Ndikumwenayo, campeón de Europa de cross pese a la soledad, una anemia y una gripe: “Estuve a punto de renunciar”
El atleta nacionalizado solo ha podido ver dos semanas a su recién nacida, que vive con su mujer en Burundi, y en Navidad estará lejos de ellas por la dura burocracia y porque tiene que preparar el Mundial


Thierry Ndikumwenayo (Kyriama, Burundi; 28 años) cuenta durante su viaje de regreso desde Lagoa, al sur de Portugal, donde las playas fantásticas del Algarve, a Castellón, donde vive, que su apellido significa ‘estoy con Dios’. Y así se siente el atleta que el domingo se proclamó campeón de Europa de cross individual y por equipos, aunque explica que el último trimestre ha sido peliagudo: la frustración del Mundial de Tokio; el nacimiento de su hija, la primera, y la obligación de dejarla atrás en dos semanas, a ella y a su mujer, porque aún no ha conseguido los papeles para traerse a España a su familia; una anemia durante la concentración en Sierra Nevada, y una gripe que estuvo a punto de arruinar su primer título europeo.
“Estaba mal”, recuerda el flamante campeón. “La noche antes del día que viajábamos a Sevilla, me encontré muy mal. No pude ni dormir. Tenía gripe, dolor de cabeza y de garganta. Estuve a punto de comunicarle a la federación que renunciaba, que no podía viajar. Pero al ser una gripe, pensé que tenía tres días para mejorar y, así, ayudar al equipo a intentar ganar una medalla por selecciones. Pero cada día iba a peor. Cuando salía a rodar me costaba mucho respirar. No sabía qué hacer, pero decidí esperar hasta el domingo”, relata Ndikumwenayo, que sabe que es el mejor corredor de campo a través en España y que, aun lejos de su mejor versión, podía ser vital para que la selección subiera al podio.
A statement victory 🇪🇸🔥
— European Athletics (@EuroAthletics) December 14, 2025
Thierry Ndikumwenayo claims men’s gold at the European Cross Country Championships in Lagoa. #Lagoa2025 pic.twitter.com/kwxTM0MsUI
El día de la carrera, el domingo, se encontró mejor, pero aún tenía dificultades para respirar. El circuito de Lagoa, además, empezaba con una fuerte pendiente y a Ndikumwenayo le costaba meterse en la cabeza del grupo. “El circuito era duro y estrecho, y me costaba mucho colocarme. No lo logré hasta pasado el primer kilómetro”. Luego encontró su sitio e intentó marcar las diferencias. Apretó el ritmo y se marchó con Jimmy Gressier, el campeón del mundo de 10.000m hace tres meses. “Él estaba muy fuerte y a mí me costaba mucho seguirlo, por eso me quedé a su espalda y no intenté nada más que no descolgarme: iba sufriendo mucho”.
En la última vuelta pensó que no tenía nada que perder y, al ver que era un circuito con tantas curvas y tan angosto, decidió jugar con Gressier como si fuera una carrera Fórmula 1. “La última vuelta fue increíble. Él no paraba de mirar hacia atrás y veía que no me soltaba. Yo le pasé para ver cómo estaba en realidad. Luego él me volvió a pasar. Fue increíble. Cuando faltaban 300 o 400 metros, me puse delante a tirar y sufrí mucho hasta la meta. Pero le gané. En realidad, yo siempre le he ganado, salvo en Tokio”.
De aquel Mundial en pista salió muy decepcionado. No fue como esperaba y se marchó a Burundi “muy triste”. La pena duró una semana. Hasta que nació su hija, a la que han puesto de nombre Kaysha (que significa ‘regalo de Dios’) Camila (‘como un ángel) Imaé (‘bendición’) Ndikumwenayo. Aunque no olvidó aquel triunfo fastuoso de Gressier al sprint en el Estadio Nacional de Japón. “Me fui realmente triste, pero aquella derrota me sirvió de motivación”.
No pudo recrearse mucho junto a su mujer y la recién nacida. El Europeo empezaba a despuntar en el horizonte y quería su primer título de campeón. Ndikumwenayo, que entrena con Lluís Torlà, un antiguo marchador que llegó a ser bronce en un Mundial sub-20, se fue de concentración a Sierra Nevada. Pero la preparación del Europeo se complicó porque le salió mal una analítica que detectó una anemia y era conveniente dejar la altitud y regresar a Castellón.
La medalla de oro le ha devuelto la felicidad a este atleta que recibió el permiso para competir como español en 2023. Aunque nunca le suelta el runrún de sentirse lejos de su familia. Ndikumwenayo lleva meses intentando superar la burocracia que le impide llevar a su mujer y a su hija a Castellón. Pero no hay manera. “La verdad es que es algo que me preocupa. Tampoco voy a poder ir en Navidad porque tengo que preparar el Mundial de cross, y eso me da mucha pena. No voy a poder viajar a Burundi hasta marzo, y eso es muy doloroso para mí. A ver si hay suerte y lo conseguimos antes”.
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