El clásico encumbra al Barcelona
Un tanto de Kessié en los últimos minutos culmina la remontada azulgrana y el equipo de Xavi tiene 12 puntos de ventaja sobre el Madrid a falta de 12 jornadas
Hay remontadas que saben a gloria, ninguna tan celebrada por la gent blaugrana como la obtenida por el Barça frente al Madrid, justo cuando se ha judicializado el caso Negreira. Al viejo Camp Nou todavía le queda fuerza para sostener al joven equipo de Xavi. La comunión de la hinchada con los jugadores ha aupado al Barça a un liderato que tampoco podrá discutir el Madrid. La ambición azulgrana contrastó con la contemplación blanca en un partido de una gran corrección porque la carga ambiental encumbró a los barcelonistas sin menospreciar a los blancos —salvo los cánticos reprobables del grupo de costumbre— en la última jugada rematada por Kessié.
Los jugadores de complemento como Kessié y Sergi Roberto, dos volantes, son tan vitales como las figuras en un equipo que han puesto rumbo al título con 12 puntos de ventaja a falta de 12 jornadas para el final de la Liga. Nunca desfallecieron los azulgrana en un partido de máximos como es el clásico, la mejor manera de certificar su superioridad en el campeonato, y defender la reputación desde el Camp Nou. La afición cantó a capela el himno y a pleno pulmón llevó a sus héroes hasta el 2-1 ante el aplauso del palco, en el que no estaba Florentino y sí Guardiola. El Madrid se ausentó demasiado tiempo para discutir la victoria del Barça.
La presencia de Sergi Roberto como cuarto centrocampista fue consecuente con la declaración de intenciones de Xavi. El entrenador aludió a la estabilidad del equipo en un momento de temblor en el club y prefirió al volante catalán, y su sentido del juego posicional y capacidad para tener la pelota, a las piernas de Kessié y también a un tercer delantero versátil como Ferran. La alineación azulgrana, a fin de cuentas, era coyuntural mientras que el Madrid funciona desde hace tiempo como un libro abierto, que se activa en función del rival y del torneo, distante con la Liga y más próximo a la Champions.
El clásico despertó su carácter sufrido y afortunado en las situaciones límite cuando se encontró con un gol en propia puerta de Araujo. La pelota centrada por Vinicius dio en la cabeza del uruguayo y sorprendió a Ter Stegen. Una acción extraña en plena carga del Barcelona. Los azulgrana presionaban alto y fuerte y remataban con saña a la portería de Courtois. El meta sacó dos remates endemoniados de Lewandowski y Raphinha y por poco no encontró portería un chut de Sergi Robert antes de que el partido se decantara a favor del plantel de Ancelotti por el infortunio del futbolista más seguro, Araujo.
Vinicius se agrandó y le tiró incluso un caño a Araujo cuando la contienda se había puesto a pedir de boca para el Madrid y amenazadora para el Barcelona. Los madridistas, sin embargo, se acomodaron tanto, abrigados por los largos brazos de Courtois, que parecían aguardar el empate del Barça. El meta sacó un lanzamiento soberbio de Raphinha y absorbió sin parar los centros de los barcelonistas hasta que el brasileño perseveró en su ofensiva en el área del Madrid. Un rechazo suyo acabó a pies de Sergi Roberto y supuso el 1-1. La vida contemplativa madridista fue tan manifiesta como la percusión del Barça.
A falta de juego interior, los azulgrana embestían, siempre más fuertes que fluidos y también más fiables que erráticos con el cuero, dominadores del partido y decantados hacia la derecha, el lado en el que Raphinha sometía a Nacho. También el Madrid respiraba de vez en cuando por el mismo lado del campo cuando se activaba Vinicius y enfrentaba a Araujo en un duelo de mucho suspense y nobleza en el expectante Camp Nou. La posesión, sin embargo, era del Barça. Apenas comparecía el Madrid, y Ancelotti intervino rápido: sacó a Mendy para marcar mejor a Raphinha y a Rodrygo para agitar desde la media punta el ataque del Madrid.
Aunque el brasileño afiló al Madrid, el Barcelona no paró en su ofensiva, desacertado y certero en la misma jugada, poco fluido y, sin embargo, llegador al área de Courtois. El juego azulgrana, en cualquier caso, se desajustó más por la fatiga que por la afrenta del Madrid. El Barça se paraba demasiado y no encontraba a Lewandowski. La rueda de cambios provocó que el partido girara por un momento a favor del Madrid. Los desajustes barcelonistas se sucedieron y Marco Asensio marcó un gol anulado por el VAR.
El susto en el Campo Nou provocó un intercambio de golpes, señal inequívoca de que ningún equipo firmaba el empate, tampoco el Barcelona, que encontró el gol en una excelente jugada armada por Lewandowski y culminada por Kessié. El gol justificó la continuidad del Barça en el partido y en el torneo frente a las intermitencias del Madrid en un choque decisivo para la Liga.
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