‘La sociedad de la nieve’, el espíritu de Numa Turcatti y el equipo de fútbol que lleva su nombre
El club, liderado en su día por el joven, nació en 1966 como el Loyola FC. Cinco de los fundadores fueron víctimas de la tragedia de Los Andes y uno de ellos no subió al avión rumbo a Chile porque le cambiaron un examen en la Universidad
Dicen que uno muere cuando se le olvida. Quizá por eso Numa Turcatti, uno de los jóvenes que fallecieron en la mundialmente conocida tragedia de Los Andes, sigue vivo. Tanto es así que un equipo de fútbol de Montevideo de la Liga Universitaria de Uruguay lleva su nombre. Este conjunto, llamado inicialmente Loyola FC, fue fundado en el verano de 1966 por un grupo de amigos de 18 años. Entre ellos estaban Turcatti y otros cuatro compañeros que iban en el avión 571 de la Fuerza Armada uruguaya: Arturo Nogueira, Julio Martínez Lamas Flaco, Alfredo Pancho Delgado y José Luis Coche Inciarte. Solo sobrevivieron los dos últimos, quienes serían testigos del cambio de nombre en 1973. En la recién estrenada película de Juan Antonio Bayona, La sociedad de la nieve, se muestra cómo Turcatti fue el alma en la cordillera. Pero también lo fue y lo sigue siendo para este cuadro deportivo.
A este equipo de fútbol lo llamaron Loyola porque el Santo San Ignacio de Loyola es el patrón del Colegio Seminario de Montevideo, donde estudiaban la secundaria. Su objetivo era tener una excusa para seguir viéndose y no perder el contacto una vez empezaran la Universidad. Raúl Zorrilla (75 años), otro de los pilares en la fundación del conjunto, recuerda en conversación con EL PAÍS que durante los primeros partidos utilizaron unas camisetas prestadas de Boca Juniors, club del que eran muy aficionados. De esa manera quedaron identificados los colores de su indumentaria, azul con dos bandas amarillas, a diferencia del cuadro argentino que tiene solo una.
En 1970, el Loyola ganó peso y se afilió a la Liga Universitaria de Deportes, una de las competiciones no profesionales más importantes del país, con más de 100 años de historia. Numa Turcatti era el delegado del equipo. Se encargaba de la parte administrativa, de representar al club y de conseguir las canchas. “Era un capitán natural porque era su manera de ser, muy generoso”, aclara Zorrilla.
Turcatti era delantero y jugaba con el siete a la espalda. De una fortaleza física inusual, buen estudiante y de carácter excepcional, así lo recuerda Alfredo Cibils (76 años), también fundador del Loyola. El relato de Cibils a este diario coincide con la imagen que se muestra de Numa en La sociedad de la nieve, interpretado por el actor uruguayo Enzo Vogrincic. “Al principio, en la cordillera no lo conocía casi nadie, porque era un tipo muy reservado. Pero se los ganó a todos, siempre se preocupaba por los heridos. Se interesaba por todo el mundo”.
Cibils estaba en la lista de embarque para viajar a Chile en aquel vuelo que nunca llegó a la ciudad de Santiago, pero siete horas antes tuvo que cancelar el viaje porque le cambiaron un examen de la carrera. “Por la calle me decían ‘¿no te moriste?’. Locutaban mi nombre en la radio junto al resto de los 45 desaparecidos”, explica en conversación telefónica. Cibils fue compañero de Universidad de Numa y Pancho. “Cursábamos los tres abogacía. Éramos íntimos”. Con el último todavía mantiene relación. “Hacemos viajes juntos con nuestras familias, nunca en avión porque desde el accidente no quiso volar nunca más”. Además, Cibils afirma que Pancho tampoco volvió a dar declaraciones acerca de lo vivido en Los Andes porque ya fue el portavoz de contar lo ocurrido en su momento. “Me dijo ‘hablé ese día y nunca más’, y lo cumplió”.
Cuando sucedió el accidente, el 13 de octubre de 1972, el Loyola estaba en posición de ascenso a la división A, la primera de la Liga Universitaria. El sueño de subir de categoría se truncó cuando el grupo se enteró de la desaparición de sus cinco amigos. “No ganamos ningún partido más esa temporada y descendimos a la división C. La conmoción fue tremenda”, lamenta Zorrilla.
El punto de inflexión tras la cordillera
El 22 de diciembre de ese mismo año, los jugadores del Loyola se enteraron de que hubo supervivientes del avión en el que viajaban sus compañeros. Pero cuando les dieron la lista con los nombres, el de Numa no estaba. “Perdí a mi mejor amigo”, clama Cibils. En ese momento decidieron renombrar al equipo como homenaje a su capitán fallecido en la montaña, pero con la liga ya empezada no pudieron. Finalmente, el club dejaría de llamarse Loyola FC para ser bautizado como Numa Turcatti en 1973.
En la actualidad, el Numa Turcatti tiene cuatro categorías. La más importante es la de Mayores, que se encuentra en la división D de la Liga Universitaria. Su capitán es Esteban Fermer, Pulga. Este futbolista insiste en que el espíritu del equipo de ahora es el mismo que el de sus inicios. “Aquellos que se ponen la camiseta del Numa, sienten que el equipo es algo verdaderamente suyo, ese es el lema”.
Rodrigo Cadenas, actual Presidente del conjunto, es hijo de Gonzalo Cadenas, otro de los fundadores del 66, que además era primo de Turcatti. “Es un club de amigos y se ha mantenido tantos años gracias a eso”, recalca Cadenas. Cibils tiene las llaves del coche con el escudo del Numa y Zorrilla guarda como una reliquia los cuadernos en los que anotaba los resultados o alineaciones en sus años como jugador. “Los históricos del club siguen muy atentos los pasos del equipo de ahora”, mantiene Cadenas. “Cuando vamos los viejos siempre decimos unas palabras de aliento y de agradecimiento a los jóvenes”, dice alegre Zorrilla.
Federico De Simone, exjugador e hincha actual del club, considera que el espíritu de Numa Turcatti se ha transmitido de generación en generación. “Numa dejó la vida por los suyos, como él mismo dice en su cartita: ‘No hay amor más grande que aquel que da la vida por los amigos”, señala emocionado Zorrilla. Cibils sugiere que Turcatti era muy tímido y que tal vez no le hubiera gustado que su nombre resonara tanto como lo hace ahora. “Pero en honor a él es que estamos hablando”, sentencia. Zorrilla celebra que los jugadores veteranos y actuales se juntan una vez al año a comer asado cuando acaba la temporada. “Somos una verdadera familia, siento que Numa nos guía desde el cielo”.
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