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El fenómeno Pogacar bate la marca de Coppi en el Giro de Lombardía 71 años después

El esloveno gana la carrera por quinta edición consecutiva, con Evenepoel segundo a más de un minuto de diferencia

Pogacar
Jon Rivas

Pobre Remco, que celebra las derrotas como si fueran victorias, aunque acabar segundo detrás del inabordable Pogacar es casi como ganar. Se exhibe Evenepoel en el Ganda, acompañado en la subida, dejando atrás a Storer en el peligroso descenso, donde se cae Carapaz sin sacar las zapatillas del calapié, como cuando se usaban rastrales, para no chocar contra el muro. Esas 19 curvas de herradura, frenar y acelerar, pero ya está Remco lejos de Tadej, que se quita el sombrero cuando Rafal Majka, su compañero, hace el último esfuerzo en su última carrera, se pone detrás de Vine, y cuando el doméstico le da paso con el codo, en Marchetto, a 36 kilómetros de la llegada del Viale Roma de Bérgamo, acelera para siempre. Esta vez Evenepoel ni se inmuta, porque conoce el desenlace tan repetido, y un segundo puesto ya es un triunfo para él cuando corre el fenómeno esloveno. Como en el Mundial o el Europeo.

Pogacar cambia los límites, borra las líneas rojas y bate marcas cada día. 71 años después supera a Fausto Coppi, ganador en Lombardía de 1946 a 1949. Ahora son cinco las suyas, infalible desde 2021; las dos primeras al sprint, con Masnada y Enric Mas como víctimas, las tres siguientes por aplastamiento, con tiempo para ver caer las hojas muertas de los robles de hoja caduca. Mira hacia atrás, en ese gesto reflejo de los ciclistas que no acaban de creerse que nadie les persigue, busca las cámaras y enseña los cinco dedos, una manita. En sus últimas 15 victorias nadie le acompañó en la meta.

Y se resignan los demás, Remco el primero, a la superioridad de Pogacar, que deja hacer durante más de 200 kilómetros para que la fuga que dirigió Quinn Simmons, espíritu rebelde, en primera persona, se vaya cociendo en su propio jugo. Acompañan varios notables al capitán América, entre ellos Pello Bilbao, pero esa ventaja que supera los dos minutos en el comienzo del Ganda, y que se ha mantenido estable por las sinuosas rutas de Lombardía, se empieza a hacer pequeña cuando el UAE enchufa su máquina de picar carne. Lleva a Del Toro, actor secundario esta vez, pero sobre todo a Majka y Vine, marcando un ritmo infernal que desgrana el pelotón hasta dejarlo en servicios mínimos. Casi nadie aguanta, solo Storer, Evenepoel y el indomable Seixas, la gran esperanza francesa para volver a asaltar el Tour, valiente y ambicioso con 19 años, que acabará séptimo en un Monumento, pero un tanto insatisfecho, “porque no tengo las piernas de hace una semana y esperaba estar mejor”.

Todos ellos saben que todo depende de Pogacar, el inabarcable, que su acelerón marcará el destino de la carrera y nadie podrá seguirle. Cuando lo hace, a 36 kilómetros de la meta, solo queda Simmons por delante. Está muerto y lo peor es que lo sabe, así que cuando Tadej se pone a su altura, se resigna a su suerte. No hay un acelerón brutal, ni siquiera un cambio de ritmo imposible para él, únicamente se impone la cruda realidad.

Lombardía ya es, desde entonces, desde kilómetros antes en puridad, un único hombre al comando, que destruirá la marca del campionissimo Coppi para conseguir su vigésima victoria de la temporada en 50 días de carrera. Suma ya 108. Ha subido al podio en los cinco monumentos que ha corrido en 2005; ha ganado tres (Flandes, Lieja Lombardía). “Siempre he dicho, durante varios años, que era mi mejor temporada hasta ahora, y nuevamente puedo decir, esta es la mejor temporada hasta ahora”.

Acabó el Tour aburrido, cuestionando si valía la pena el esfuerzo de ganarlo, pero está de nuevo alegre, como si comenzara ahora la temporada, después del Mundial, el Europeo, Lombardía y hasta los Tres Valles Varesinos, que corrió durante la semana porque se lo había prometido al organizador, que tuvo que suspenderla en 2024 por el temporal. “He corrido con Merckx, pero Pogacar es mejor”, se rinde Francesco Moser.

Toma su zumo de cerezas en la meta, saluda sonriente, como siempre, a sus auxiliares, y dice que no es especial, aunque lo sea: “Todos pueden sentirse únicos, y cada uno tiene su propia personalidad, pero es cierto que al ganar cinco veces seguidas, cada vez que empiezo siento que este circuito, esta carrera, es realmente ideal para mí”.

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Sobre la firma

Jon Rivas
En EL PAÍS desde 2018, estudió Ciencias de la Información en la UPV. Trabajó antes en La Gaceta del Norte, La Tribuna de Marbella, Deia, Gaur Exprés, Diario 16 de Málaga, Claro, El Mundo, durante 26 años, en los que cubrió 17 Tours de Francia, 6 Vueltas a España y 4 Giros de Italia. Ha escrito nueve libros, todos ellos relacionados con el deporte.
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