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Relatos de una amateur
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

La menstruación como apuesta deportiva

Hay personas en Estados Unidos apostando sobre la regla de las jugadoras de la WNBA. Esta nueva ocurrencia misógina refuerza la idea de que el cuerpo femenino es menos fiable, más frágil, más emocional o menos profesional

Existen dos cosas infinitas: la estupidez humana y la capacidad de los estadounidenses de convertir cualquier cuestión en un negocio. Lo último y más descabellado: ahora mismo hay personas en Estados Unidos apostando sobre la menstruación de las jugadoras de la WNBA, tal y como ha publicado el medio The Wired.

Todo comenzó cuando un tipo llamado FadeMeBets con acceso a Google Calendar y alguna App menstrual comenzó a “predecir” los bajones de rendimiento de las jugadoras según el día del ciclo en el que se encuentran: menstruando, ovulando o en la fase lútea, que es el periodo de tiempo que se produce después de la ovulación y que dura hasta la menstruación. Al dinero de esas apuestas lo denominó blood money. Vamos, dinero de sangre. Fino, sutil, elegante, como si el Lobo de Wall Street estuviese estudiando ginecología en sus ratos libres.

¿En qué se basan los métodos de predicción de los apostantes menstruales? Pues en suposiciones, lógicamente. Según dicen, algunas jugadoras que se encuentran en el final de su fase lútea pueden ver disminuida su resistencia cardiovascular, su fuerza o su capacidad aeróbica, pese a que cada mujer tiene un ciclo menstrual completamente diferente y vive su menstruación de un modo completamente distinto, pese a que existen muchísimos factores que hacen de la regla algo imprevisible, como el estrés.

El principal problema de esta nueva ocurrencia misógina es más que evidente: al asociar menstruación con menor rendimiento se refuerza la idea de que el cuerpo femenino es menos fiable, más frágil, más emocional o menos profesional. Pero más allá de eso, reducir a una deportista a una “fase de ciclo menstrual” no deja de ser una nueva (y original, eso sí) casilla en la objetivación del cuerpo femenino: hacer del físico y de la salud de las mujeres un tema sobre el que hablar con camarería primitiva y en el que invertir los ahorros de fin de mes. La vieja tradición de controlar, medir y comentar el cuerpo femenino como si fuese una disposición del BOE, algo de dominio público.

Todo esto podría revestirse de una capa científica: “En realidad lo que queremos es entender cómo la biología femenina afecta al rendimiento deportivo, porque hay estudios que acreditan que la menstruación puede influir en ese rendimiento”. Pero todo tiene un trasfondo mucho más simple: del mismo modo que un voyeur no mira edificios, sino a las personas que los habitan, los apostantes no miran a la mujer como un objeto de interés empírico, sino como una apuesta, algo que les puede aportar un rendimiento económico. “Lo bueno, pero también lo malo, es que atrae a más gente a ver la WNBA, pero, por otro lado, suele tratarse solo de apostadores”, comentaba el usuario FadeMeBets en una publicación. Quién podría imaginar que las apuestas atraerían a apostadores.

Pero tratemos de ver la parte positiva de este asunto. Quizá, más allá del dinero o de la evidente cosificación, los apostantes sean hombres interesándose genuinamente por la WNBA y por el rendimiento de sus deportistas, quizá incluso se interesen genuinamente por nuestros ciclos menstruales, nuestras hormonas folículo-estimulantes, nuestro estradiol o nuestra progesterona, quizá haya jugadores descubriendo a estas alturas qué es la endometriosis o preguntándose por qué no existen todavía unidades especializadas en esta enfermedad crónica en muchos hospitales, quizá incluso dejen de hablar de la regla como si fuese Voldemort, el innombrable. Pero lo más probable es que eso sea demasiado suponer y que pronto nos encontremos en las casas de apuestas con máquinas sobre el síndrome premenstrual. Ese es más complejo si cabe.

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