El Valencia Basket femenino, de la nada a campeón en nueve años
El equipo de baloncesto celebra el título liguero tras un rapidísimo crecimiento basado en la cantera
Dos horas después de asaltar Würzburg para conquistar la primera Liga Femenina del Valencia Basket, Rubén Burgos, su entrenador, se sentó con el resto de su equipo técnico en el vestíbulo del hotel Vincci Ciudad de Salamanca, se comió una pizza, se bebió una cerveza y se subió a la habitación a ordenar sus emociones. El valenciano ya hace un tiempo que visita a Paco Pardo, un psicólogo que es el responsable del Área de Desarrollo Personal en la que el entrenador trabaja la mente para mantenerse siempre frío. En su habitación del hotel, el flamante campeón disfrutó de su primer rato de calma desde que, cuatro horas antes, mientras las jugadoras estaban haciendo la rueda de calentamiento, él se había quedado solo en el vestuario. Un momento casi litúrgico que aprovecha para hacerse un guion en un papelito que después, durante el partido, casi nunca consulta.
Burgos, que acaba de concluir su sexta temporada al frente del Valencia Basket, el club al que llegó de niño y en el que alcanzó el primer equipo, está deseando que acaben los actos de celebración para disfrutar un poco de la vida antes de ponerse a dirigir la selección española sub-20. “Llevo ocho meses en los que no he hecho otra cosa. Fui algún día a Riba-roja, mi pueblo, y he visto un par de películas en el cine. Poco más. Y ya tengo ganas de estar con los amigos y celebrarlo”, cuenta.
El entrenador volverá a coger su coche, que lo aparca al empezar la temporada porque, dice, está muy estresado y prefiere ir a entrenar en una bicicleta eléctrica por el jardín del antiguo cauce del Turia hasta L’Alqueria del Basket, la instalación mastodóntica levantada por el club con la ambición de formar uno de los viveros más relevantes de Europa. De la cantera han emergido chicas como Lorena Segura, Claudia Contell —MVP del Europeo sub-20 del año pasado— y Awa Fam, una pívot alicantina de padres senegaleses, y 1,92 metros de estatura, que debutó en el primer equipo con solo 15 años. Además hay que añadir a otras jóvenes, vinculadas con el Paterna de la Liga Femenina Challenge, como Laia Lamana y Elena Buenavida, que han disfrutado de minutos y que, en el caso de la segunda, fue importante en la final con 19 años recién cumplidos.
La cantera se ha convertido en una prioridad para Juan Roig, el propietario de este club que es heredero de la antigua sección de baloncesto del Valencia CF. Alguien que conoce las consignas de Roig es su director general en el club, Enric Carbonell. “En las asambleas de la ACB siempre digo que, por suerte o por desgracia, nosotros tenemos tres equipos: el buque insignia, que es el masculino, uno femenino y L’Alqueria, que tiene la misma importancia porque la labor de mecenazgo no se sostiene sin las tres patas. El equipo femenino, por haber nacido más tarde, es donde se refleja más esa unión, una conexión especial, con la L’Alqueria porque se ha nutrido de ella desde muy pronto. Tenemos la obligación de dejar espacio a las jugadoras de L’Alqueria”.
El mecenas invirtió 18 millones de euros en esta instalación de 1.500 metros cuadrados que cuenta con 13 pistas de baloncesto —nueve de ellas cubiertas—, un gran gimnasio y salas para médicos y fisioterapeutas. Por detrás, se recorta ya en el horizonte el esqueleto del Roig Arena, una instalación inspirada en el deslumbrante Chase Center de los Warriors o el O2 Arena de Londres. Un regalo de Juan Roig a la ciudad que cuesta 220 millones y que transformará por completo el barrio. Su aparición repercutirá en la economía local, según el Instituto Valenciano de Finanzas (IVF), en más de 10 millones de euros anuales. El Roig Arena, que estará acabado entre 2024 y 2025, será la casa del Valencia Basket, pero nace con la aspiración de atraer a los mejores artistas y los mejores espectáculos del mundo.
Ahí también jugará el equipo femenino, que en el playoff ha metido a más gente en el pabellón de la Fuente de San Luis —rozó los 7.000 espectadores en el primer partido de la final— que el masculino, que lleva una temporada aciaga. La sección femenina es fruto del empeño de Manolo Real, una persona crucial en este proyecto. Real fue en su día director deportivo del equipo masculino y, posteriormente, entrenador del Ros Casares.
Ese equipo ganó ocho Ligas y llegó a ser campeón de Europa con Roberto Íñiguez. Luego desapareció. Solo sobrevivió su cantera, un grupo de 150 niñas que pasó a dirigir Real en el modesto pabellón de la Malvarrosa, en el barrio marinero de la ciudad. En 2014, el entrenador se reunió con Toni Muedra, entonces director deportivo del Valencia, y le ofreció crear una sección femenina con esas chicas. Juntos, con algún entusiasta más, se sentaron con el presidente, Paco Raga, amigo personal de Roig y su mano derecha en el baloncesto, y éste convenció al patrón para dar el paso adelante.
El equipo empezó en la Liga Nacional en 2014. En dos años ascendió a la Liga Femenina 2. Un par de temporadas más y, en 2018, ya de la mano de Burgos, alcanzó la Liga Femenina. Cada año da un paso más: la Eurocup en 2020, la Supercopa española y europea en 2021 y este título de Liga, después de quedarse a un triunfo de la Final Four en la Euroliga, en 2023.
Con esta estructura y un equipo marcado por el talento y la personalidad de jugadoras nacionales como Raquel Carrera, Queralt Casas, Cristina Ouviña y Leti Romero, el Valencia Basket aspira a marcar una era en España, como ya hicieron antes el Ros Casares y el Dorna Godella, aunque para emularlos debería ganar la Euroliga, un reto que ahora mismo, con dos transatlánticos como el Fenerbahçe y el Çukurova, se antoja complicado.
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