Carlsen firma su peor comienzo en un Mundial de Ajedrez Rápido
El ‘número uno’ gana una partida de cinco, pierde otra, roza la derrota en dos empates y es el 83º de 180 tras la primera jornada en Nueva York
Magnus Carlsen falla con cierta frecuencia en las primeras jornadas de los torneos. Pero no con tanto estrépito como este jueves en el Mundial de Rápidas, que ha ganado cinco veces (incluidos los de 2022 y 2023), y sólo cinco días después de arrasar en Oslo la final del circuito Champions Chess Tour. En Nueva York es el 83º de 180 participantes, con 2,5 puntos en cinco partidas de las trece previstas. Para el prestigio del noruego, triunfar en las modalidades rápidas es fundamental porque apenas disputa torneos de ajedrez clásico y ha renunciado a ese título mundial.
El mediodía del jueves era frío (3º sobre cero) pero de sol radiante en Washington Square, el parque de Manhattan donde el ajedrez es más popular e interclasista, porque reúne a vagabundos, profesionales y millonarios; por ejemplo, en esas mesas pasó muchas horas el mítico actor Humphrey Bogart (1899-1957), jugando por unos dólares cada partida para subsistir antes de ser famoso.
Marcel Anderson, entrenador profesional de ajedrez, estaba sentado ante el tablero y las piezas, con el reloj de competición preparado a su derecha, deseoso de completar sus ingresos con aficionados prestos a dejarse un dinerillo por un rato de diversión muy intensa. “Mi sitio es este. Me encantaría ir al edificio de Wall Street [el Cipriani, junto a la Bolsa] donde se juega el Mundial de Rápidas desde esta tarde, pero eso está muy lejos de mis posibilidades económicas”, explicó a EL PAÍS.
En efecto, entrar en la gran elegancia del Cipriani durante el Mundial es muy caro: desde 66 dólares (63 euros) por una sola ronda (220 la jornada de cinco) hasta 1.500 por un pase VIP para los cinco días (tras el Mundial de Rápidas, del 26 al 28, se disputará el Relámpago, el 30 y 31). Pero Anderson y millones de aficionados de todo el mundo siguen las partidas gratis, en directo o diferido, por internet.
Y este jueves empezaron viendo hechos llamativos, pero no sorprendentes para los asiduos. Carlsen llegó tarde, como acostumbra; o, mejor dicho, al filo de la navaja, cuando el millonario kazajo Timur Turlov, presidente de Freedom Holding, principal patrocinador, tenía ya la mano preparada para el saque de honor en la primera mesa. Su rival no era nada fácil: el estadounidense Awonder Liang, de 21 años, entrenado a veces, cuando era juvenil, por el excampeón y leyenda viva Gari Kaspárov, exiliado en Nueva York desde 2013 porque su vida corría peligro en Moscú.
Como siempre, Carlsen exprimió sus recursos hasta la última gota, pero Liang aguantó firme y arrancó un empate. Una hora después, el noruego hizo pagar los platos rotos al montenegrino Denis Kádric, a quien barrió del tablero sin contemplaciones y con brillantez. Todo parecía encarrilado tras el típico tropiezo (incluso en partidas lentas) del número uno en la primera ronda.
Pero esta vez no. Carlsen volvió a tropezar en la siguiente con un rival muy inferior en teoría, el húngaro Gleb Dudin, quien le sacó otro medio punto tras desperdiciar una posición ganadora. Al escandinavo le ocurrió lo mismo a continuación frente al ruso (con bandera de la Federación Internacional, FIDE) Alexánder Shimánov. Pero lo peor estaba por llegar, en forma de derrota en la quinta ronda (última de la primera jornada) ante otro joven prometedor: el bielorruso (también con la enseña de la FIDE) Denis Lazávik, de 18 años.
Tras felicitar cortésmente a su verdugo, Carlsen salió despavorido. Su padre y representante, Henrik, no ha respondido a este periódico hasta el momento de publicar esta crónica a la pregunta de si hay algún motivo lógico (diferencia horaria con Oslo, por ejemplo) que pueda explicar el desastre. Hay un precedente similar, pero no tan malo en cuanto al número de puntos: en el Mundial de Rápidas de 2018, Carlsen perdió las dos primeras en San Petersburgo (Rusia), mas ganó las tres siguientes, aunque su remontada no sirvió para llevarse la medalla de oro (terminó 5º).
Dado que es uno de los mejores ajedrecistas de la historia, nadie duda de que su remontada es posible en Nueva York, donde los cuatro líderes provisionales (con 4,5 puntos) son inesperados: el ruso (con bandera FIDE) Volodar Murzin, el armenio Shant Sargsyán y los estadounidenses Leinier Domínguez (de origen cubano) y Daniel Naroditsky; el español Alan Pichot tiene 3,5; David Antón, 3; José Carlos Ibarra, 2; y el prodigio argentino Faustino Oro, de 11 años, 2. En el Mundial Femenino, Sara Khadem y Marta García tienen dos puntos tras cuatro rondas.
Aunque a Carlsen le motivan los grandes retos, y ganar los Mundiales de Rápidas y Relámpago es uno de sus objetivos más importantes de 2024, cabe preguntarse si no estaría mucho más a gusto este viernes divagando en el parque con Marcel Anderson: “Hace unos años pasó por aquí. Yo no estaba aquel día, pero sí coincidí en las visitas que hicieron otros grandes jugadores, como Hikaru Nakamura o Hans Niemann. Obviamente, no vienen para jugar por dinero sino como una cortesía hacia nosotros, los que estamos cada día. Es también una muestra de respeto, porque el ajedrez debe ser para todos, no sólo para quien pueda pagar entradas muy caras”.
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