El atleta Ouassim Oumaiz, campeón de España de 5.000m, positivo en un control antidopaje
El mundillo del deporte creía indetectable la GHRP-2, la hormona de crecimiento hallada en enero en la orina del malagueño
Con el positivo del atleta Ouassim Oumaiz, de 24 años y campeón de España de 5.000m, se desvanece un mito y se reafirma otro.
No, la hormona peptídica GHRP-2 hallada en la orina del atleta malagueño no es invisible para los laboratorios antidopaje, como se creían tantos deportistas que habían llegado a tan alentadora conclusión basados en las deprimentes estadísticas del último quinquenio publicadas por la Agencia Mundial Antidopaje (AMA).
Sí, el atletismo español tiene un problema de dopaje. El sistema sigue funcionando. En la final de los 5.000m del Mundial de Budapest, en agosto pasado, participaron dos atletas españoles. Los dos están suspendidos por infracciones a la normativa antidopaje. Mo Katir, que ganó la medalla de plata, cumple una sanción de dos años por incumplimiento de las normas de localización, y Oumaiz, 16º en Budapest, está suspendido provisionalmente por un positivo producido tras un control fuera de competición en enero pasado, según reveló Marca y confirmó el entrenador del atleta, Antonio Serrano. “Me lo comunicó el martes por la tarde”, dice Serrano. “Y me dijo que estuviera tranquilo, que él no había tomado nada, que todo se aclararía. Pero yo le dije, ‘está en tu cuerpo’. Yo confío en todos, pero no puedo seguir con un atleta así. Ya le dije, ‘tira de la manta y reconócelo”.
Oumaiz, nacido en Marruecos y criado desde niño en Nerja, donde su padre trabaja como camarero en el conocido chiringuito Ayo, el de Verano Azul, es un talento desde joven, subcampeón europeo de cross en 2018, y, según su entrenador y su agente, Miguel Mostaza, “un atleta especial” que lleva sin competir en ninguna especialidad, ni cross, ni asfalto, ni pista, desde diciembre pasado. “Le gusta estar solo, no suele entrenarse con ningún otro atleta del grupo””, dice Serrano, que entrena a los mejores fondistas y mediofondistas del atletismo español. “Conecta y desconecta, no es regular. Estaba desconectado desde el Europeo de cross, el 10 de diciembre, en el que sufrió una decepción (24º). Y ahora estaba lesionado de la espalda”.
Oumaiz está becado y vive en la Residencia Blume, en Madrid, donde el 11 de enero llamaron a su puerta los controladores de la CELAD, pero, como todos los atletas de resistencia, suele pasar temporadas concentrado en altura, en Sierra Nevada o en Ifrane, en el Atlas marroquí, lugar de mala fama en el mundillo del atletismo por la facilidad con la que se consiguen allí productos prohibidos. “Pero él me decía que iba a Ifrane porque sus padres tienen allí una casa”, dice Serrano. “Y que él no hacía nada malo”. Pese a ello, otros atletas se lo echaban tanto en cara que el pasado verano, tras proclamarse campeón nacional de 5.000m en Torrent, Oumaiz reaccionó diciendo que para comprar lo que fuera no había que ir a Marruecos. “Aquí mismo, en Torrent”, dijo, “quien sepa lo que quiera lo puede conseguir fácil”.
Según fuentes policiales la GHRP-2 es la sustancia líder del hit parade del dopaje en la actualidad. El mito sobre su invisibilidad, sus magníficos efectos para convertir la grasa en músculo y la facilidad con la que se puede adquirir por Internet la hacen tan popular. “En 2021 se detectaron en todo el mundo solo dos casos de GHRP-2, y en 2019, ninguno, y son los dos últimos informes publicados”, explica Rosa Ventura, directora del laboratorio antidopaje de Barcelona.
La AMA señala que entre 2015 y 2021 se multiplicaron por tres, hasta 70.000, el número de análisis de orina en busca de la sustancia, que precisa de un método de detección diferente al de la mayoría de los productos de la lista. La memoria de los atletas, sin embargo, y las estadísticas, no es la de los aficionados, que recuerdan la epidemia de GHRP-2 en 2017. Seis ciclistas, incluido el español Samuel Sánchez dieron positivo por la hormona y sancionados cuatro años. El asturiano probó posteriormente la contaminación de un suplemento y su sanción se quedó en dos años.
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