Samaranch, Coe, Kristy Coventry...
En marzo el COI elegirá nuevo presidente. Será el décimo desde 1894. El exatleta suena como estrepitoso favorito
El COI elegirá nuevo presidente el próximo mes de marzo, en una sesión en Grecia que se extenderá del 18 al 21. Será el décimo desde 1894, lo que revela gran estabilidad en los mandatos. Más si se tiene en cuenta que en la práctica sólo han sido ocho, pues el primero, el griego Demetrios Vikelas, fue colocado por Pierre de Coubertin con vistas a Atenas 1896, los primeros Juegos, reservándose para sí el de secretario general. Terminados esos Juegos inaugurales, Coubertin tomó la presidencia por 29 años (1896-1925). Le sucedieron Henri de Baillet Latour (1925-42), Sigfrid Edstroem (1942-52), Avery Brundage (1952-1972), Lord Killanin (1972-1980), Juan Antonio Samaranch (1980-2001), Jacques Rogge (2001-2013) y Thomas Bach (2013-2025).
A mediados de septiembre se cerró la admisión de candidaturas, con siete aspirantes. Cuatro presiden una federación internacional: Sebastian Coe (inglés, 67 años), atletismo; David Lappartient (francés, 51), ciclismo; Morinori Watanabe (japonés, 65), gimnasia; y Johan Eliasch (sueco, pero miembro del COI por Gran Bretaña, 62), esquí y snowboard. Los otros son: Kristy Coventry (zimbabuense, 41), ministra de deportes de su país y ganadora de siete medallas olímpicas en natación; Feisal al Hussein (jordano, 60), miembro del COI desde 2010, y perteneciente a su ejecutiva; y Juan Antonio Samaranch Salisachs, hijo de Juan Antonio Samaranch Torelló, el que fuera presidente del organismo durante 21 años. Samaranch Salisachs (64 años) es miembro del COI desde 2001, es vicepresidente del organismo, presidió el comité de coordinación de Pekín 2022 y preside el consejo de dirección de Olympic Channel Services.
A partir de su nominación oficial sólo les es autorizado hacer público un documento de candidatura, promocionarse en sus redes sociales y conceder entrevistas. No podrán pagar publicidad ni convocar mítines o participar en debates ni referirse a otros candidatos ni ofrecer regalos. Y deben comunicar todos sus viajes.
La atención se nos va hacia las posibilidades de Samaranch, cuyo padre fue el mejor de todos los sucesores de Coubertin. Heredó un COI abrumado por boicoteos, indeciso en el pleito China-Taiwan, empantanado en el debate del profesionalismo y con dificultades para hallar ciudades candidatas, por su fama de dejarlas arruinadas. Devolvió un movimiento olímpico más fuerte de lo que nunca estuvo. Algún respaldo supone, desde luego, pero más ha de pesar su buen trabajo en el COI a lo largo de lo que va de siglo.
En principio suena como estrepitoso favorito Sebastian Coe, todo un retrato robot para el cargo. Héroe olímpico en atletismo, salvador junto a su compatriota y antagonista Steve Ovett de Moscú 1980, donde acudieron contra el criterio de la mismísima Margaret Thatcher; y después, presidente del comité organizador de Londres 2012 y presidente de la federación de atletismo. Celebridad mundial, hombre de exquisito trato, aún retengo el discurso ganador con el que obtuvo para Londres los Juegos de 2012, en sesión del COI en Singapur, con Madrid como una de las derrotadas, junto a París, Moscú y Nueva York. Un canto al deporte que nos dejó extasiados, algo así como Carros de Fuego convertida en discurso.
Pero no es un hombre grato a sus iguales, quizá porque no los trata como tales. En los delicados temas con Rusia tomó decisiones propias, al margen de lo que opinaran las otras federaciones. Y peor fue que el día siguiente a una reunión de las federaciones olímpicas él anunciara que pagaría a los atletas por las medallas, algo que no había comentado. Al resto les dejaba en mal lugar ante sus propios deportistas.
El COI lo componen 111 miembros, de los que 15 son presidentes de federación internacional y 15 presidentes de comité olímpico. Para Sebastian Coe será difícil recaudar votos entre esos 30. Pesca en caladero menguado. Pero sigue siendo Coe.
Aparte de él y de Samaranch, existe la figura de Kirsty Coventry, por la que Bach hace fuerte campaña interna, y no hay que olvidar que muchos de los votantes han llegado al COI con él y por él. Aparte de ser una excampeona de natación con presencia en cinco Juegos (2000-2016) y dos oros, cuatro platas y un bronce (2004-2008), es ministra de deportes en su país (única persona blanca del gabinete), y presidió con acierto la comisión de atletas. Bach sostiene que ya es hora de que el COI lo presida una mujer y también de que el cargo salga de Europa. Todos los presidentes han sido europeos salvo Avery Brundage, norteamericano, que para el caso viene a ser lo mismo. Entre los 111 miembros del COI hay 54 no europeos, 17 de ellos africanos. Mujeres hay 47.
La dinámica de la votación es como la de las ciudades-sede: en cada ronda se va eliminando el último. Los connacionales de alguno de los candidatos (por ejemplo, los dos miembros españoles, Pau Gasol y Marisol Casado) deben abstenerse mientras no sea eliminado. En principio se supone que Samaranch tiene el suelo de voto más alto, pero la cuestión no es tanto el punto de partida sino dónde irán a parar los votos de los sucesivos eliminados.
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