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Hugo González, jugador de los Boston Celtics en la NBA: “Luka Doncic es el jugador que cualquiera querría ser en sus mejores sueños”

El joven escolta de 19 años, excanterano del Real Madrid, causa furor en su temporada de debut en Estados Unidos gracias a su actitud aguerrida e impacto defensivo

Guille Álvarez

Es el único debutante de la plantilla y los focos no le deslumbran por mucho que brillen en el pabellón de la franquicia más laureada de la historia de la NBA. Hugo González Peña (Madrid, 19 años) causa furor entre la afición de unos Boston Celtics que debían encarar una temporada de transición por la grave lesión de Jayson Tatum, su gran estrella, y sin embargo navegan en posiciones de playoffs con 13 victorias y nueve derrotas. En una época donde las estadísticas gobiernan el relato —3,3 puntos y 2,1 rebotes en 12 minutos de juego de promedio en 17 partidos disputados—, en este caso no logran definir la historia del segundo jugador más joven en vestir jamás la icónica camiseta verde del conjunto de Massachusetts. Son los intangibles en defensa y su actitud aguerrida, herencia de su extensa formación con el Real Madrid desde los nueve años, las que han capturado la imaginación del TD Garden, enamorado con el chaval que fue elegido con el número 28 del pasado Draft de la liga estadounidense y no dudó ni un segundo a la hora de hacer las maletas y cruzar el charco. Anoche, en la victoria sobre los Washington Wizards por 101-146, el madrileño sumó 14 puntos y 5 rebotes —ambos topes de su corta trayectoria— en 18 minutos de juego. Esta próxima madrugada disputará su primer Clásico en la NBA.

Pregunta. ¿Cómo están yendo estos primeros meses en Estados Unidos?

Respuesta. Muy bien. Sobre todo gracias a la gente que tengo a mi alrededor y que me está ayudando mucho, tanto a adaptarme dentro y fuera de la pista como a hacerme sentir importante.

P. A Boston le han acompañado su madre, su hermano pequeño y hasta la perra, ¿como de importante era estar acompañado?

R. Sabiendo cómo soy, sabía que les iba a necesitar. Es la primera vez que vivo fuera de Madrid. No llegué a imaginar lo loco que es el calendario, pero estoy contento de que puedan estar aquí conmigo.

P. ¿Ha experimentado algún tipo de choque cultural?

R. No. Al final me dediqué a entrenar todo el día en los primeros meses, y ahora todo es muy frenético y hay muchos viajes. Más allá de cambiar de continente, el cambio más grande ha sido en términos baloncestísticos. Aquí se juega un deporte distinto al que se juega en Europa.

P. Rechazó a otros equipos ante la posibilidad de quedarse en Europa un año más, ¿por qué quería dar el salto ya?

R. Buscaba un sitio en el que creyeran en mí no solo como proyecto de futuro, sino como un jugador que puede ayudar al equipo desde ya a ganar. Quería saber quién confiaba realmente en mí. Al final no vas a traer a ningún jugador a Estados Unidos con 19 años si no confías en él. Y Boston decidió que me daba esta oportunidad.

P. ¿No tuvo miedo a contar con pocos minutos o chupar demasiado banquillo?

R. Esto es algo por lo que va a pasar cualquier jugador de 19 años que llegue a esta liga y no sea un talento generacional. Yo tengo la suerte de poder decir que, con altos y bajos, estoy constantemente con el equipo y dentro de la rotación. Creo que esto ayuda mucho a mi formación como jugador profesional. Pero haber optado por estar en Europa o la NBA a mi edad no hubiera cambiado esto: habrá momentos mejores y peores, donde juegue más o menos y donde las cosas salgan mejor o peor, pero siempre hay que ser constante en el trabajo y el esfuerzo.

P. Últimamente, se habla mucho de la fuga de talento de las canteras europeas hacia Estados Unidos, ¿por qué cree que se da este fenómeno más que nunca?

R. Es un cúmulo de cosas, que perjudican al baloncesto nacional. Mirándolo desde el punto de un jugador cuyo objetivo es jugar en la NBA, sabes que quedarte implica, seguramente jugar menos y no ganar ni el mismo dinero ni tener la misma exposición; en cambio, en la NCAA, si va mal por algún casual, todavía puedes sacarte una carrera universitaria y ganar dinero mientras juegas al baloncesto a nivel no profesional o semiprofesional. Si va bien, podrás dedicarte casi seguro a jugar al baloncesto e incluso ser elegido en el Draft. Además, ir a Estados Unidos te permite tener una experiencia diferente en tu vida, más allá de un club de la ACB o la Euroliga.

P. Pero usted se quedó en el Real Madrid, precisamente.

R. Sí. En mi caso opté por un sendero diferente. Más allá del amor y el cariño que le tengo al club, también por agradecer, de alguna manera, la formación que me dieron desde que era bien pequeño.

Lo que digan los demás no sirve para casi nada. Solo me importa lo que mi entrenador o los veteranos del grupo digan que debo mejorar

P. ¿Qué es lo que más le ha sorprendido hasta ahora en la NBA?

R. La capacidad de estar a diario centrados en cada detalle. Hablamos de 82 partidos en un lapso de tiempo muy estrecho. Podrías llegar a pensar que en algunos encuentros ni se analiza ni estudia minuciosamente a los rivales, pero es todo lo contrario. Tienes que estar siempre concentrado en el siguiente partido, y lo que más me gusta de los Celtics es que salimos a ganarlo todo. Cada partido nos lo tomamos como si fuera una final, y eso nos ayuda mucho a estar mentalmente centrados para toda la temporada.

P. ¿Hace más ruido el entorno en Madrid o en Boston?

R. No noto demasiado la diferencia. La exigencia de un aficionado del Madrid y uno de los Celtics es la misma. Son dos equipos que mueven a muchísima gente, con un montón de seguidores y fanáticos a sus espaldas que exigen el máximo a los jugadores. Hay que ir a ganar cada partido, y como mínimo competir y dar la cara.

P. Le ha caído una buena lluvia de elogios, ¿esperaba tener tanto impacto mediático?

R. No sé qué responder, la verdad. Supongo que va de la mano con si haces bien tu trabajo o no. Estoy agradecido por todo lo que se está diciendo, sobre todo por las palabras de mis compañeros, que tienen las opiniones que realmente me sirven. Lo que digan los demás no sirve para casi nada. Solo me importa lo que mi entrenador o los veteranos del grupo digan que debo mejorar. Y obviamente, no todo puede ser siempre bueno, porque si no sería el mejor jugador de la historia del baloncesto.

P. ¿Cuál ha sido el mejor consejo que le han dado desde su llegada a la NBA?

R. A comienzos de temporada, una de las primeras conversaciones que tuve fue con mi compañero Payton Pritchard, a quien quise preguntarle por su experiencia y cómo llevó su temporada de novato, ya que él fue elegido más o menos en la misma posición del Draft en su día. Él me vino a decir que en el primer año no esperan casi nada de ti, solo que te vayas desarrollando. Y más yo, que tengo 19 años. La franquicia quiere que puedas ser una pieza clave en el futuro, que puedas ser útil para el equipo. Todo lo que dé de sí este año será un añadido. Esta idea me ayudó a estar desde el minuto uno centrado en cómo ayudar al equipo y no preocuparme de más.

P. Este viernes llega la hora de su primer ‘Clásico’ en la NBA, ¿le hace gracia coincidir con Luka Doncic?

R. Por supuesto. Será mi primer Celtics-Lakers, un partido muy bonito de jugar, sobre todo por la atmósfera que se genera alrededor y el ambiente que habrá en el pabellón. Como ya he dicho en otras ocasiones, Luka es un ejemplo para cualquier canterano del Real Madrid, y el jugador que cualquiera querría ser en sus mejores sueños. Evidentemente, ahora representamos franquicias rivales, así que yo intentaré ir a por todas y ganar el partido.

Cada partido es una guerra, las victorias llegan cuando presionas e intentas echar de la pista al rival

P. De Joe Mazzulla, su entrenador, dicen que es un genio y un loco del baloncesto, muy exigente como lo es también su amigo Pep Guardiola, ¿cómo le definiría usted?

R. Como una persona que intenta sacar el máximo potencial de sus jugadores cada día que se pone el pantalón corto y el silbato para entrenar, un tipo ultracompetitivo y que comparte el mismo pensamiento que el resto del grupo: quiere ganar la mayoría de partidos posibles y alcanzar un objetivo común.

P. ¿Es más duro él o sus padres, ambos exjugadores?

R. Antes si necesitaba algún consejo les preguntaba más a mis padres, pero ahora ya no me ayudan tanto porque ya no saben por dónde tirar. Lo cierto es que ellos fueron quienes más me ayudaron en los momentos menos buenos de mi trayectoria. También me han permitido estar tranquilo y confiar en el proceso.

P. Se ve que les han puesto una banda sonora de guerra en algunos entrenamientos…

R. Sí, fue en un par de ocasiones. La idea era mentalizarnos de que cada partido es una guerra, y que las victorias llegan cuando presionas e intentas echar de la pista al rival. Hacíamos uno contra uno a toda pista con los altavoces del pabellón de entrenamiento reproduciendo sonidos de disparos y bombas. Cada vez que el balón se pone en juego es la guerra.

P. ¿Pudo ver a sus compañeros de selección en el estreno de Chus Mateo?

R. Sí. Pude ver los partidos y estuvieron muy bien. Han jugado un muy buen baloncesto, y el segundo partido en Tenerife fue brutal, frente a una selección con muy buenos jugadores como Georgia y que ha dado problemas a grandes equipos en los últimos años. Me quedé contento y con ganas de volver en algún momento a jugar con la selección, aunque todavía no sé cuándo se dará.

P. Su vida parece baloncesto, baloncesto y más baloncesto, ¿tiene tiempo de hacer más cosas fuera de la pista?

R. No mucho. Cuando acabas de entrenar, empieza de inmediato el segundo entrenamiento, que no es otra cosa que recuperarse de cara al día siguiente. Cuando terminas un partido, empieza la recuperación para el siguiente. Así que mi vida gira en torno a eso. Luego, evidentemente, juego a la videoconsola, algún día puedo pasar el rato con mi hermano, lo que haría cualquier chico de 19 años. También quiero darle una vuelta a los estudios, aunque ahora no lo tengo del todo pensado. Sé que hay cosas que me gustan y me interesan, incluso más allá del plano académico, pero ahora estoy centrado en mi desarrollo encima de la pista.

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Sobre la firma

Guille Álvarez
Graduado en Ciencias Políticas por la UPF y máster en Periodismo Deportivo y Comunicación por la Blanquerna-URL, ha pasado por las redacciones de La Vanguardia, la revista VICE y Mundo Deportivo. Colabora con la sección de deportes de EL PAÍS desde 2022, donde ha cubierto el Mundial de MotoGP y varias ediciones del Rally Dakar.
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