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Remco Evenepoel arrasa y repite título de contrarreloj en el Mundial de Ruanda

El belga dobla en Kigali a Tadej Pogacar y conquista su tercer arcoíris consecutivo contra el tiempo. Iván Romeo, undécimo, mejor español

Remco Evenepoel
Daniel Arribas

Es el rey de la contrarreloj. No hay otra forma de definir a Remco Evenepoel, que, menudito pero inmóvil sobre su bicicleta, deja un halo dorado por los empolvados repechos de Ruanda, primera sede mundialista en el continente africano. El belga, 25 años, consigue allí, en Kigali, su tercer Mundial consecutivo contra el tiempo —uno, dos y tres, como suman sus dedos al cruzar eufórico la línea de meta—, igualando al australiano Michael Rogers y solo por detrás ya de Tony Martin y Fabian Cancellara, ambos con cuatro entorchados mundialistas.

La imagen más potente, no obstante, se da poco antes, a dos kilómetros de la conclusión, cuando Evenepoel, pequeño Caníbal, también campeón olímpico en la disciplina, le quita las pegatinas a Tadej Pogacar en el empedrado muro de Kimihurura. No a un Pogacar abatido o víctima de una terrible pájara, no, sino a un Pogacar que, retorcido y agarrado de abajo, apura sus opciones de un bronce mundialista que finalmente se le escapa en el día de su 27 cumpleaños. Segundo termina el australiano Jay Vine, a 1m14s de Evenepoel, y tercero, el también belga Ilan van Wilder, a 2m36s de su compatriota. Cuarto concluye Pogacar, a solo un segundo del podio, seguido por su compañero de equipo Isaac del Toro, a 2m40s del arcoíris. El vallisoletano Iván Romeo, gran esperanza española de la jornada pero debutante al fin y al cabo, cierra el ejercicio en una meritoria undécima posición, a 3m52s del supersónico Evenepoel, que en la primera toma de tiempos, con solo diez kilómetros y poco más de 15 minutos de esfuerzo en las piernas, ya superaba en 45s el registro de Pogacar.

La renta, engrosada a cada paso cronometrado, evidenció desde muy pronto una superioridad que muchos parecían negarle al belga antes de la prueba. Pesaba la presencia de Pogacar, que tras recoger en los Campos Elíseos su cuarto maillot amarillo dio calabazas a la Vuelta a España para centrar sus miras en el Mundial de Ruanda, 40 kilómetros de montaña rusa, sube y baja constante donde la aerodinámica de los grandes rodadores —los ausentes Ganna, Van Aert, Tarling o Affini— no se tornaba como el factor determinante, reservado esta vez a la pura resistencia ante el desnivel acumulado.

No fue suficiente el desempeño de ninguno de los presentes ante la galaxia paralela que plasma sobre la cabra Evenepoel, inalcanzable en Glasgow hace dos años, inalcanzable en Zúrich el curso pasado, e inalcanzable también ahora en Kigali.

Allí, Ruanda busca estos días proyectar una imagen de país moderno y seguro, y Paul Kagame, presidente desde 2003, toma el deporte como el mejor vehículo para lanzar ese mensaje al mundo. El colorido y ambientado BK Arena, pabellón desde el que Evenepoel arrancó su gesta, fue levantado en 2019, un cuarto de siglo después del brutal genocidio contra el pueblo tutsi en el que más de medio millón de ruandeses perdieron la vida. Con el cambio de siglo, y muy especialmente en la última década, Kagame se empeñó en poblar el deporte europeo con la proclama ‘Visit Rwanda’, presente durante años en las camisetas del Bayern de Múnich, el Arsenal, el PSG o el Atlético de Madrid. No se redujo la estrategia estatal solo al fútbol. El año pasado, Kigali albergó la gala internacional de la Federación Internacional de Automovilismo (FIA), con el tetracampeón de la F1 Max Verstappen entre los invitados.

Fue hace cuatro años, sin embargo, cuando la Unión Ciclista Internacional (UCI) decidió que los Mundiales de ciclismo viajarían esta semana a Ruanda, convirtiéndose en los primeros de la historia en África. Nada importó el conflicto bélico que azota la frontera del país con la República Democrática del Congo, zona rica en minerales como el oro y el coltán donde el grupo rebelde M23 ha dejado solo este año cerca de 7.000 muertos apoyado por el gobierno ruandés.

Mireia Benito, décima

Antes de que Evenepoel arrasara con todo, a primera hora de la mañana, la suiza Marlen Reusser, del Movistar Team, se proclamó campeona del mundo en categoría femenina por delante de las neerlandesas Anna van der Breggen (a 51s) y Demi Vollering (a 1m4s). La tarraconense Mireia Benito, única representante española de la prueba, terminó en un muy digno décimo lugar, a 2m32s de la helvética. “Sabía que iba a ser complicadísimo hacer un top-10, pero vengo de hacer semanas de un trabajo muy específico, le he metido todo el esfuerzo que tenía, y lo he podido conseguir a pesar de que la radio no me funcionaba e iba sin saber los tiempos”, sentenció la de Llorenç del Penedès; “no podía haber ido un segundo más rápido, he dado todo lo que tenía. Es un sueño cumplido”.

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Sobre la firma

Daniel Arribas
Es periodista en la sección de Deportes de EL PAÍS y sigue la actualidad del ciclismo, el tenis y otras muchas disciplinas. Ha cubierto competiciones como los Juegos Olímpicos, la Vuelta a España y la Copa Davis. Antes trabajó en El Mundo, Ogilvy y Relevo.
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