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El yin yang de Cortina: robar los muros de Flandes como los tres fantásticos

Juan Antonio Flecha le cuenta al ciclista asturiano la filosofía del surfista Gerry López para aconsejarle cómo asaltar el domingo el Tour de Flandes, el gran monumento del ciclismo salvaje

Carlos Arribas
Tour de Flandes
Cortina, a la derecha, junto a Filippo Ganna, el viernes pasado en el GP E3.Tim De Waele (Getty Images)

Miércoles, cuatro días antes del Tour de Flandes. Se levanta un poco mal. Ha dormido mal. No necesita que el anillo Oura que registra todos los datos de su sueño se lo diga. Vómitos. “No, no son nervios. Debe de haber un virus por ahí, algo que te deja un día vomitando, y así toda la noche”, dice Iván García Cortina, quinto el viernes pasado en el GP E3 de Harelbeke, el gran aperitivo del día grande en Flandes. Por delante, los tres fantásticos que lo ganan todo, Wout van Aert, Mathieu van der Poel y Tadej Pogacar, y también, se supone, ganarán mañana. “Juegan otra liga”.

Es la semana más importante del año para muchos ciclistas y más aficionados que peregrinan entre campos que empiezan a verdear junto a caminos rurales de piedra empinadísimos con nombres que quitan el hipo, Paterberg, Koppenberg, Quaremont, y colman los sueños, y agitan banderitas amarillas con leones negros rugientes. Lo era para Juan Antonio Flecha, perito en piedras, el único ciclista español que ha sido podio, peleando con Tom Boonen y Fabian Cancellara, los fantásticos de entonces, en la carrera que los aficionados de todo el mundo llaman De Ronde.

“Es normal que tenga nervios, es normal. Yo la semana antes, el lunes antes, ya estaba que no dormía. Y decía, ¿cómo, cómo, pues? O sea, decía, ¿quién me ha mandado a mí a ser ciclista? Y era todo, o sea, ¿por qué estoy aquí? ¿No? Dices, ¿para qué? ¿Para pasarlo mal? ¿Por qué yo por una carrera puedo estar una semana con estos nervios?”, dice Flecha, 15 años después de su apogeo flamenco. “Y bueno, es un tema psicológico y yo escribía, o sea, yo me acuerdo, al principio no, o sea, los primeros años no, pero cuando ya empecé a tener la responsabilidad, estaba una semana, o sea, estaba una semana que ya lo notaba. Y decía, me cago en la leche, Flandes. Y yo qué sé, yo escribía, o sea, yo cogía una libreta y me ponía a escribir y no paraba. Escribía chorradas. O visualizaba, o decía, bah, no, me convencía, no sé dónde quiero estar, o sea... Porque por dentro era tal la energía que me crecía que tenía que salir por algún lado, ¿no?” Ciclismo de salvajes.

Iván García Cortina, que quiere ser el Flecha de estos años, y habla con él, y es su amigo, e intenta absorber su sabiduría, tiene una libreta que rellena y actualiza después de terminar cada Tour de Flandes que disputa, y a los 27 años ya ha corrido cinco, y relee lo que escribe y lo estudia antes de correr el siguiente, que será el sexto, el domingo 2 de abril. “Cada carrera vamos ahí apuntando y.… parece una tontería, pero leer cada año esa misma carrera antes de correrla te da muchas pistas, de cómo puede desarrollarse”, dice el ciclista asturiano del Movistar que en sus últimas tres participaciones ha terminado sucesivamente 24º, 23º, y 22º. “Anoto sobre todo las presiones y los desarrollos, si me equivoqué o no, y después un poco el resumen de la carrera, dónde eran los momentos clave, o si comí demasiado poco la noche anterior o en carrera y me quedé vacío, pues... un poco todo y los momentos clave también. Y ya sabes que para estar delante en un punto clave pues igual tienes que estar 20 kilómetros antes delante ya, porque si no, ya sabes que no vas a estar. Entonces es saber eso, dónde hay que estar delante y luego mantener la posición. Aunque eso me cuesta trabajo también, pero bueno...”

Ningún español en activo tiene quizás ni la experiencia ni el amor que derrocha el asturiano por la carrera de los 18 muros, los 273 kilómetros y seis tramos de pavés que los belgas llaman el Campeonato Mundial de Flandes y que los mejores ciclistas de mundo temen y desean, Flandes y el domingo siguiente la reina del pavés, la París-Roubaix del bosque de Arenberg y el Carrefour de l’Arbre. “El primer recuerdo que tengo es de cuando era juvenil y después de correr una carrera en Santander estábamos comiendo antes de volver a Asturias y ponían en la tele la París-Roubaix. Fue la que ganó Van Summeren [en 2011, los años de Flecha] después de estar escapado 60 kilómetros”, dice Cortina. “Pero luego, mi amor creció, sobre todo, por haber estado en el Klein Constantia, el equipo de jóvenes del Quick Step, con el que corrí, en 2016, muchas carreras en Flandes”.

Habla bastante con Flecha Cortina, la misma pasión, la misma mirada, y Flecha le examina, le da consejos, trucos, y le cuenta historias, leyendas que a él le llegan al fondo, le conforman, y quiere transmitir. Le envía fotos de un croissant con pistachos para darle envidia y de un café de Londres llamado Panache, para explicarle cómo son Tadej Pogacar, Wout van Aert o Mathieu van der Poel, los fantásticos de ahora, y cómo tiene que ser él, con ataques guiados por el desprecio al miedo, ataques locos, osados, lo que los comentaristas de la televisión francesa alaban gritando quelle panache!, seguramente en el segundo paso por el Viejo Quaremont, cuando empiezan los últimos 60 kilómetros en un rincón de Flandes que en el mapa parece una lata de lombrices retorcidas, y llegan Paterberg y su canalón, y Koppenberg, y los muros más duros, y vuelta a empezar. Y le hace una videollamada en la que acaba hablando de surf, la otra pasión que les une, y Flecha lo practica en Hawái. “Qué, cómo estás, qué tal, cómo lo ves y tal. Él tenía todo a punto en la libreta, y yo le decía, vale, pero ¿cómo te ves, no?”, cuenta Flecha. “Y me decía, bueno, pues me veo justo detrás de los tres mejores, ¿no? Le detecté un poco ciertas debilidades, y le dije, mira, esto yo lo haría así, no, tienes que estar aquí así, con ellos, y como sé que como buen asturiano le gusta el surf, le expliqué, le dije, dije, mira, hay una peli que se llama El Yin Yang de Gerry López

Gerry López fue un surfista hawaiano que empezó a hacer surf en California y cuando volvió a Hawái llegó y dominó la Pipeline en la costa norte, la ola asesina. El yin yang es Gerry López, yogui, zen y sangre. Paz en la orilla, tiburón en las olas, con las que se funde, y pobre con el que se ponga en el medio, porque le salta, le roba la ola, y ya de viejo hace la película y comienza pidiendo perdón a todos a los que les saltó, les robo la ola. “Saltar olas a otra gente es un poco como robar, y si robas lo suficiente, y yo robé mucho, te haces un experto muy bueno”, dice en la película López recordando los años 70. “El yoga era amor, comprensión. Mi poco armonioso comportamiento con los demás surfistas se veía compensado por mi búsqueda de armonía con las olas”.

Flecha le dice a Cortina que todos los fantásticos, Pogacar, Van Aert, Van der Poel son Gerry López, y que él también tiene que serlo como también lo fue él ante Boonen o Cancellara, y que les tiene que saltar en los muros, robarles la posición, meter codos. Y Cortina quiere creerle, pero no llega. “Pero Flecha entraba en esa liga, la liga de arriba, yo creo, ¿no? Siempre estaba cerca del podio o de la victoria. Aunque no ganara mucho, estar ahí ya era mucho, y yo no me veo como él”, dice. “Y no es cuestión de colocación solo, es cuestión de piernas”. Y explica cómo en el GP E3, en el muro en el que ataca Van der Poel y rompe todo, y solo le siguen Van Aert y Pogacar un poco más tarde, justo en ese momento él estaba intentando arrancar. “Esos tres juegan en otra liga, juegan con nosotros. Cuando arrancan, si te fijas en la tele yo estaba intentando arrancar, quería probar, anticiparme. Iba a tope, 700 vatios, y ellos me salen por el córner a triple velocidad...”, dice. “Cómo puede ser. Menudos talentos”.

Flecha, que se las sabe todas, le responde, le recuerda lo que le dijo Frank Vandenbroucke, que llamaba al Tour de Flandes una carrera bastarda porque no siempre el que está mejor, más fuerte gana, igual no lo luce porque no se ha colocado bien… Y vuelven a empezar.

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Sobre la firma

Carlos Arribas
Periodista de EL PAÍS desde 1990. Cubre regularmente los Juegos Olímpicos, las principales competiciones de ciclismo y atletismo y las noticias de dopaje.

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