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La cantera ciclista española se hace esperar

Aunque hay talento y una apuesta clara de equipos como Kern Pharma y Euskaltel, el sistema de competición hace que su eclosión sea tardía

Ciclista de Euskaltel, Víctor de la Parte
El ciclista de Euskaltel, Víctor de la Parte, trata de fugarse en la última subida de la tercera etapa de la Volta.volta catalunya
Jordi Quixano

“Buah, poder meterme en la escapada y que me hayan visto mis abuelas, mis amigos, mi familia… Una pasada”, resumía con una sonrisa de oreja a oreja Samuel Fernández, del Caja Rural, tras la segunda etapa de la Volta Catalunya, el segundo corredor más pipiolo del pelotón (20 años y 251 días; por detrás del noruego Johannes Kulset, del Uno-X), aunque uno más de 28 corredores (de 175) que tienen menos de 23 años en el certamen. Una estadística que hace una década parecía imposible. Pero los zoomers –en referencia a Zoom y las nuevas tecnologías de esos jóvenes que entienden las relaciones por videopantallas– se han instalado en el ciclismo de élite. Quizá un contratiempo para la cantera de España, que se está quedando rezagada en la formación de base, pues en Bélgica y Francia, por ejemplo, hay una gran inversión en la cantera y se corren casi 4.000 competiciones al año y en España no se llega a las 1.000, del mismo modo que los juveniles prefieren ir a Italia a competir que hacerlo en España porque el nivel es menor. Y no hay patrocinadores. Pero sí talento porque Juan Ayuso (UAE) y Carlos Rodríguez (Ineos) son el futuro, porque también explotarán otros aunque la cocción sea más lenta. En ello, aunque el ciclismo tenga prisa –Pogacar ganó su primer Tour con 21 años y Egan Bernal con 22, la misma edad con la que Evenepoel ganó la Vuelta– están Kern Pharma y Euskaltel, que entienden el ciclismo desde la base.

La apuesta. El Kern Pharma cuenta con 10 de los 24 ciclistas profesionales con menos de 24 años y 18 de la plantilla actual están formados en el filial, en el Finisher; mientras que en el Euskaltel-Euskadi son 8 de 21 los que tienen menos de 24 y más de la mitad han pasado antes por el Laboral Kutxa. “La cantera es una seña de identidad clave del Euskaltel. Cada año, dos o tres corredores suben al primer equipo, lo que les motiva y da credibilidad”, explica el director deportivo Jorge Azanza desde la Volta antes de enumerar a los ascensos de este curso: Iker Mintegi (21), Unai Zubeldia (20) y Nicolás Alustiza (21). “Nosotros nacemos desde la base. Es nuestro foco, generar cantera y talento. Y siempre decimos que en Finisher se educa y en Kern Pharma se rinde”, esgrime su director deportivo Juanjo Oroz, que también cita a los cuatro chavales que han dado el salto esta temporada: Hugo y Unai Aznar (20 y 19), Jorge Gutiérrez (19) y Diego Uriarte (21).

La ley de la economía. Los dos equipos, Kern Pharma y Euskaltel, están en UCI ProSeries –por debajo de World Tour– y no pueden fichar a lo mejor, caso de Ayuso o Carlos Rodríguez. El Kern, por ejemplo, perdió este verano a tres jóvenes como Raúl Adrià (Bora), Igor Arrieta (UAE) y Raúl García Pierna (Arkea). “Vivimos entre megaproyectos rivales y es algo complicado porque a los mejores los siguen los demás equipos y no podemos competir con las mismas armas. Se trata de hacerles ver que somos el mejor sitio para la evolución del ciclista”, acepta Oroz. “El que tiene dinero ficha a los mejores y lo hará mejor. Nosotros estamos para otra cosa, para la base de, digamos, personas normales, de chavales que han sido buenos aficionados. Y les damos una oportunidad. De aquí, el que tenga calidad, se irá a otro equipo y para arriba. Como Canal, que este año se ha ido al Movistar”, se suma Azanza.

El radar. Existen diferentes métodos de captación. “Tenemos ojeadores porque son necesarios para encontrar a los mejores juveniles. Les hacemos pruebas de esfuerzo y un seguimiento del entrenamiento diario”, desliza Oroz, que siempre está en contacto con los clubes de formación y con los jóvenes que empiezan a despuntar. “Pero en vez de obligarles a firmar un contrato, tratamos de ayudarles con apoyo integral, con cercanía, con material, con criterio de entrenamientos, con nutrición… ”. Para el Euskaltel, sin embargo, le es más sencillo nutrirse del calendario vasco-navarro y el nacional amateur, y ficharlos. “Desde juveniles los vas controlando, acercándote y ya los integras en el filial. Pero ojeadores no tenemos, somos los mismos directores los que hacemos esa función porque nos pasamos todo el día viendo carreras de base, de otros países”. Ambos creen, sin embargo, que abrirse al exterior les daría más calidad, pero también supondría una carga económica por la organización, los viajes…

Poca competencia en la sub-23. “En España hay muchas carreras, pero quizá lo que faltan son más internacionales porque eso hace subir el nivel. Y cuanto más corres con buenos, mejor eres”, lamenta Azanza. “Las carreras, los clubes y la categoría sub-23 deben evolucionar porque aquí compites contra, por ejemplo, un navarro que lo hace muy bien; pero en otros países están acostumbrados a competir desde bien jóvenes contra los mejores”, agrega Oroz. Aunque aclara: “Rompería una lanza por el ciclismo español porque vemos que los hay que llegan como Ayuso, Rodríguez, Arriera, García Pierna, Castrillo… Los buenos salen, lo que pasa que muchos pueden tardar más en la cocción”. Así lo ve Azanza: “Los que tienen talento como Peio Bilbao o Mikel Landa llegan. El que tiene calidad, el techo lo tiene donde lo tiene”. Para Oroz, Haimar Etxeberria e Ibai Azanza son los que están por llegar del Finisher, además de Pablo Castrillo e Iván Cobo, ya profesionales. Para Azanza, Mintegi y Berasategi tienen futuro.

Perfil por madurar. Resulta curioso cómo ven los directores deportivos a estos zoomers, a estos corredores que queman etapas a la velocidad de la luz. “Los chavales se lo toman con un punto de presión y con esas prisas cascan. Son gente que se lo toma muy en serio, que está muy preparada, pero que también son muy blanditos porque han estado sobreprotegidos por entrenadores y padres. Antes quizá no era tan así, eran más duros”, explica Azanza. “El ciclista sale más bonachón, más tranquilo, y el que no meta manillar está muerto. Se hace para defender al equipo y a ti mismo. Pero eso no implica que haya que ser irrespetuoso o arrogante, sino educado y ambicioso”.

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