Brahim Díaz, de los mensajes de Zidane al salto en el Milan
El atacante, que ya en Italia recibía las felicitaciones y el ánimo del francés, vuelve al Madrid a una delantera en reconstrucción
Hasta su regreso ahora al Madrid, la última foto de Brahim Díaz (Málaga, 23 años) vestido de blanco era una carantoña de Zinedine Zidane en el desierto de Valdebebas. La noche de julio de 2020 en la que el equipo ganó la Liga en casa, sin público por las restricciones de la covid, el técnico francés se acercó al joven en medio de las celebraciones y le pasó el brazo por el hombro después de que en toda la temporada apenas lo hubiera alineado 200 minutos. En los meses siguientes, con el atacante ya cedido en el Milan, los gestos de cariño del galo continuaron a través del teléfono móvil. Con motivo de algún gol como rossonero, el entrenador, todavía al frente del Madrid, le mandaba mensajes de felicitación y ánimo.
Tres temporadas más tarde, la nueva bienvenida al Bernabéu se la dará Carlo Ancelotti, con quien todavía no ha hablado. “Vuelvo más preparado, he madurado mucho dentro y fuera del campo. Cuando llegué [2019], era un niño. El talento es el mismo, pero hoy tengo más minutos y he disputado grandes partidos”, subrayó este martes durante su presentación, visiblemente nervioso.
El retorno se fue fraguando en los últimos meses y se concretó hace unas semanas. Si en enero de 2019 fichó por un Madrid en plena reconstrucción ofensiva tras la salida de Cristiano Ronaldo, ahora aterriza en un conjunto que se había quedado con solo dos piezas arriba (Vinicius y Rodrygo) y sigue buscando munición de Champions para su delantera. “Puedo jugar en las tres posiciones del ataque y en el centro. Manejar las dos piernas me da ventaja”, apuntó sobre sí mismo Brahim en un momento en que la atención se repartía entre él y el nuevo serial a cuenta del futuro de Kylian Mbappé.
Entre mensaje y mensaje de Zizou, su aventura en el Milan arrancó en otoño de 2020 por la necesidad de sumar minutos (en el City tampoco los había tenido) e ir despojándose de capas de inocencia. Allí trabó una gran relación con Theo Hernández e hizo buenas migas con Rafael Leão, con quien se inventó una celebración conjunta. La primera campaña le resultó más complicada, pero su línea fue ascendente hasta llegar al curso recién terminado, el de más peso —a su juicio— de su trienio italiano, el que lo ha acercado a la Castellana.
Una Serie A, 18 goles y 15 asistencias en 124 partidos fue su botín contable de rossonero. En lo simbólico, la grada le dedicó un cántico similar al que tenía Kaká y en la segunda temporada recibió el dorsal 10, cuestión de orgullo en Lombardía y motivo también de presión extra. La sintió hace unas semanas, cuando falló una ocasión clara en las semifinales de la Champions contra el Inter. En Chamartín llevará el 21.
La renovación de sus votos blancos le ha hecho ampliar el contrato hasta 2027 (terminaba en 2025), y de su cuerpo menudo (1,71) se espera juego asociativo y llegada al área. La gran masa y alguna voz desde las oficinas lo sitúan como sustituto de Marco Asensio, autor de 12 tantos el curso pasado, aunque él asegura no hacer caso de esa herencia.
Mientras Brahim se presentaba de nuevo en Valdebebas, la selección española se preparaba para partir a la Final Four de la Liga de las Naciones, una coincidencia que introduce otra de las cuestiones pendientes a resolver por Brahim Díaz. La Roja sigue sin llamarle (solo un amistoso ante Lituania, hace dos años) mientras Marruecos lo persigue gracias a su origen paterno. El seleccionador Walid Regragui viajó dos meses después de su exitoso Mundial a Milán para reunirse con él, contarle el proyecto y abrirle las puertas. La selección africana construyó su cuarto puesto en Qatar con casos como el suyo, jugadores que no encuentran hueco en el país donde nacieron y buscan una experiencia internacional en el combinado de sus progenitores. De momento, no ha comunicado ninguna decisión. “Ahora solo tengo en la cabeza hacerlo bien aquí para que las oportunidades vengan”, se limitó a decir este martes sobre un asunto tan sensible.
El Madrid al que llegó en el invierno de 2019, en unos meses de plomo por la marcha de CR, pudo reconstruirse y ganar en dos campañas todos los títulos. Ahora, sin Benzema, necesita otra vuelta de tuerca y él, baqueteado en San Siro, ha sido reclutado para el nuevo ciclo.
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