La Real Sociedad resiste en Milán
El conjunto donostiarra ata el empate ante el Inter para ser primero de grupo
La Real Sociedad acaba la fase de grupos en cabeza después de empatar a cero en San Siro en un partido mediocre, intenso al principio, después no tanto, y que solo disfrutaron al final los 3.000 seguidores donostiarras que se desplazaron a Milán; por la mañana el Duomo, por la noche la clasificación y para San Sebastián con la alegría del éxito, pero poco más ante un Inter que hizo muy poco para pelearle el puesto al equipo donostiarra.
No hace falta estar demasiado al tanto de la cultura futbolística italiana para saber que el público del Inter no se iba a poner nervioso porque la Real Sociedad agarrara el balón y no lo soltara durante la primera media hora. En cualquier otro estadio de cualquier otro país, el runrún sería inevitable, pero no en Italia. Salieron los hombres de Imanol como un huracán a la presión, a meter al Inter en su campo, a robar e intimidar, y lo consiguieron.
Sommer andaba tan tranquilo como su público, solo inquieto cuando le tocaba a él mismo distribuir la pelota entre sus compañeros, porque la Real amagaba pero no golpeaba. No consiguió el equipo donostiarra terminar ninguna jugada de ataque en la primera parte; claro que el Inter tampoco conseguía enganchar demasiado con sus hombres avanzados. Sólo lo hizo en el último cuarto de hora, cuando la grada seguía tan confiada, y el partido giró unos grados hacia el otro lado. Entonces se les vio correr un poco a Thuram y Alexis en dos contragolpes, aunque Remiro solo tuvo que intervenir en el 44 a disparo de Di Marco.
Se jugaba a no jugar, porque a la Real Sociedad ya le iba bien con el empate inicial y al Inter parecía que también, aunque no fuera así. Los porteros seguían sin intervenir en el comienzo de la segunda parte. Con dos medios campos de cemento armado, sin inspiración en las vanguardias, transcurría el partido entre pérdidas por aquí y por allá. Se animó la grada milanesa cuando Inzaghi decidió recurrir a Lautaro Martínez en la última media hora del partido, pero el futbolista argentino no aportó demasiado a la diversión sobre el césped.
Solo por unos segundos, los que tardó el árbitro suizo en acercarse a la pantalla del VAR, se hizo la ilusión la Real de poder ganar el partido, pero el juez se desdijo de su primera reacción en el minuto 75, cuando Kubo cayó en el área entre dos rivales y señaló penalti. Le avisaron, observó y enseñó la tarjeta amarilla al jugador japonés por simular. Casi fue la única acción de peligro de la Real, aunque el que tenía que elaborarlas era el Inter, que únicamente en el descuento apretó de verdad y metió a la Real en su área, pero sin eficacia.
Un empate a cero no es un resultado hermoso, aunque esta vez sí, por lo menos para el equipo de Imanol, que mirará a sus rivales de los octavos de final desde un escalón superior.
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