Iribar
Ángel cumple 80 años el 1 de marzo y el Athletic ha propuesto, os ha propuesto porteros, vestir de negro ese fin de semana para homenajearle y agradecerle. Yo iba de verde, pero ya tengo mi camiseta lista
Yo llegaba, no sé ni cómo ni sé con quién pero, supongo, no imagino otra opción, que era en coche con mi padre al volante, al aparcamiento de las instalaciones del Athletic en Lezama. Yo solo sé que, para mí y mis sueños, era como viajar al metaverso. Vamos, como una realidad paralela a la que se me permitía acceder, pero a la que no pertenecía.
Se abrió la puerta, un pasillo largo me esperaba cuando allí al fondo se recortó una imagen que casi cegaba la luz y una voz, cálida, acogedora y, un punto exigente, me dijo: " Ongi Etorri Andoni” (bienvenido Andoni).
Yo nunca había hablado con Iribar, quitando 15 segundos en éxtasis en Zarauz cuando yo tenía 12 o 13 años y le pedí, bueno se lo pidió mi tía, un autógrafo y no fui capaz de levantar la vista y solo escuché esa voz que ahora me acogía en el seno de aquella mágica escuela que era para mí Lezama y su mística.
Con Iribar, permítanme que le llame Ángel, aprendí, primero, de que iba eso de ser portero. Del concepto de la seguridad, de la tranquilidad, de la eficacia, de resolver los problemas de forma sencilla, simple, así como si todo fuera fruto de la casualidad, como sin darse importancia pero haciendo sentir a los tuyos que éramos imbatibles y los rivales que éramos inexpugnables. A más presión mayor calma. Pero que ahí, justo donde yo creía que se acababa la tarea, es donde empezaba el asunto de dar un pase con ventaja para tus laterales, tus centrocampistas, tus delanteros, con un saque largo ventajoso o con un envío con la mano firme, rápido, preciso y hasta delicado. Aprendí que se es portero también cuando el balón está al otro lado del campo y tu equipo ataca porque es el único momento en el que los defensas te pueden escuchar y entender por qué en el fragor de la defensa no hay escucha ni duda, solo determinación, solo acción.
Con Ángel supe que eso de llevar el 1 en la camiseta del Athletic Club era un legado mágico, una herencia maravillosa y pesada, más que pesada exigente, muy exigente, enormemente exigente porque la centenaria historia de tan singular club estaba marcada por esos que elevaron la posición de portero a los altares, esos en los que otros equipos, otras aficiones tiene colocados los goleadores nueves o los mágicos dieces. Y que cuando te ponías la camiseta del 1 tú te convertías en uno de ellos, todos esos mitos te acogían en su congregación, para apoyarte, para exigirte, para demandarte estar a la altura del reto.
Hace muchos años que en una de nuestras conversaciones Ángel me preguntó sobre el color que quería para jugar los partidos (no había entonces ni paleta inmensa ni obligaciones de marketing, solo un color que te definía), y yo le dije que negro, austero, discreto y firme como la imagen que yo tenía de Iribar portero. Ángel me miró, sonrió con gesto cálido y me liberó del compromiso diciéndome que mi obligación era definir mi imagen, no como la de un nuevo Iribar sino como un incipiente Zubizarreta. Yo opté por el verde (esto tiene otra historia que dejamos para otro día) y así fui vestido por esos campos de Dios con alguna excepción, por ejemplo ese aún recordado día contra Nigeria.
Ángel cumple 80 años el 1 de marzo y el Athletic ha propuesto, os ha propuesto porteros, vestir de negro ese fin de semana, 3, 4, 5 de marzo, para recordarle, para homenajearle, para agradecerle o, para simplemente y como recomienda Juan Carlos Unzué, otro portero, decirle que le queremos mucho.
Y hasta yo, a quien Ángel le recomendó otra tonalidad, tengo mi camiseta negra lista para ese fin de semana. Eskerrik asko Ángel.
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