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PARA LEER
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Boxear para vivir

En ‘K.O’, José Ignacio Pérez relata cómo el boxeo era un deporte con gran prestigio entre el nazismo; Hitler lo ensalzaba de una forma que, muy probablemente, lo hizo más popular entre los oficiales y soldados

Libro K.O. de José Ignacio Pérez.
Libro K.O. de José Ignacio Pérez.
Pedro Zuazua

En aquella pregunta —y en la respuesta— estaba el destino de varias vidas. “¿Quién sabe boxear?”, preguntó un soldado nazi al grupo de personas que acababa de llegar a Auschwitz. La cuestión flotó en el aire durante algunos segundos, insertada entre gritos, órdenes y falsas promesas. Rodeada de seres humanos extremadamente delgados, con los ojos hundidos. Los recién llegados no lo saben, pero pisan sobre cenizas.

El prisionero Noah Klieger, el número 172345 levanta la mano. No sabe por qué lo ha hecho. Hay algo en el ambiente que le empuja a hacerlo. “Tenía un presentimiento. Fue algo visceral. No pensé con el cerebro, lo hice con las tripas. Me dije que, si querían boxeadores, debería de ser para algo bueno”, explicaba 75 años después el propio Klieger al periodista José Ignacio Pérez, autor del libro K.O. Auschwitz (Córner).

El boxeo era un deporte con gran prestigio entre el nazismo. En Mi lucha, Hitler lo ensalzaba de una forma que, muy probablemente, lo hizo más popular entre los oficiales y soldados. En el campo de concentración ubicado en Polonia fueron asesinadas más de un millón de personas. En medio de aquel exterminio, de aquella falta de humanidad, la vida se abría paso a través de pequeñas grietas que se convirtieron en el camino a la supervivencia de muchos. En Auschwitz había una sala de boxeo con ring y sacos de arena. Un gimnasio en un lugar pensado para la aniquilación masiva de personas. Un espacio en el que se celebraban combates al que asistían centenares de miembros de las SS. Algo que, coinciden casi todos los supervivientes, es difícil de comprender para alguien que no lo haya vivido. A través de los testimonios escritos y orales de varios supervivientes del campo de concentración, el autor reconstruye la estremecedora historia de los presos que tuvieron que boxear para salvar sus vidas. Un relato sobre la concatenación de pequeños milagros que llevó a algunos de ellos a sobrevivir.

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Sobre la firma

Pedro Zuazua
Licenciado en Filología Hispánica por la Universidad de Oviedo, máster en Periodismo por la UAM-EL PAÍS y en Recursos Humanos por el IE. En EL PAÍS, pasó por Deportes, Madrid y EL PAÍS SEMANAL. En la actualidad, es director de comunicación del periódico. Fue consejero del Real Oviedo. Es autor del libro En mi casa no entra un gato.
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