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Manuel Merillas, la estrella del trail que prefiere dormir con su perro a hacerlo en un hotel

El ganador de Zegama, que este sábado intentará conquistar la Dolomyths Skyrun, una de las siete pruebas del Golden Trail Series, abronca a sus rivales por asumir demasiados riesgos en la montaña: “No se puede bajar descontrolado”

Manuel Merillas con su perro en la meta de Zegama.
Manuel Merillas con su perro en la meta de Zegama.The Adventure Bakery

Manuel Merillas (Valseco, León, 32 años) llega a Canazei, en el corazón de los Dolomitas, tras un viaje en furgoneta de 36 horas desde León. Con él va Zar, su perro, su compañero de entrenamientos por las montañas más escarpadas de Picos de Europa, su otro hijo, el primero con el que celebró en meta su triunfo en la Zegama-Aizkorri. La dupla es inseparable, así que el líder de las Golden Trail Series solo entra al hotel, que no admite mascotas, para coger la llave de cara a usar la ducha durante el fin de semana, pero vuelve a su casa sobre ruedas y busca un sitio donde dormir con él. “Es como si a un ciego le quitas el lazarillo”, dice a pocas horas de participar en el Dolomyths Skyrun, que se celebra este sábado.

Es la circunstancia con la que convive uno de los mejores corredores del mundo. “Si puedo dormir con Zar, lo hago, aunque sea en un huequecito pequeño”. Así es como le devuelve la fidelidad en su día a día. “Está hasta las narices de mis entrenamientos, ni te imaginas por dónde le meto. Es mi compañero de mi vida”. Desayunar, entrenar, comer, descansar, entrenar, cenar, dormir. Entre tres o cinco horas de actividad diaria en un enclave en peligro de extinción demográfico.

Una vida de ermitaño y un deporte para el que nació. “La vida me ha puesto las zapatillas. Con el ganado estaba siempre monte arriba y abajo. Sin quererlo, empecé a correr y descubrí un mundo. Pero ya estaba en él cuando no sabía ni que existía”. Una vida contracultural que él percibe como natural. “Tú dices que soy yo el raro, pero yo digo que los raros son los demás. De hecho, me considero el más normal; con mi locura, claro”. Porque cuando abrió el melón no pensó en un sitio en la élite. “No sabes por dónde vas a salir. Todos tenemos cualidades, pero si no las desarrollas, nunca vas a ser bueno”. Habla de una aspiración de bienestar como vehículo para llegar a la élite. “En una salida como la de mañana, todos están siempre con la ambición a riesgo de cualquier cosa. Yo quiero ser lo mejor posible mientras mi salud lo permita”.

Manuel Merillas tras llegar a la meta y ganar la Zegama-Aizkorri.
Manuel Merillas tras llegar a la meta y ganar la Zegama-Aizkorri.The Adventure Bakery

Y lo sostiene diciendo que no arriesga más de la cuenta en las bajadas, el fuerte de un atleta que sufre en el llano, en los terrenos fáciles. Elhousine Elazzauoi, segundo en Zegama, dice que Merillas baja en moto, pero él describe descensos cabales. “Parecerán bajadas de loco, pero son totalmente controladas. En las carreras ves a la gente pegándose de tortas por todos lados y yo no me he caído casi nunca. Soy yo el que echa la bronca a mis rivales porque van demasiados forzados, no van con el control que uno tiene que llevar. Yo podría bajar aún más rápido si fuera descontrolado”. ¿Cómo ha aprendido a bajar? “Haciéndolo por sitios mucho más difíciles de los que me voy a encontrar aquí”.

El leonés ha puesto en el mapa a La Cueta, un enclave que no llega a la decena de habitantes reales, pero no cree que su deporte vaya a evitar la despoblación. “Es una batalla perdida. Del trail viven cuatro chicos y cuatro chicas. Soy el único en León y Asturias que se ha ido a un pueblo perdido de la mano de Dios pudiendo vivir de su deporte”. Raíces, altura y nieve frente a las comodidades de una gran ciudad. Y tempestades para aclimatarse. “Meto los entrenos más largos cuando peor hace. En Zegama la gente se quejaba porque hizo malísimo; eso es un típico día de verano en mi tierra”.

Manuel Merillas durante la maratón vasca de Zegama.
Manuel Merillas durante la maratón vasca de Zegama.Martina Valmassoi

La victoria en la maratón vasca –en su séptimo intento– le hizo libre. “Un día tenía que ganarla porque ahí están los mejores del mundo”. Dedicará su verano a hacer alpinismo ligero en montañas técnicas, siguiendo los pasos de Kilian Jornet o Ueli Steck, al que sitúa como un genio entre diez generaciones. Habla de un proceso de años que se toma con calma. “Empezaré a hacer cosas que pueda hacer yo solo, nada de ir encordado en glaciares”. Porque aspira a un futuro en el Himalaya. “Es a lo que quiero tirar, aunque vivir de ello es más difícil que el trail. A ver si viene una marca potente tipo BBVA”, dibuja sonriente.

Lo dice un defensor de la meritocracia. “Puedes vivir del trail si eres un vendehúmos. Los influencers que no consiguen grandes puestos están chupando beneficios de gente que sí se esfuerza y está en el límite de ser profesional”. Tras su cuarto puesto en el Marathon du Mont Blanc, sin la complejidad técnica que le gusta, lidera las Series junto a Remi Bonet antes de correr este sábado en Dolomitas ante rivales que duermen en el relax de sus habitaciones. “No parten con ventaja, estoy acostumbrado a camastros de escobas y a estar en el raso en cualquier lugar. Y duermo mejor que ellos”.

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