Maestros en apuros
Modric y Kroos afrontan una realidad: son mayores. Y lo que se venía diciendo en voz baja, el resultado frente al Atlético lo convirtió en una certeza científica: no pueden jugar juntos en partidos importantes
Hay distintos tipos de felicidad en el fútbol, como hay distintos tipos de sufrimiento. Perder jugando bien, por ejemplo, me produce menos dolor que perder jugando mal. Pero la tabla de clasificación no entiende de razones ni de sentimientos, solo le interesa el resultado.
Y el resultado arrastra emociones, teorías, percepciones… Palabras, muchas palabras. El Real Madrid perdió con claridad frente al Atlético y eso, por la naturaleza exagerada del club, desató la primera crisis de la temporada. Un amigo suele decirme que un “uy” en el Bernabéu equivale a cuatro goles en otro estadio y que, por eso, las remontadas son posibles. Tiene razón. Pero hay una fea contrapartida: una derrota en el Madrid pesa como una condena. Siempre cae sobre el entrenador y, a veces, sobre jugadores a los que acompaña algún prejuicio.
A Modric y Kroos no es precisamente un prejuicio lo que los acompaña, sino una realidad: son mayores. Y lo que se venía diciendo en voz baja, el resultado frente al Atlético lo convirtió en una certeza científica: no pueden jugar juntos en partidos importantes porque son superados por el ritmo.
Jean Paul Sartre decía que se muere demasiado pronto o demasiado tarde. De los jugadores podemos decir lo mismo y, de cara a la historia, es preferible lo primero. Pero hay dos medidas, una para los jugadores ordinarios y otra para los extraordinarios, y nadie puede dudar de que Modric y Kroos pertenecen al segundo grupo.
Por supuesto que entre el montón de palabras que desató el derbi con respecto a este tema, Ancelotti no quedó libre de culpa. Al fin y al cabo, es quien decidió hacerlos convivir en el centro del campo. Además, cambiar a Modric en el descanso pareció una aceptación de culpa. Pero la acusación llega más lejos y dice así: Ancelotti no se anima a dejarlos en el banquillo.
Síndrome de la gratitud
En todo caso, si queremos buscarle un cargo al entrenador del Madrid, esa acusación debe ser coherente con su condición de humanista. Por ejemplo, que Carlo padece el síndrome de la gratitud, que aqueja a los entrenadores exitosos que tienen una deuda con algunos jugadores. Pero si atenuamos los cargos para hacerle justicia al entrenador, bajemos al campo para hacerle justicia a los jugadores.
Modric es un héroe. Con 38 años no puede jugar todos los minutos de todos los partidos, pero aún tiene orgullo y piernas para que el Madrid pueda seguir disfrutando de su sabiduría y su emocionante entrega. En cuanto a Kroos (33), es un jugador distinto. La apuesta por los jóvenes mediocampistas es acertada: Valverde, Camavinga, Tchouaméni y Bellingham son grandes protagonistas y lo serán más cuando el tiempo haga su trabajo y los vaya dotando de experiencia. Tienen talento, despliegue, buena técnica y la solidaridad y sacrificio que el Madrid pide. Pero ninguno de ellos tiene, al menos de momento, las características de un estratega. Por esa razón, cuando Kroos entra en escena, su superioridad es tan dominante que se hace el orden. El sitio en el que se encuentra se convierte en el epicentro del equipo. El balón lo busca como si estuviera imantado y cada pase que da te cuenta una cosa distinta.
Por otra parte, Modric y Kroos saben algo que está en la esencia del club, que ellos respetan como soldados, que sabrán transmitir a los jóvenes y que dice lo siguiente: “Relájate en el Madrid y ya verás lo que duras”.
Por obra y gracia de los vasos comunicantes no hizo falta esperar al siguiente partido. La crisis terminó con el empate del Barça ante el Mallorca. Y cuando la mirada se serenó, le devolvió a Ancelotti, Modric y Kroos la condición de maestros.
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