De héroes, profesionales y empresas
El técnico portugués Carlos Queiroz afirma que cuando los futbolistas alcanzan esa última condición se convierten en antagónicos con los intereses de su propio equipo
Por eso, “el fútbol internacional de selecciones y clubes corre graves riesgos. Al principio se entrenaba a héroes ingenuos y románticos. Después comenzamos a llamarles profesionales. Más adelante comenzamos a entrenar millonarios. Hoy entrenamos a auténticas empresas, con intereses diferenciados y a veces hasta antagónicos en el mismo equipo”.
Así definía Carlos Queiroz la actual situación del fútbol visto desde el puesto del entrenador. Tal vez, y por ponerle matices a tan lúcida descripción, se me ocurre que la parte de “héroes ingenuos y románticos”, con las debidas excepciones, debía corresponder a todo el espectro de los futbolistas que en aquel momento, ¿hasta los sesenta?, jugaban al fútbol a cambio de dinero, pero no tanto como para solucionarte la vida para siempre. El salto a la parte de profesionales ya englobaría a una reducción de los anteriores, ya que dependía de las condiciones de cada país, de cada club. Este proceso de concentración se hace aún mayor cuando hablamos de millonarios, condición que ya reduce mucho el censo de jugadores actualmente en activo, más por las connotaciones de lo que entendemos por millonarios que por la cifra exacta de sus contratos; ya que los millonarios de ayer empezarían en los 6.000 euros de hoy, pero los millonarios de hoy empiezan por 166 millones de los de ayer.
Cuando ya este caldo se convierte en el mejor consomé es cuando Queiroz llega a esa condición de empresas y le añade, esto sí que nuevo y disruptor, la condición de antagónico con los intereses de su propio equipo. Entiendo que en este apartado solo podemos incluir en un selecto grupo de jugadores, tal vez no más de un par de decenas, a esos a los que no puedes poner en la fila delantera de la foto para el póster porque no quieres que salgan sus botas, esas que pertenecen a una marca competidora del suministrador oficial del club, pero que no puedes esconder mucho en la foto porque, también son los jugadores que más seguidores tienen y el principal activo de eso que llamaríamos “valor de marca”.
O tal vez Queiroz se esté refiriendo a esos jugadores que ya no tienen por objetivo prorrogar su contrato en su club a pesar de que su rendimiento sea óptimo y podrían buscar con esa prolongación una estabilidad económica y familiar, sino que prefieren gestionar el fin de ese contrato buscando una salida con la carta de libertad que les pueda reportar una jugosa prima de firma y un contrato similar al que tendrían en su anterior club. Todo eso cambia los principios clásicos del fútbol en los que era el club el que capitalizaba la salida de un jugador en forma de venta y generación de plusvalías para poder seguir invirtiendo en el mercado.
Pero para poder mirar esa magnífica descripción del entrenador portugués habría que fijarnos también en que los contratos de los jugadores “no empresa” han empezado a ser cada vez más reducidos en su duración y que los clubes (también empresas y mucho más si son propiedad de fondos de inversión que lo que buscan es beneficios a corto plazo) también buscan pescar en esa bandada de jugadores libres y sin contrato. Ello provoca una bajada en los salarios; porque ya sabemos que a más oferta, menos salario. Nos faltaría saber dónde ubicamos a los componentes de la selección de Irán que lideraba Queiroz en el último Mundial y que con sus gestos y palabras sirvieron para dar visibilidad a la terrible situación social de su país aun a riesgo de sufrir duras represalias del régimen iraní.
¿Serían nuestros héroes ingenuos y románticos del siglo XXI?
PD: Para porteros ingenuos y románticos, no os olvidéis de vuestra camiseta negra en este fin de semana.
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