Al Real Madrid se le escurre la Liga
El cuadro de Ancelotti volvió a quedarse seco en un partido crudo ante el Betis y ya tiene al Barça a nueve puntos
Al Real Madrid, chupado en ataque desde la tromba de Anfield, se le escurre la Liga. En Heliópolis, en un partido sin monsergas, crudo y severo, de nuevo se quedó seco y ya tiene al Barça a nueve puntos. Desde Liverpool, un gol, el del juvenil Álvaro al Atlético. Ante un Betis combatiente y sin miramientos, el Real se quebró ante Bravo, punto final de un equipo muy bien sostenido por el andamiaje defensivo. Y un Betis con soltura mientras le alcanzó el oxígeno.
Al Madrid no le faltó Vinicius y contó unas cuantas ocasiones en el segundo tiempo. Pero insuficiente. De repente, el gol, tan abundante en Anfield, se le escurre sin consuelo.
Hubo mucho trasiego en el Villamarín, escenario de un duelo vibrante, competido centímetro a centímetro, pulso a pulso. El personal, suda que suda como regaderas. Dos equipos vivificantes, aunque de inicio entre portería y portería, con las áreas algo huecas hasta que el partido cogió mayor volumen en el segundo tramo.
Hasta que unos y otros soltaron amarras, a un lado, Borja Iglesias como diana, con más reflejo en el juego de espaldas, cuerpo a cuerpo, con Militão que de frente a Courtois. En el otro bando, Rodrygo y Benzema trenzaban por el perímetro de Bravo, pero sin cargas explosivas. En el primer acto, un disparo de Ayoze desviado por Courtois y una salva de Valverde que casi revienta el larguero. También se le escapó el gol a Vinicius, que cerró con el juanete una aventura de Camavinga, esta vez lateral.
Al comienzo, a Borja Iglesias apenas le auxiliaba la segunda línea —Ruibal, Rodri y Ayoze—, forzados a remar desde muy lejos. Las bajas de Fekir y Canales, los más ilustrados de los verdiblancos, penalizaron el ataque del equipo de Pellegrini.
Y el Real, colgado de Vinicius, un clásico. Al brasileño, de entrada más intenso que fino, le fijaba Sabaly con la escolta de Ruibal. Pero uno y otro, nada contenidos, le dieron más aire del previsto. Al tiempo, los tres volantes —Tchouameni, Valverde y Kroos— apenas divisaban el rancho de Bravo. Todo se remitía al tránsito por el medio campo, territorio de Guido, Carvalho y Tchouameni. Por entonces, un encuentro mejor jugado que rematado por dos equipos vaciados de principio a fin.
Una rima entre Benzema y Rodrygo acercó al gol a los de Ancelotti. Pezzella cazó al brasileño en el balcón del área. Benzema ejecutó la falta y la pelota se estampó en la red, a la que llegó por la escuadra izquierda de Bravo, la que debía estar más protegida. La jugada tuvo su intríngulis. El balón había despegado previo rechace en la mano derecha de Rüdiger, estrujado en la barrera. El reglamento es tajante: ningún gol puede validarse con una mano terminal, sea voluntaria o no.
El choque, al que nunca le faltó sustancia, intriga y emoción, se desató tras el intermedio. Un encuentro de ida y vuelta, sin concesiones. Ya hubo pisadas en las áreas, poco a poco se fueron venciendo las resistencias ajenas. Sin tregua. Otro volumen.
Tras el intermedio, arrancó Vinicius a lo Vinicius y su desborde no lo concretó Benzema, frustrado por Bravo. Y en el otro sector, un error de Lucas derivó en un disparo de Borja Iglesias en las pestañas de Courtois, ágil y firme para desviar con una mano de acero el disparo del ariete bético.
Dos equipos cada vez más expansivos, sobre todo el Madrid, en el que ya no se sujetaba el atómico Valverde, que dejó a Rodrygo a un dedo del gol. También lo tuvo Ceballos y Vinicius tenía en alerta permanente al Betis. Un Betis poco a poco sometido por los blancos. Un Betis remitido al papel de Pezzella y Luiz Felipe, dos centrales con mucho cuajo.
A los de Pellegrini, que no especulan ni a tiros, se les hizo largo el último tramo, como si el tiempo no menguara. Sí el depósito. El partido era de lo más exigente, una paliza para todos. Como prueba el joven escurridizo Rodri, reventado tras un ajetreo extenuante.
Ancelotti recurrió finalmente al cadete Álvaro. No hubo solución para los visitantes. Esta vez, tampoco por la vía de Vinicius, pujante y pujante por su carril, por más que de nuevo le sobrara más de un fregado innecesario. El Real lo intentó por todas las vías, esta vez sin abusar de los centros laterales.
El Betis se sostuvo y el Real Madrid se quedó en la orilla. Y quién sabe si en la cuneta de una Liga cada vez más lejana para los blancos.
Hoy, el gol es un misterio para el campeón de Europa.
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