última vez mientras sea entrenador del Barcelona. “No hace falta que lo diga yo otra vez, lo habéis visto”, interpela a los periodistas. “Solo pido que nos dejen competir. Hoy hay otro error flagrante”, y aparece el Xavi Hernández con un tono victimista: “Creo que estamos pagando lo del caso Negreira, esa es la verdad”, e insiste: “Pero no voy a hablar más de los árbitros, aunque otro error otra vez, y no lo quiero hablar más porque si no, me matáis. Lo prometo, no hablaré”.
Tampoco quiere replicar al entrenador del Real Madrid por sus manifestaciones de que no bajará al nivel del técnico del Barça por respeto al fútbol español. “Tengo muy buena relación con Ancelotti. Igual se ha sentido presionado por mis palabras, pero esto no va de él. Máximo respeto a Ancelotti”, apunta. Y se pone otra línea roja, cuando le mencionan lo del Barça en construcción: “La palabra construir no la voy a decir más tampoco”.
Sin embargo, para alegría del entrenador del Barça, defensor a ultranza del buen espectáculo sobre el césped, el partido decae con la superioridad numérica del Alavés, que, como un niño pequeño con una regla de cálculo en las manos, no sabe qué hacer con ella. La mueve de un lado a otro, la regla y la pelota, pero sin resultados prácticos. Nada que rascar, ni un remate en condiciones, y menos con un Barça de cemento armado en el último cuarto de hora, con Iñigo Martínez guardando la viña y Oriol Romeu tapando agujeros con la paleta de albañil. Así que para Xavi y su e quipo hasta el 30 de junio, las cosas acabaron como esperaban, a satisfacción. “Me voy muy contento. Mi sensación es que fuimos un equipo maduro. La pena es ese gol encajado con el partido controlado. Defendimos mal el área, y me cabrea porque lo teníamos trabajado”.
Habla también Xavi, liberado tal vez, de su compromiso de abandonar el club en junio. “Ya dije que creo que es la decisión correcta, y esta vez conseguimos una victoria muy importante. Nos pusimos el mono de trabajo con y sin balón. Eso nos refuerza de cara a la lucha”. Lo verbalizaba también Jules Koundé, después del pitido final del árbitro: “La decisión de Xavi no tiene nada que ver con la reacción del equipo. Éramos conscientes de que teníamos que recuperar la esencia del año pasado, y sobre todo, competir y tener alma”. Pese a que Alex Sola, desde la otra acera, argumentaba que, “estuvimos ahí”.
Y aunque el futuro de Xavi Hernández en el Barça está marcado, se pone a hablar de Lamine Yamal, y le brillan los ojos: “Tiene toda mi confianza, he hablado mucho con él. Todo su futuro dependerá de lo que haga”, recuerda que, “está haciendo un trabajo de fuerza, porque es un adolescente, pero tiene todo para ser un gran jugador. No se cansa, con 16 años. Tiene un talento descomunal. Es una aparición con la que estoy contentísimo”.
Así que, pese a los padecimientos, se marcha contento de Vitoria: “Mendizorroza te exige esto. No todo el mundo gana aquí de esta manera”. No le duele la cabeza.
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