Lamela se disfraza de Puerta para meter al Sevilla en la final de la Europa League
El conjunto hispalense se impone a la Juventus en la prórroga y jugará su séptima final de su competición favorita ante la Roma de José Mourinho
Esta vez no fue un zurdazo que abrió las puertas del cielo, como el del recordado Puerta en 2006. Fue un remate de cabeza de Lamela en la prórroga y en el minuto 95, empujado en su escorzo por miles de sevillistas, por el alma de un equipo que no se rinde jamás y que quiere la Liga Europa como no la quiere nadie. Nervión vivió un partido sublime, lleno de emoción, donde el Sevilla se impuso a un equipazo como la Juventus, que lo llevó al límite y a tener que disputar una prórroga que heló los ánimos de los espectadores. Fue una tremenda sacudida, un torrente de sensaciones mágicas que este Sevilla experimenta con una energía única en la Liga Europa, su torneo. Por eso disputará su séptima final ante la Roma, después de sufrir, remontar, jugar, querer y sentir. Un tremendo acto de fe que disparó la alegría del Sevilla y de su gente. Como en 2006, la primera que ganó, el Sevilla volvió a meterse en una final después de una prórroga y en su templo.
Cómo estalló el Pizjuán con el pitido final y cómo celebró la gente del Sevilla este nuevo éxito de un equipo imparable en La Liga Europa. Budapest espera el día 31 en una final enorme ante la Roma de José Mourinho, que empató a cero ante el Bayer Leverkusen de Xabi Alonso. Casi nada.
El arcoíris reinó sobre el cielo de Nervión cinco minutos antes de que Sevilla y Juventus colisionaran en una semifinal de altísimo voltaje. El Pizjuán, teñido de rojo, era una caldera. Había llovido toda la tarde en la capital de Andalucía. Por fin, pensaron los sevillanos. Por fin, también, el Sevilla jugaba un partido grande para que una sonrisa iluminara su cara después de mucho sufrimiento en un año deportivo de sequía. La colisión fue efectiva desde el primer minuto. Un Sevilla enrabietado, muy bien dirigido por Fernando, con una energía extraordinaria para meter en su campo a una Juve a la que Allegri le dio piernas con la entrada de jugadores como Illing Junior o Kean. Unos 15 primeros minutos modélicos, angustiando para decirle a los italianos, muy metidos atrás, que en Nervión solo manda el Sevilla. La típica presión adelantada de los equipos dirigidos por Mendilibar.
Un paradón de Bono a remate de Gatti, que marcó en la ida, atemperó los ánimos del equipo andaluz y abrió una primera parte salvaje, en la que los dos equipos se lanzaron sin complejos a hacerse daño. Más conmovedor fue el esfuerzo del Sevilla. Szczesny fue protagonista en un gran remate de Ocampos de cabeza que se colaba. La Juventus, pura aristocracia europea, respondió a su manera. Con una vaselina de Di María que no entró por muy poco y con un remate del eléctrico Kean al palo. Pero el Sevilla insistía. Con un gran Óliver Torres, con la pasión de los 40.000 que estaban en la grada. Acuña y Rakitic gozaron de dos buenas ocasiones en medio de una locura, con una Juventus agazapada, que permitía los centros laterales del Sevilla amparada en el buen rendimiento de sus tres centrales, potentes y eficaces en el juego aéreo. En medio de la gran batalla, una entrada al límite de Cuadrado a Óliver Torres fue revisada por el VAR como posible penalti. El colombiano tocó al medio del Sevilla con una entrada de fuerza desmedida. Se la jugó y no se decretó penalti.
El segundo tiempo fue un acto de fe. La Juventus creó más peligro ante un Sevilla volcado, sin complejos. Rabiot la tuvo tras una dejada de Kean y Allegri metió en el campo toda su artillería. Vlahovic marcó en el primer balón que tocó, con una enorme sangre fría ante la salida de Bono. Pero el Sevilla jamás se rinde. Mendilibar jugaba también sus cartas. Salió Suso, tocado toda la semana. El gaditano dibujó pases de ensueño y, sobre todo, lanzó un misil que desató la alegría de Nervión. La Juventus, que concedía los disparos desde fuera del área, sintió el golpe. La prórroga le salvó. Como Szczesny en un último remate de En-Nesyri.
Bono detuvo un buen disparo a Vlahovic y acto seguido, Gil dibujó un gran pase al área que Lamela convirtió en el segundo tanto del Sevilla. Tocó sufrir, como llegan los éxitos, con la segunda amarilla a Acuña y un tramo final de tremendo asedio de la Juventus. En cada balón al área de los italianos se intuía el peligro, pero el empate no llegó. Mucho Sevilla para una gran Juventus. Un equipo que ha peleado hasta hace poco por no bajar, estará en una nueva final y, de ganarla, disputará la Champions el año que viene. Casi nada. Enorme Mendilibar.
Cada vez que llegó a una semifinal, en los seis precedentes, el equipo andaluz siempre llegó a la final y la acabó ganando. No es casualidad lo que le ocurre al Sevilla en este torneo. Son 19 ya los partidos que lleva sin perder de manera consecutiva en su estadio, con un saldo espectacular de 17 victorias y dos empates. La Juventus no iba a impedir el éxito, también, de un técnico humilde, Mendilibar, que tendrá la ocasión de doctorarse en la élite ante un entrenador de tanto prestigio como José Mourinho. La magia del Sevilla con este torneo es única y alcanza a todos sus protagonistas.
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