Leo Fiebich, la estrella del Valencia Basket que ama la presión
La escolta alemana, mejor jugadora de la Liga las dos últimas temporadas y flamante campeona de la WNBA, espera liderar al conjunto ‘taronja’, el favorito vulnerable en la Copa de la Reina que se celebra de jueves a domingo en Zaragoza


Rubén Burgos acaba risueño el entrenamiento. Un rato antes los periodistas le han preguntado por un hecho casi paranormal, que el Valencia Basket, un superequipo que ha alcanzado las semifinales de la Euroliga, perdiera los tres últimos partidos de la Liga justo antes de viajar a Zaragoza para disputar la Copa de la Reina (de jueves a domingo). Pero el técnico valenciano, haciendo gala de su proverbial tranquilidad, está feliz porque el último entrenamiento ha sido muy bueno. Y eso, el presente, le suma más que ese pasado reciente repleto de tropiezos en un conjunto concebido para arrasar en España después de haber ganado todos los títulos la temporada pasada. Su primer rival, este jueves (21.00, Teledeporte), es el Hozono Global Jairis. Si uno compara las dos plantillas, el equipo de Bernat Canut parece poca cosa, pero hace un mes ya tumbó al Valencia.
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La temporada está siendo algo atípica. Al frente de la clasificación de la Liga Femenina se encuentra el Spar Girona, por delante de los tres representantes españoles en la Euroliga: Valencia Basket, Perfumerías Avenida y Casademont Zaragoza. Cada uno de estos equipos ha ganado una de las cuatro últimas ediciones de la Copa. Y Leo Fiebich, una escolta alemana que primero jugó en el pabellón Príncipe Felipe y ahora lo hace en la Fonteta, tiene claro cuál sería su favorito si ella simplemente fuera una aficionada más: “El Zaragoza”. El conjunto de Carlos Cantero jugará el viernes contra el Spar Gran Canaria después de que el Perfumerías Avenida de Silvia Domínguez —cinco Copas para la base— se mida con el Movistar Estudiantes. Y la víspera, antes del Valencia-Jairis, el Lointek Gernika se enfrentará al Girona de Roberto Íñiguez, que no estará en el banquillo porque está cumpliendo los siete partidos de sanción que le aplicaron por saltar a la cancha a increpar a un árbitro.
Fiebich, la MVP liguera de las dos últimas temporadas, campeona de la WNBA y olímpica en París, su gran sueño, piensa parecido a su entrenador. “Esta Liga está siendo un poco rara. Para mí es perfecto haber perdido contra el Jairis el último partido porque de esta forma seguro que no salimos confiadas en los cuartos de final. No me importa lo que hagan los demás equipos, lo importante es estar centradas en nuestro juego”.
A sus 25 años, Fiebich es una estrella mundial y un referente en su país junto a compatriotas como las hermanas Satou y Nyara Sabally —su compañera en las New York Liberty—, o su gran amiga Marie Gülich. “Nosotras solo teníamos referentes masculinos, pero ahora, por suerte, ya no es así para las nuevas generaciones”. El equipo nacional es una de sus prioridades, por encima de la WNBA. Aunque su experiencia en Estados Unidos ha sido extraordinaria. La escolta llegó como rookie tardía y acabó la temporada como titular y campeona por primera vez en la historia de su franquicia. “Al principio, en las Liberty, todo era nuevo: compañeras, rivales, la ciudad, el país, un baloncesto diferente… Así que necesité un tiempo para ir adaptándome porque además era una alemana, una europea, que llegaba como rookie. Tuve que ir paso a paso y al final lo logré”.
Su espíritu gregario terminó por conquistar un equipo donde dos estrellas mundiales como Breanna Stewart o Sabrina Ionescu acabaron elogiando su papel en las Liberty. “Es importante que ellas hablen bien de ti después de ganar el título, pero al mismo tiempo no lo es todo para mí. En la cancha somos cinco y no necesito jugarme 20 tiros cada partido porque lo más importante es el equipo, no yo”.
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Su primera temporada en la WNBA ha sido también la de Caitlin Clark, un fenómeno que trasciende el deporte y que ha elevado el baloncesto hasta unos niveles de popularidad desconocidos hasta ahora. Audiencias televisivas superiores a la liga masculina en algunos casos y equipos que cambiaban de pabellón para recibir a Clark en canchas con mucho más aforo. Una joven que ha llegado para revolucionar su deporte. “Es una locura. Tiene partes buenas y malas. Como jugadora, cuando eres como Caitlin, Angela Reese o Sabrina Ionescu, eres una superestrella, y cuando eres joven lo que quieres es salir y divertirte. Pero no puedes porque la gente no para de acercarse y pedirte fotos. Eso es lo negativo. Pero al final ellas elevan nuestro deporte hacia mejores condiciones, ganar más dinero o jugar ante más público y, claro, jugar ante 20.000 personas es algo increíble”.
Fiebich asegura que en Valencia todavía no han visto su mejor versión y que la Copa, lejos de ser una preocupación, es un aliciente. “Yo adoro la presión. Me encantan esos partidos en los que llegas empatada al final y tienes la necesidad de ganar. Yo juego al baloncesto por esos momentos. Yo no juego para ganar cada partido por 20 puntos. Yo juego la Copa o unos playoffs porque me encanta la presión. Y además me hace muy feliz jugar en Zaragoza porque, además, tengo entendido que han organizado un gran torneo y me encanta el ambiente que se vive en la Copa”.
Leo estaba predestinada para el baloncesto. Su padre, Mattias Fiebich, hizo de todo en el DSK Landsberg, el equipo de su ciudad —Landsberg am Lech, en Baviera—: jugador, entrenador, árbitro, presidente… También jugaba su hermano mayor, con el que acabó forjándose en pequeños partidos de uno contra uno frente a un rival más alto y más fuerte. Así que a los 5 años empezó a practicar un deporte en el que jugó en todas las posiciones. El complejo por la altura —mide 1,93— que puede suponer para una adolescente lo sofocó en las canchas de baloncesto. Primero triunfó en Alemania y después viajó por Francia, Australia, España y Estados Unidos hasta convertirse en la mujer que es hoy: una jugadora de equipo con un gran tiro exterior y muy buena en defensa. Como tantas otras, se convirtió en una nómada del deporte. Al final, los Fiebich llegaron a un acuerdo: cada año, en Navidad, la familia se reuniría en la ciudad donde estuviera jugando Leonie. La jugadora bávara solo ve ventajas en una familia que adora su deporte. “Está muy bien porque cuando las cosas no van bien, ellos pueden ayudarte”.
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