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Ni Mbappé, ni Griezmann, Maignan es el héroe de Francia

El meta del Milan, el primero en lograr que se parara un partido en Italia por racismo, tiene el mejor porcentaje de paradas de la Eurocopa

Maignan
Deschamps felicita a Maignan tras la tanda de penaltis que Francia ganó sobre Portugal.Fabian Bimmer (REUTERS)
Ladislao J. Moñino

Al pie del autobús de Francia, estacionado en los bajos del Volksparkstadion de Hamburgo, Didier Deschamps esbozaba la sonrisa de caballo que sus prominentes mandíbulas le permiten mientras charlaba con un miembro de la expedición gala. Minutos antes, se había mostrado encantado en la sala de prensa de que sus muchachos le permitan dirigir su cuarta semifinal (Mundial 2018 y 2022, Eurocopa 2016 y 2024) con un bagaje pírrico. Solo dos partidos ganados ante Austria (1-0) y Bélgica (1-0), tres goles a favor, dos de ellos en propia puerta (el austriaco Wöber y el belga Verthongen), y uno de penalti, el logrado ante Polonia (1-1) por Kylian Mbappé.

Esos famélicos registros han puesto a Francia en la misma senda que la Grecia campeona de Europa en 2004, incluso con peores números que aquella epopéyica selección dirigida por el alemán Otto Rehaggel. Los griegos marcaron cuatro goles en la primera fase y ganaron los cuartos de final (Francia), la semifinal (República Checa) y la final (Portugal) por 1-0. La gran diferencia es que Deschamps cuenta con el considerado mejor plantel de esta Eurocopa.

A esta Francia seca de juego y goles no la sostienen ni Mbappé ni Griezmann. La mantienen en el torneo su hormigonado centro del campo y la defensa que lidera el meta Mike Maignan (29 años), que se ha convertido en el jugador más trascendental de los bleus y en el mejor portero del torneo. Su porcentaje de paradas (93%) es el más alto, pese a que es el segundo portero que más intervenciones (16) ha tenido que realizar, solo por detrás del georgiano Mamardashvili (31). “La defensa es sólida. Y luego está Maignan, que nos salva cuando la zaga no hace el trabajo. Somos sólidos, sólo nos falta marcar goles, pero ya llegarán”, dijo el central Saliba, otro de los destacados de una Francia que no tiene que ver con el juego de ataque.

El único gol que ha encajado Maignan fue de penalti tras detenerle el primer lanzamiento a Lewandowski al no tener el pie detrás de la línea en el momento del chut. El portero del Milan consideró que la paradinha de Lewandowski había sido ilegal porque tardó mucho tiempo en lanzar y tuvo que moverse antes. Tras visitar al colegiado en su vestuario para pedir explicaciones, el portero del Milan ironizó en las redes sociales contra las normas que cada vez dificultan más la labor de su gremio. “¡Nueva regla a partir de 2026! El portero debe dar la espalda al tirador al ejecutar un penalti. Si lo para, el tirador tendrá un tiro libre indirecto a favor”, escribió con sorna.

Aunque introvertido, Maignan se ha erigido como uno de los líderes de Francia en el vestuario y en el campo. No lo tenía fácil porque debía reemplazar a Hugo Lloris, el capitán que levantó la Copa del Mundo 2018 y que se retiró de la selección tras el Mundial de Qatar. Tampoco lo tuvo fácil en el Milan cuando llegó como recambio de Donnarumma tras la marcha de este al PSG en el verano de 2021. El meta italiano acababa de ser nombrado mejor jugador de la Eurocopa tras proclamarse campeón con Italia. Procedente del Lille, que le arrebató el título de la Ligue 1 al PSG de Messi, Neymar y Mbappé, también fue fundamental en el Scudetto que ganó el Milan en 2022. Su triunfo con el Lille fue una pequeña venganza porque se había formado en la cantera del PSG y se marchó sin que a nadie le importara.

Maignan fue una apuesta personal de los directores técnicos milanistas, los legendarios Paolo Maldini y Daniele Massaro. Este último relata en sus círculos más íntimos que Maignan vive por y para el fútbol. Massaro asegura que Maignan es capaz de llamarle por teléfono bien entrada la noche para averiguar asuntos como el del nuevo estadio de San Siro y los problemas que existen para comenzar su construcción.

En Italia, Maignan dio un golpe en la mesa en la lucha contra el racismo y la xenofobia el pasado mes de enero. Después de escuchar en el estadio Friuli de Údine por dos veces el sonido del mono, se marchó del campo y sus compañeros le siguieron. La primera vez que percibió la ofensiva onomatopeya se giró a la grada y se quedó mirando fijamente al sector que había emitido el reprochable insulto. A la segunda, enfiló el camino de los vestuarios y logró que por primera vez en la historia se detuviera un partido de la Serie A por racismo en las gradas. “Imitaban sonidos de monos”, explicó Maignan, “algo así no debería existir en el mundo del fútbol y tuve que reaccionar”, justificó. El encuentro se reanudó más tarde, pero el abandono de Maignan y la dura carta que publicó en las redes sociales caló hondo. “No fue el jugador quien fue atacado. Fue el hombre. Es el padre de familia. No es la primera vez que me pasa. Ha habido comunicados de prensa, campañas publicitarias, protocolos y nada ha cambiado”, se quejaba antes de lanzar una crítica generalizada: “Todo el sistema tiene que asumir su responsabilidad. Los autores, porque es fácil actuar en grupo, en el anonimato de una tribuna. Los espectadores que estabais en la tribuna, que lo visteis todo, lo oísteis todo pero preferisteis callar, sois cómplices. El club Udinese, que sólo habló de una interrupción del partido, como si nada hubiera pasado, sois cómplices. Las autoridades y el fiscal, con todo lo que está pasando, si no hacéis nada, también seréis cómplices”.

La misiva causó un gran revuelo en Italia y consolidó a Maignan como uno de esos líderes que hablan poco, pero que cuando lo hacen justifican su condición.

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Sobre la firma

Ladislao J. Moñino
Cubre la información del Atlético de Madrid y de la selección española. En EL PAÍS desde 2012, antes trabajó en Dinamic Multimedia (PcFútbol), As y Público y para Canal+ como comentarista de fútbol internacional. Colaborador de RAC1 y diversas revistas internacionales. Licenciado en Ciencias de la Comunicación por la Universidad Europea.
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