Catarsis y reconstrucción de Mercedes en la fórmula 1
La marca de la estrella, en plena modernización de su estructura, introducirá en el GP de Mónaco la actualización de su coche prevista para Imola
Qué mejor escenario que las calles de Montecarlo para llevar a cabo una catarsis como la que puede sufrir Mercedes este fin de semana, todo ello en función del impacto que tenga el paquete de actualizaciones que se le introducirán allí al W14, el monoplaza con el que Lewis Hamilton y George Russell solo han conseguido subirse una vez al podio (Hamilton, en Australia) esta temporada. Mónaco es la sexta parada del calendario y, por más que el tren de este Mundial ya parece habérsele escapado a la marca de la estrella, la revitalización de las Flechas de Plata significaría que el último proceso de análisis del monoplaza es acertado, algo que ha estado seriamente en cuestión el último año y medio.
Tras perder el Mundial de 2021 en aquella surrealista última carrera en Abu Dabi, Mercedes optó por un camino distinto en la concepción de su coche con vistas a 2022. Allí anda todavía el prototipo, en el diván, mientras los técnicos buscan unas respuestas que esperaban encontrar el último fin de semana, en Imola, antes de que el temporal de agua que se cebó con la región de Emilia Romagna obligara a la cancelación de la prueba. El agresivo plan de choque que verá la luz a partir de este viernes debe servir como factor corrector a la malinterpretación que hizo la escudería de la normativa técnica que entró en escena el curso pasado, especialmente en lo relativo al efecto suelo y sus consecuencias.
A pesar de que el constructor alemán haya decidido estrenar las nuevas piezas en el circuito más particular de todos, las características del trazado llevan a pensar que las conclusiones no se sacarán hasta después del Gran Premio de España, la semana que viene en Montmeló, una pista que, por su perfil, supone el termómetro perfecto para cualquier elemento que esté en evaluación. Sobre todo, si se tiene en cuenta que la validación de esos componentes tan relevantes —a la espera de confirmarse, todo apunta a un nuevo suelo, pontones laterales y suspensiones delanteras— requiere de un considerable kilometraje difícil de conseguir en los toboganes que caracolean por el Principado, donde el tráfico siempre es una pesadilla. Independientemente de cuál sea el veredicto, el equipo más dominante de la historia del certamen, con siete dobletes consecutivos entre 2014 y 2020, ya anda metido en un proceso de reconstrucción que afectará a toda su división de F1. Esta misma semana, el fabricante de Stuttgart reveló que la optimización de la estructura que está en marcha desde hace varios años se llevará a otro nivel con la remodelación de su fábrica de Brackley (Reino Unido). El objetivo es convertirla en un complejo al estilo de los que multinacionales como Apple, Google o Meta, entre otras, poseen en Silicon Valley (California). “El campus de Brackley fue construido para acomodar a un total de 350 personas, y en estos momentos hemos llegado a los 1.250 trabajadores”, argumentaba este lunes Totto Wolff, director de Mercedes, en unas declaraciones realizadas a Autosport. La idea es que el proyecto esté terminado a finales de 2025 y permita a toda la plantilla beneficiarse de espacios comunes, como restaurantes y gimnasios.
Del ejecutivo austríaco, copropietario del área de F1 de Mercedes, se destaca, entre otras habilidades, su capacidad para gestionar y motivar a los grupos de trabajo que están bajo su batuta. “Todo esto obviamente se hace por nuestra gente. No tratamos de ganar ningún tipo de premio de arquitectura”, añade Wolff. “Esto no es como aquello que hicieron algunos de nuestros rivales hace 20 años, que enfatizaron más esa parte arquitectónica. Aquí, la funcionalidad manda sobre la forma, no al revés”, puntualiza el empresario, seguramente en referencia al McLaren Technology Centre, diseñado por Norman Foster e inaugurado en 2004 tras una inversión de 500 millones de euros.
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