Alcaraz se recompone ante Rinderknech en su debut en la hierba de Queen’s
El número dos salva un duro estreno en Londres frente al francés (4-6, 7-5 y 7-6(3), tras 2h 33m) y se medirá este jueves con el checo Lehecka, verdugo de Davidovich
Aquí hay trampa. De entrada, porque en lugar de comparecer Fils lo hace otro Arthur, otro francés. Se llama Rinderknech, llega con un par de partidos en las piernas –repescado a última hora por la baja de su compatriota, pero rodado– y le hace pasar un mal trago de aúpa a Carlos Alcaraz, que al final se recompone y salva este estreno áspero de Queen’s: 4-6, 7-5 y 7-6(3), tras 2h 33m. Al final sale del lío el número dos, quien si hace un par de días ya deslizaba que lo que viene es harto difícil –“en hierba no tengo tanta experiencia y los partidos que he jugado me han costado mucho”–, encuentra otro motivo para la sospecha: con solo seis intervenciones hasta ahora en un registro tan particular como el presente, los peligros se multiplican. No hay lugar seguro ni adversario asequible. En todo caso, gana tiempo –luego otra oportunidad para engrasarse de cara a Wimbledon, a partir del 3 de julio– y el jueves tendrá una cita con el checo Jiri Lehecka, verdugo un par de horas antes del malagueño Alejandro Davidovich (7-6(4) y 6-3).
“Al principio ha sido muy difícil adaptarme”, introduce el granador, que aspira a convertirse en el tercer español que conquista el torneo (ATP 500) tras Rafael Nadal (2008) y Feliciano López (2017 y 2019). “Es difícil jugar aquí, pero disfruto en la hierba y en Queen’s. Es un torneo que quería conocer. Ha sido una buena actuación por mi parte en mi primer partido de este año en esta superficie”, aprueba el de El Palmar, que el curso pasado no pudo asistir a la cita por unas molestias en el codo y que, por tanto, va descubriendo estos días un nuevo paraje. La aclimatación, no obstante, se resiste.
Alcaraz, al resto, se contonea de un lado a otro mientras por su mente revolotean más y más ideas, más y más dudas en realidad; señor lío, el que se ha formado ahí dentro. No hay manera de que el chico descifre el jeroglífico, de que salga de ese laberinto que conforme avanzan los minutos va estrechando los pasillos y eliminando puertas, agobiante, puñetero y hasta cierto punto desesperante. Es tenis, pero parece otro deporte; dos jugadores, otras tantas raquetas y una red, mismas dimensiones, sí. Pero un mundo completamente diferente. Tras dos meses y medio de lógica y guiones lineales, de la racionalidad que ofrece la tierra batida, el veinteañero se enreda en el inestable y complejísimo escenario de la hierba. Lo sabía, y la cruda realidad verde advierte a las primeras de cambio.
Parte bien el español, con media hora aseada en la que ensaya direcciones, prueba apoyos y cierra con autoridad los servicios. El despegue carbura, no pinta mal la cosa. Sin embargo, vuelan tres opciones de rotura (3-3) y conforme Rinderknech va asentándose, él pierde la claridad. Se desordena Alcaraz y, de repente, el césped le enseña las fauces. En un abrir y cerrar de ojos, porque bajo este registro las cosas transcurren así, todo muy rápido y sin previo aviso, comienzan los fallos y los movimientos pierden finura; coge demasiado alto un remate y el francés, tallo de 1,94 y brazos muy largos, le arrebata por primera vez el saque. Contragolpea el murciano (5-4), pero el rival incide. Es una tarde a contracorriente.
El trono, de nuevo a tiro
El plan no le funciona a Alcaraz. Parapetado en la línea de fondo, sufre las mil y una trampas que le plantea el formato. La bola se queda muerta en el bote y corrige tarde la distancia, si no le atropella en uno de esos cortados del francés. Rinderknech (27 años, 83º del mundo) no es ni mucho menos ningún virtuoso, pero se maneja bien, tiene saque y aborda con determinación la red, espacio tan definitivo en esto de la hierba. El registro refleja 76 aproximaciones, por las 35 del número dos. Set arriba, el galo aprovecha la indefinición del rival para imponer ritmo y amenazar seriamente con cerrar el duelo, hasta que Alcaraz recapacita, piensa que tiene poco que perder ya y rectifica. Abandona la trinchera. Objetivo: enredar. Su golpe enroscado viaja ahora más plano y abandona la zona de confort para aceptar el reto. Es eso, o la nada. O adiós a Queen’s.
Da varios pasos hacia delante, decanta el segundo parcial con un manotazo en el pasante y el enredo se transforma en un pulso de igual a igual, aunque el murciano no escapa en ningún instante a la incomodidad. Es más, Rinderknech sortea dos bolas de break primero y contragolpea fuerte a continuación, sin dar el brazo a torcer; esto es, 2-0 a su favor y luz roja en el box de Alcaraz, tutelado estos días por Samuel Sánchez –preparador de Pablo Carreño, adscrito también a la academia de Villena– hasta que Juan Carlos Ferrero se incorpore la próxima semana a la expedición. Lo observa el valenciano desde su casa: sudores fríos durante un buen rato, falta (lógicamente) adaptación. Pero, a la hora de la verdad, cuando hay que decantar, se premia el arrojo de su jugador. Sobrevive el de El Palmar.
Arropado por su padre y su preparador físico (Alberto Lledó), el protagonista tiene la opción de arrebatarle el trono al serbio Novak Djokovic antes del cercano desembarco en el grande británico; entre uno y otro, tan solo 420 puntos. Para ello, tendría que alzar el trofeo el domingo. Proclive a lo positivo, resuelve: “Nunca había jugado un torneo en hierba salvo Wimbledon [2021 y 2022], y quería probar aquí. Había visto este torneo por la televisión y siempre he pensado que es un lugar bonito para jugar, así que estoy disfrutando de cada segundo”.
“MIS EXPECTATIVAS AQUÍ NO SON MUY ALTAS, NECESITO ECHAR HORAS EN PISTA”
En pleno proceso de crecimiento, por mucho que los hechos y los datos lo señalen como un talento excepcional, Alcaraz se expresaba satisfecho por la victoria frente a Rinderknech y, todavía más, por la forma de levantar un pulso muy complicado; el primero sobre el verde en este 2023, el primero en Queen's.
“La hierba nunca es fácil. Durante el partido pensaba que iba a ir a mejor, que me sentiría mejor. Y necesito esto, horas en pista, jugar todo lo que pueda. Para mí es bueno tener un partido así de duro”, apreció el joven murciano en unas declaraciones recogidas por la agencia EFE; “he jugado dos torneos en hierba en mi carrera, solo siete partidos. Tengo que echar más horas en pista y coger más experiencia”.
Alcaraz admitió que sus expectativas de ganar el torneo “no son muy altas” y que prioriza el rodaje, aunque el día de mañana le gustaría registrar su nombre en el historial de un torneo histórico. De momento, superó un estreno muy peliagudo.
“Jugamos muchos partidos, muchos torneos durante todo el año y no puedes ofrecer el máximo nivel en todos ellos. Hay un alto porcentaje en los que no vas a estar a gusto. Pero, como dice Rafa [Nadal], esos partidos hay que sacarlos. Estoy aprendiendo a conseguirlo, a jugar mal, pero estar bien mentalmente para sacarlo. Hoy no he jugado a un gran nivel, pero también es por la superficie. Poder sacarlo te da mucha confianza”, recalcó.
Por encima de todo, el tenista español tiene por objetivo aprender a desplazarse y golpear con naturalidad. “Siempre he dicho que en esta superficie te tienes que mover bien, y a partir de ahí todo lo demás”, afirmó a EFE. “Hablando por mí, me gusta ponerme vídeos de Federer y de Murray, que son de los que mejor se mueven en hierba; no voy a hablar de Djokovic, porque resbala como si fuera tierra y ese no va a ser mi caso... Ya no es cómo golpean, porque cada uno tiene su estilo, pero ver cómo se mueven e intentar imitarlos”, concluyó.
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