Cómo Lionel Scaloni sacó de rueda a Perico Delgado en el Angliru
El seleccionador argentino sorprende al escalador segoviano en la grabación de la ascensión al coloso asturiano antes de la Vuelta. “Es apasionante el ciclismo”, dice
Como hacía con todos los invitados con los que rodaba sus Pericopuertos, cuando comenzó a escalar el Angliru, Perico Delgado le recomendó prudencia a Lionel Scaloni. “No te aceleres al comienzo”, le dijo al seleccionador argentino, todo corazón el genial escalador segoviano, que pensaba que uno que fue futbolista de ciclismo no podía decir nada. “Esto comienza suave, pero el final es durísimo, hay porcentajes del 24%” No sabía con quién se jugaba los cuartos el ganador del Tour del 88, quien, además, confiesa, no se encontraba en su mejor forma el día que grabaron el episodio, el último domingo de marzo pasado. “El día anterior había corrido una marcha y no había recuperado muy bien”, confiesa Delgado, que se tranquilizó un poco al ver que Scaloni estrenaba bicicleta y tardó un tiempo a adaptar el sillín a su altura. “Pero tampoco me esperaba que Scaloni subiera tan fuerte, con tanta intensidad, que hasta me atacara. Iba siempre media rueda delante de mí, y yo le igualaba y pensaba que en la Cueña les Cabres, donde el 24%, se iba a quedar, pero no, llegamos allí y no solo me seguía sacando la media rueda, sino que se fue delante y al ver que me había dejado se paró, se dio media vuelta y volvió a subir a mi paso…”
El seleccionador que llevó a la Argentina de Messi a ganar el Mundial de fútbol en Qatar en diciembre llegó al Angliru, y a la grabación del sketch televisivo que emitió TVE poco antes de que los grandes del pelotón mundial lo abordaran en la Vuelta, casi de rebote. Delgado lo intentó primero con Luis Enrique, el entrenador del PSG desde hace un par de meses, y reconocido cicloturista fanático, loco de los desafíos épicos en bicicleta también. El asturiano, sin embargo, no accedió, ni tampoco Marcelino, el técnico del OM. Fue entonces cuando José Casla, el hombre de las bicicletas Giant en la Península Ibérica, y buen amigo, le dijo que por qué no invitaba a Scaloni, y le contó cómo el futbolista argentino empezó a montar en bicicleta cuando se retiró del fútbol y no sabía qué hacer con las horas. Le convenció de que probara la bicicleta Carlos Moyá, el extenista ganador de Roland Garros que había regresado a la isla para entrenar a Rafa Nadal, un forofo del esfuerzo agónico a pedal.
“Mi amor por la bicicleta es muy simple”, explica Scaloni en un mensaje por Whatsapp desde Argentina. “Cuando dejé de jugar, en el 2015, conocí a Charlie [Carlos Moyá] en el colegio y me dijo, vente a hacer ciclismo, y yo le dije, ciclismo para qué, si no me gusta... Y fue probar la bicicleta y no dejarla más”.
Scaloni le dio a la bicicleta con tanto entusiasmo, salidas diarias en mountain bike o gravel de hora y media a tope, a tope, que tardó poco en quedarse solo. Nadie aguantaba ni su ritmo ni su forma de interpretar el esfuerzo. Tampoco Perico, que tuvo que rendirse ante el futbolista-ciclista.
También en Argentina, Scaloni, cumplidos los 45 años, sigue saliendo en bicicleta. Lo hace en una gravel, y disfruta de los caminos de grava infinitos, llanuras inmensas, que rodean su pueblo de Pujato, provincia de Santa Fe. “Es así. La bicicleta me sirve mucho para para la cabeza. Me relaja... bueno, muchas cosas y, además, compites contra contra ti mismo y eso es fundamental. Es algo que lo hicimos durante toda la vida, competir a grandes niveles, pues ahora después de viejo compites contra contra ti. Es lo mejor que te puede pasar. Es apasionante el ciclismo”.
Cuando le avisaron desde España de que estaba saliendo en la tele subiendo el Angliru, el seleccionado argentino se disculpó. “Lo siento, no lo pude ver”, dijo. “Tenía partido en Bolivia. Teníamos que ganar en La Paz”.
Terminada la ascensión, sin ganador -la grabación exigió que se repitieran determinadas tomas y al exfutbolista de Racing, Depor y Mallorca le dejó la frustración de no haberlo podido ascender del tirón para inscribir su tiempo en Strava junto al de los mejores-, Scaloni, como los ciclistas de antes, ni se duchó. Delgado frotó su cuerpo sudoroso con una manopla impregnada en colonia, como hacían los masajistas, y juntos se pararon en un pueblo a comerse una fabada. Y a brindar.
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