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Así se ha convertido Griezmann en el máximo goleador de la historia del Atlético de Madrid

Supera a Luis Aragonés, que como el atacante galo, no era un nueve puro. Simeone ha sido clave al pasarle de extremo a segundo delantero y mediapunta

Antoine Griezmann marca su gol 174 con la camiseta del Atlético en la Supercopa y al Madrid.
Antoine Griezmann marca su gol 174 con la camiseta del Atlético en la Supercopa y al Madrid.JUAN MEDINA (REUTERS)
Ladislao J. Moñino

Un recorte y un derechazo ajustado para superar a Kepa en la semifinal de la Supercopa. Y lograr el empate para su equipo. Antoine Griezmann no nació nueve, pero con el tanto que le ha marcado al Real Madrid (174) ha superado a Luis Aragonés como el máximo goleador de la historia del Atlético de Madrid. Aragonés tampoco era un delantero centro puro. “Luis era un ocho, pero no cómo los de ahora. Era como un mediapunta muy fuerte en todo el frente del ataque. Era llegador, tenía una técnica depurada para el disparo, las faltas y los penaltis y tenía buen remate de cabeza. Son distintos, pero les une una cosa. Luis predicaba en el campo. No trabajaba tanto hacia atrás, pero hacia adelante no paraba. Griezmann trabaja más hacia atrás”, asegura el legendario capitán rojiblanco Adelardo.

Cuando fichó por el Atlético en 2014, era difícil presagiar que Griezmann, un extremo, rompiera en un goleador de esa dimensión, capaz de convertirse en el máximo artillero rojiblanco. “Yo no lo esperaba, lo tenía como un futbolista asistidor, goleador también, pero más complementario. Se ha ido reconvirtiendo”, dice Martín Lasarte, el entrenador uruguayo que le hizo debutar con el primer equipo de la Real Sociedad en Segunda División. Simeone sí atisbó ese potencial y le arrancó de la banda pronto. “En la Real Sociedad jugaba de extremo y lo pusimos a jugar en delantera, de segundo punta. Muchos me criticaban porque decían que no podía jugar ahí. Yo me lo imaginaba en esa posición y fue creciendo”, ha defendido con frecuencia el preparador argentino.

Abandonar el Atlético en el verano de 2019 también supuso una interrupción que jugó en contra de la posibilidad de que algún día Griezmann pudiera alcanzar el hito y ese lugar tan distinguido en la historia del club como ser su máximo goleador. Se marchó del Atlético con 133 goles en 257 partidos, una buena cifra alcanzada en su plenitud física. “También creció físicamente”, decía Simeone por entonces para explicar la explosión del atacante francés como uno de los mejores jugadores de Europa. El propio Griezmann reconoció en una entrevista en este periódico que le faltaba el oxígeno en los primeros entrenamientos bajo la exigencia del Profe Ortega.

“Ha vuelto siendo mejor jugador que cuando el club lo fichó la primera vez. Siempre ha tenido mucha calidad, pero ahora hace de todo y la afición le respeta porque se lo ha ganado en el campo”, advierte Adelardo. No tenía fácil Griezmann la reconquista de los sentimientos de la hinchada. Las formas que utilizó para marcharse al Barcelona provocaron que su regreso no fuera aceptado con agrado por gran parte de la masa social. “Volvió a conquistar a los atléticos a base de trabajo y en silencio, siendo humilde y con su talento, que tiene mucho”, opina Kiko Narváez.

Volver a ser reconocido por la grada del Metropolitano ha contribuido a su plenitud en el campo y fuera de él. “Me sorprendió que en el Barcelona había perdido la sonrisa, ahora la ha recuperado y ha vuelto a coger carrerilla para marcar goles y desplegar su juego. Se me hacía extraño verle triste porque siempre estaba con una sonrisa y buscando la de todos, los compañeros, los utilleros o la mía. Siempre ha sido como una especie de Daniel el Travieso”, asegura Martín Lasarte, en referencia al personaje infantil de dibujos animados.

El Griezmann que ha recuperado su carácter risueño y ha logrado superar a Luis Aragonés también ha culminado una evolución a la que ya apuntaba en el Atlético, antes de su marcha, y en la selección francesa. Por entonces, cuando Simeone o Didier Deschamps querían cerrar los partidos se retrasaba y empezaba a participar en la elaboración del juego. Su dominio de los espacios para colocarse y recibir la pelota libre de marca le permitían marcar los tiempos en los minutos finales. No se entiende al Griezmann actual sin su conocimiento de los espacios. Esto ya entusiasmó a Simeone en la primera etapa rojiblanca del francés. Al respecto, el técnico argentino tiene una teoría. “Los jugadores quieren jugar con la pelota porque, obviamente, envuelve, es atractiva, pero en muchos momentos del juego no es el principal objetivo. Si la atención está en un lado, la distracción está en el otro”, y añade el Cholo: “Se pasan más minutos sin la pelota que con ella, y en esos minutos que se juega sin la pelota hay que saber ocupar bien los espacios. Entonces, este juego del que todos nos enamoramos por la pelota es sin la pelota”

Ese dominio de lo que los clásicos denominan el juego sin balón es una de las herramientas que ayudan a los veteranos a estirar sus carreras. “ya mostraba ese conocimiento del juego, era inteligente y tenía la pausa. Siempre aparece por el lugar donde no hay un rival, pero lo que más me llama la atención es que no pierde el tiempo. Coge el balón y resuelve rápido, ya sea un disparo o un pase, pero lo que nunca pude imaginarme es que podía reconvertirse, en un motor de juego para el Atlético y sumar esa cantidad de goles.”, advierte Martín Lasarte. “A mí no me sorprende que haga tantos goles porque ahora se juegan muchos partidos que antes, pero si me asombra que se ha hecho una especie de mediapunta que le permite golear o ayudar al equipo a construir juego o a defender”, concluye Abelardo.

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Sobre la firma

Ladislao J. Moñino
Cubre la información del Atlético de Madrid y de la selección española. En EL PAÍS desde 2012, antes trabajó en Dinamic Multimedia (PcFútbol), As y Público y para Canal+ como comentarista de fútbol internacional. Colaborador de RAC1 y diversas revistas internacionales. Licenciado en Ciencias de la Comunicación por la Universidad Europea.

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