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La victoria del SailGP español en Los Ángeles relatada por Diego Botín: “El mundo se paró para nosotros”

El líder del equipo de la competición de vela recuerda cómo consiguieron, para sorpresa de todo el mundo, el triunfo en la prueba californiana el 23 de julio: “Estamos acostumbrados a salir de hoyos profundos y eso nos da mucha fortaleza mental”

Diego Botin
Diego Botín baña a la tripulación con espuma de champagne Barón de Rothschild tras la victoria.Ricardo Pinto for SailGP (Ricardo Pinto for SailGP)
Carlos Arribas

Si a cualquier aficionado a la vela le preguntaran por los nombres de los mejores regatistas, seguramente en su lista no faltarían los nombres de Tom Slingsby, Ben Ainslie, Peter Burling o Jimmy Spithill, mitos olímpicos y de la Copa América años y años, y no faltaría quien viera sentido en añadir a continuación el nombre de Diego Botín, regatista cántabro, de 29 años, que, al menos, una razón tiene para poder sentarse en su mesa, la de haber conseguido una victoria en una carrera de SailGP, la liga que se considera la fórmula 1 del mar y en la que compiten 10 embarcaciones F50, catamaranes con foils que alcanzan velocidades de hasta 60 nudos, 100 kilómetros por hora, representando cada una a un país. Con Botín al volante. El F50 español consiguió la victoria el domingo pasado, en Los Ángeles, en la segunda carrera de la cuarta temporada, y solamente en la quinta prueba en la que lideraba al equipo español, puesto para el que le nombró en sustitución de Jordi Xammar a finales de la tercera campaña Russell Coutts, otro nombre mítico de la vela y patrón de la competición junto al dueño de Oracle, Larry Ellison. “Y lo ha conseguido con solo 19 días al volante del barco”, destaca la gente del equipo. “Solo 19 días y 500 noches sin sueño multiplicándose para analizar la data. No hay piloto que haya ganado más rápido que él”.

El barco español, que terminó último la tercera temporada, marcha segundo tras las dos primeras pruebas de la cuarta y recibió, nada más aparcar en el puerto de Los Ángeles, los elogios de Tom Slingsby, el que lleva el volante del barco australiano, prácticamente imbatible en SailGP (ha ganado la general de las tres temporadas disputadas y 13 eventos), y tercero en la regata de Los Ángeles tras España y Dinamarca. “Les vi entrenar y ya advertí a mi equipo, ‘cuidado con ellos esta semana, tienen muy buena pinta’. Están navegando bien, cada vez mejor. Es emocionante ver a otro aspirante ahí arriba”, dijo Slingsby, campeón olímpico en Londres 2012 y ganador de la Copa América en 2013. “Me recuerda a nuestra primera victoria y la euforia que nos invadió a todo el equipo”.

Diego Botín puede dar fe de que Slingsby, con todo lo que ha ganado en su carrera, no exagera con sus recuerdos de su primera victoria en SailGP. “Fue increíble. Nos quedamos impresionados. Cuando llegamos a tierra, todos los equipos estaban aplaudiéndonos”, cuenta el navegante santanderino. “De hecho, el Tech Team, las 100 personas del equipo técnico centralizado que preparan todos los barcos por igual, nos hizo pasillo, lo que que nunca habíamos visto antes. El Tech Team es todo el equipo que prepara los barcos porque como tienen que ir todos igual, es un equipo que está centralizado. Los otros equipos simplemente nos felicitaron. Tampoco teníamos tiempo para mucho más porque nosotros estábamos por las nubes en ese momento. Lo único que estábamos haciendo era festejar. El mundo se paró para nosotros”.

La victoria de la esperanza de un barco que apenas contaba forma parte de un proceso de cambio iniciado cuando solo quedaban tres carreras de la temporada anterior. El F50 español cambió de piloto y de CEO. “Hemos pasado por momentos muy duros como equipo últimamente, y realmente no esperábamos que esto sucediera”, dice Botín. “El cambio ha sido grande. En la tripulación solo quedaron en sus puestos Florian Trittel, manejando el ala, Joan Cardona, como táctico, y la estratega Nicole van der Velde, en sus puestos. Los dos primeros eventos solo pudimos navegar tres días y en condiciones complicadas para sacar muchas conclusiones. Eran días de campeonato en los que es muy difícil aprender. Lo principal era no romper el barco”.

En San Francisco, en mayo, la última regata de la temporada, tocaron fondo, lo que en cierta forma, fue magnífico, porque desde el fondo solo podían tirar para arriba y no pararon de crecer. “Llegamos con muchos cambios en la tripulación otra vez. No habíamos conseguido gente con compromiso para hacer todo el final de temporada. Hicimos un evento bastante malo, técnicamente estábamos bastante atrás”, analiza Botín. “Pero después de llegar a un acuerdo con los alemanes, un equipo nuevo en la liga avalado por Sebastian Vettel, pudimos quedarnos a entrenar allí tres días, y esos tres días fueron súper productivos. Ahí pudimos aprender, mejorar”.

Y rebotaron. En Chicago fueron quintos, y pensaron que ese era su límite, que más arriba no podían llegar. “Con ese quinto puesto sentíamos que no lo podíamos hacer mejor con el nivel que teníamos”, dice Botín. “Estábamos encantados con el resultado, pero sabíamos que igual que quintos podíamos haber quedado octavos. E hicimos un buen análisis de cuáles eran las prioridades para mejorar, de nuestros puntos débiles. Y tuvimos otra vez la suerte de tener un día de entreno muy bueno en Los Ángeles antes del evento, tres horas con mucho viento entrenando maniobras, y, de repente, nos sentíamos mucho más confiados con nuestra técnica del barco”.

Así se construye un equipo. Un espíritu. “Tenemos un equipo que tiene muy buenas individualidades en todos los puestos, supernavegantes [junto a Botín, Trittel y Cardona, la estratega Nicole van der Velden, el controlador de vuelo Joel Rodriguez y Stewart Dodson y Bernardo Freitas en los molinillos]. Yo siento que esto es un trabajo de todos. Tampoco hay una manera perfecta de hacer las cosas. Tienes que alinear un equipo y las ideas de un equipo hacia la misma dirección en todos los detalles. Tienes que crear una memoria muscular. Y eso es lo que nos da en esos días de entrenamiento. Trabajar y repetir, mucha repetición de un acuerdo de cómo hacer las cosas”, explica Botín. “Cuando analizamos las cosas, cuenta por igual la opinión de todos. Todos tenemos la misma voz. Todos aportamos en diferentes áreas. Hay mucho talento en el barco, en todo el barco. Y eso es otra clave. Yo solo no podría haber hecho esto ni de cerca. Obviamente hay una dirección marcada. Y es superimportante que esté esa dirección marcada. Pero no es una dirección que haya marcado yo solo. Es una dirección que se ha marcado en el equipo entre todos y muy liderada por nuestro entrenador, el neozelandés Hamish Wilcox, también”.

La competición de SailGP se traslada a Europa, con las pruebas de Saint Tropez, en la Costa Azul, Taranto, en el Jónico italiano, y Cádiz, entre septiembre y octubre. “El objetivo es hacernos los más completos posibles para repetir esto y poder estar peleando arriba con consistencia. Decimos que hemos hecho un fin de semana, que hemos navegado bien y que nos podemos merecer ganar este evento. Porque pensamos que hemos navegado para ganar y lo hemos conseguido. Obviamente esto no quiere decir que vayamos a ganar todos los eventos”, dice Botín. “En Los Ángeles, recorrido pequeño, mar plana y demás, fueron condiciones que nos maximizan las posibilidades de poder ganar”.

Pero antes de volver a los foils, el catamarán y las altas velocidades, Botín, en compañía de Florian Trittel, se centrará en agosto en las clases olímpicas, su otro yo. En La Haya se disputa el Mundial y la posibilidad de asegurar para su 49er una plaza en los Juegos de París 2024, que se regatearán en Marsella. “Estamos muy a tope, pero también lo estamos disfrutando. Estamos dando toda nuestra vida para este deporte, pero estamos encantados de ello”, reflexiona Botín. “Nos hemos acostumbrado a salir de hoyos profundos, y eso nos da mucha fortaleza mental, yo creo”.

La estratega española Nicole Van der Velden levanta el volante del barco rodeada de la tripulación tras la victoria en Los Ángeles.
La estratega española Nicole Van der Velden levanta el volante del barco rodeada de la tripulación tras la victoria en Los Ángeles.Adam Warner for SailGP (Adam Warner for SailGP)

El relato de 48 horas de montaña rusa junto a la colina de Hollywood

Así fueron las carreras en palabras del piloto español:

“El primer día de competición salimos sin ninguna expectativa. Con unos objetivos claros. Y bueno, los llevamos a cabo. Y nos quedamos impresionados con cómo estábamos yendo con respecto a la flota, con la capacidad de remontada que teníamos. Y haciendo un día muy bueno. Tácticamente lo hicimos muy bien. Joan Cardona en este aspecto es un crack. Volvimos a tierra confiados. No con expectativas de entrar en la final. Pero bueno, ¿quién sabía? Podían pasar muchas cosas el domingo. Y luego el domingo salimos ahí. Las salidas del sábado tampoco habían sido perfectas. Cambiamos un par de cositas. Teníamos un plan claro. Nos salió muy bien en la primera y conseguimos ganar esa primera prueba. Y eso nos coloca en una posición con muchas opciones de entrar en la final. Pero bueno, en SailGP los 10 barcos son iguales. En los 10 barcos hay muchísimo talento y gente muy buena y es muy fácil quedar atrás en una prueba y que tu contrincante para entrar en la final lo haga bien. Todo podía pasar, seguíamos con el mismo plan. Y justo ahí tuvimos una prueba dura. No hicimos la mejor salida. Tuvimos un penalti con el francés y encima el proceso de quitarlo no lo hicimos muy bien. Esto también es un poco de inexperiencia en esas situaciones. Venimos de clases olímpicas en las que cuando te ponen un penalti lo que haces es darte vueltas sobre ti mismo. Aquí hay unos jueces con un software en el que controlan los barcos en función de un GPS que tenemos nosotros en el barco y con eso deciden. Y hay que aprender un poco cómo funciona ese software y este circuito. La inexperiencia no nos permitió quitarnos ese penalti de la mejor manera posible”.

Y prosigue: “También tuvimos un problemilla con el carro del foque que mueve la vela adelante y no la podíamos meter dentro. Entonces cuando íbamos en ceñida contra el viento no corríamos lo suficiente. Y con una mala decisión también en la puerta de barlovento nos quedamos últimos. Sabíamos que el canadiense estaba cuarto y que teníamos que pasar a un barco para poder entrar en la final. Una buena decisión en la puerta de sotavento nos hizo pasar al suizo. Y cuando estábamos llegando arriba también hay un tiempo límite. Si la prueba dura más de 16 minutos el resultado que obtienes es el del puesto que tenías en la puerta de abajo, que habíamos llegado últimos. Entonces no había viento para foilear, quedaba un minuto para que se acabara la prueba. Y creo que pasamos por un par de segundos de la prueba. Uff. Entramos en esa final in extremis total. Una vez que entramos el foco estaba en hacer la mejor final que pudiéramos. Otra vez, la verdad, sin expectativas. Y nada, hubo un rol a la derecha justo antes de la salida. Pensábamos que nos teníamos que colocar los más bajos en la salida, lo más cerca posible del pin, de la boya de abajo. Y nada, lo conseguimos. Eso nos dio el mejor ángulo, conseguimos foilear [volar sobre el agua apoyados en los foils, unas patitas de carbono que levantan el catamarán y cortan el mar] antes que daneses y australianos y ahí nos separamos de ellos. Hubo un momento en esa final que nos quedamos sin viento y ellos venían foileando desde atrás. Fue un momento un poco tenso pero conseguimos aguantar delante de los daneses y nos llevamos la victoria. Nos asaltó un poco el fatalismo de siempre, de creer que algo nunca puede salir bien. Pero, bueno, aguantamos”.

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Sobre la firma

Carlos Arribas
Periodista de EL PAÍS desde 1990. Cubre regularmente los Juegos Olímpicos, las principales competiciones de ciclismo y atletismo y las noticias de dopaje.

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