Fátima Diame, una medalla de bronce a pie cambiado en salto en el Mundial de Nanjing
La atleta valenciana, que esta temporada ha cambiado el pie de batida por una lesión, acaba tercera en la final de longitud en pista cubierta, como hace un año en Glasgow y como su amiga Ana Peleteiro


A las siete de la mañana, cuando sonó el despertador para Fátima Diame, Ana Peleteiro, su compañera de habitación, estaba roque. La gallega dormía feliz después de haber ganado la víspera una medalla de bronce, así que esta vez, al contrario de lo que ocurrió en el Europeo de Apeldoorn, hace dos semanas, no le puso el himno del Celta ni ninguna música para levantar el ánimo de su amiga. No le hizo falta. La valenciana regresó horas después con otro tercer puesto en la final de longitud gracias a un mejor salto de 6,72m. La segunda medalla para el atletismo español en el Campeonato del Mundo en pista cubierta de Nanjing (China).
Fátima Diame sonríe después de ganar su segunda medalla consecutiva en un Mundial indoor. Otra vez de bronce. “Ya no me bajo del carro”, dice, feliz por verse de nuevo entre las mejores. El lugar que le corresponde por talento, por un potencial que todo el mundo ve y que a ella le costó creerse. Pero sus éxitos son un canto al inconformismo. La saltadora decidió en 2021 volar del nido, dejar el grupo de entrenamiento de Rafa Blanquer, un segundo padre para ella, para mudarse a Guadalajara, donde entrenaban las mejores, como Peleteiro, Yulimar Rojas o Tessy Ebosele, Había sufrido mucho. No era feliz y la ansiedad la había dejado en el chasis.
Diame no se fue de vacío de Valencia. Antes, Blanquer, el primer español en superar los ocho metros en longitud, le enseñó a saltar con las dos piernas. “Algún día puede serte útil”, le dijo. Años después, un dolor en el pie comenzó a angustiar a la alumna de Iván Pedroso, su nuevo entrenador. Un edema óseo en el talón le impedía batir en plenitud con la pierna derecha. Así que decidió cambiar, recordar la enseñanza de Blanquer, y probar con la izquierda. El cambio tenía su intríngulis. La carrera tuvo que recortarla un paso y el vuelo pasaba a convertirse en un simple impulso, sin patada en el aire, sin alardes.
🔥¡¡FÁTIMA DIAME (@Fatimadiame) NO FALLA Y SE LLEVA EL BRONCE!!
— Teledeporte (@teledeporte) March 23, 2025
🥉Repite el resultado logrado en Glasgow y consigue su segunda medalla en Mundiales y la segunda de la delegación española (@atletismoRFEA) en Nanjing #WorldIndoorChamps #AtletismoRTVE pic.twitter.com/ZiE17yoRDp
La primera experiencia, en el Campeonato de España, no fue buena. Diame, de 28 años, se quedó fuera del podio. En el Europeo ya estuvo cerca de las medallas y terminó cuarta. Ese resultado la animó a hacer un esfuerzo más. A subirse al avión de la selección española y volar hasta Nanjing, en el delta del río Yangtsé. Ese empeño tuvo premio. El primer salto de Diame en el Cubo de Nanjing fue bueno. La valenciana entró en la tabla a 33,4 km/h, batió y solo regaló un margen insignificante, 2,5cm. Un vuelo hasta los 6,72m. Solo una atleta, la tejana Claire Bryant, saltó más que ella: 6,76m. Era su día. La estadounidense, forjada con los Gators de la Universidad de Florida, mejoró en el tercero hasta 6,90m, y en el quinto, hasta 6,96m. El oro era suyo. Su primer Mundial y su primer título. Falló la bahameña Anthaya Charlton, la hermana pequeña de la plusmarquista mundial de 60 metros vallas, Devynne Charlton, que había saltado 6,98 este invierno, pero acusó la inexperiencia, a sus 21 años, y terminó sexta.
Diame comenzó a arriesgar. Pero Pedroso siempre le dice que ella es buena cuando no piensa y salta relajada. “Cuando ya quiero ir a por la marca, me bloqueo”, reconocería después.

Las rivales no mejoraban y Diame se mantenía segunda con el paso de las rondas. En el último, cuando ya tenía una medalla en el bolsillo, la suiza Annik Kälin, una atleta que en los Juegos de París fue cuarta en el heptatlón, logró un salto más largo (6,83m) y bajaba a la española del segundo al tercer puesto. No pudo responder Diame y se tuvo que conformar con una medalla de bronce que, mirado con perspectiva, recordando esos días de tanto dolor, es un éxito rotundo. “Ha sido una pista cubierta muy dura, como ya dije en el Europeo. Estoy muy contenta pero estaba muy bien y los nulos eran muy largos. Aunque me he encontrado un poco cansada, pero me veía ahí en la lucha. No sé si 6,90 iba a ser capaz pero más de 6,80 sí. Es una medalla, no me voy a quejar”.
La sesión de la mañana en Nanjing dejó una de las grandes sorpresas del Mundial. La ucrania Yaroslava Mahuchikh, la plusmarquista mundial de salto de altura y campeona olímpica, solo pudo ser tercera en una final dominada por dos australianas que saltaron 1,97m: Eleanor Patterson, que se llevó la plata, y Nicola Olyslagers, la saltadora de la libreta, donde anota sus sensaciones nada más bajarse de la colchoneta, que revalidó el título conquistado el año pasado en Glasgow. La historia se repetía: desde aquel Mundial nadie había logrado derrotar a Mahuchikh. Australia no conseguía un oro y una plata en la misma prueba desde 1968.
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