Jordi Villacampa: “El baloncesto ha perdido la identificación con la gente”
El histórico exjugador y expresidente del Joventut analiza el modelo de cantera de la Penya antes de la Copa del Rey en Badalona
La Copa vuelve a Badalona. El histórico Joventut es anfitrión entre jueves y domingo del torneo copero por primera vez desde 1985. Late con fuerza el baloncesto en una ciudad que ama la canasta. Allí forjó su historia Jordi Villacampa (Reus, Tarragona; 59 años), el alero que firmó toda su carrera de 17 años como jugador en la Penya (1980-97) y que presidió el club otros 18 cursos (1999-2017). De corto, un palmarés con una Copa de Europa, dos Ligas, dos Korac, una Copa y dos Supercopas, además 158 partidos internacionales y un bronce europeo. Como directivo, otra Copa, una ULEB y una Eurocopa FIBA. Y, sobre todo, la continuidad de una filosofía que hoy lucha por sobrevivir.
Pregunta. ¿Disfrutó más como jugador y sufrió más como presidente?
Respuesta. Son etapas muy distintas. Y muy largas. Cuando más disfruté fue jugando, pero la otra faceta me enriqueció y aprendí mucho. Hubo momentos muy buenos y también malos. Cuando juegas, el éxito o el fracaso depende de ti. Cuando estás en el palco, no controlas si la pelota entra, se baja a defender o se hace bien el bloqueo. Y se sufre más.
P. ¿El ADN de la Penya?
R. Contando mi formación, son 40 años en el Joventut, y no ha variado mucho. Es un club diferencial. Cuando preguntas por un club de cantera, la gente nos relaciona con eso. Con esa filosofía yo pude debutar con 16 años y hacer una larga carrera en el mismo club. Ese es nuestro ADN. Hacer jugadores que, si se lo merecen, van a poder desarrollar una carrera al más alto nivel. Esta escuela puede servir de trampolín.
P. ¿La cantera es el futuro?
R. El baloncesto ha evolucionado mucho y yo siempre digo que nuestra Liga es desleal. Hay equipos de fútbol que invierten grandes cantidades, tienen presupuestos muy grandes. El Joventut ya no puede aspirar a títulos como antes, sino a competir y a sacar jugadores, y a disfrutarlos un tiempo antes de que se los lleven.
P. ¿Hay en camino otro Ricky u otro Rudy?
R. Eso es difícil porque ellos han llegado a cotas muy altas, pero no paran de salir jugadores. Hoy tenemos chicos jóvenes muy prometedores
P. ¿Su mejor momento como jugador?
R. La temporada 1990-91. Fue cuando mejor jugué, antes de conseguir con Lolo el primer título de Liga. Ganamos la Korac. Me sentía muy superior, muy dominante.
R. Es el título más importante que hemos ganado, pero no el juego más brillante que hemos hecho. Obradovic había llegado con el látigo. Era el primer año que salía de Serbia a entrenar. Era muy joven y la relación con los jugadores no era fácil, quería mantener las distancias, hacerse respetar, marcar territorio. Era muy exigente. Luego nos fuimos adaptando y todo fluyó.
P. ¿Es imposible repetirlo para un club como el Joventut?
R. Hoy sí. Las épocas han cambiado. Una virtud de la ACB es la igualdad deportiva que hay teniendo en cuenta la desigualdad económica. Es un pequeño milagro. Cualquier equipo puede ganar a cualquiera cuando hay unas diferencias brutales de presupuesto. Nosotros tuvimos nuestros años. Dos Ligas, una Korac, una final de la Copa de Europa perdida y otra ganada en el último segundo.
P. ¿Usted fue más talento o más trabajo?
R. Yo de joven era capaz de meter muchos puntos, era un anotador, y tenía unas condiciones físicas muy buenas, sobresalía. Con el tiempo me hice más completo, sin ser especialista en nada. Defendía, daba asistencias y anotaba. Y eso fue por mejorar el tiro exterior. Lo tuve que trabajar. Hay jugadores con un talento especial para el tiro, como Navarro, y otros no para eso en concreto, como Ricky.
P. ¿Alguna rivalidad especial?
R. Epi, Biriukov y Alberto Herreros. Epi me encantaba.
P. ¿Pudo ir el Barça?
R. Sí. Tuve esa opción cuando acabé mi primer contrato largo con el Joventut. Ganamos la Copa de Europa y quedé libre. El Barça me llamó pero no llegamos a un acuerdo. Y se acabó la historia. Preferí quedarme en el Joventut delante de la oferta del Barcelona. La de la Penya era mucho menor.
P. ¿Se ha perdido esa figura del jugador de un solo club?
R. Sí, hoy es muy difícil que eso pueda pasar. El negocio es el negocio. Yo me quedé en el Joventut porque me sentía identificado con el club, porque estaba agradecido y porque ellos me valoraron bien. Si no te valoran, y también en lo económico, te vas. Hoy si surge otro Villacampa o Epi lo normal es que lo fiche el Barça, el Madrid o la NBA. Hay tanta diferencia en los presupuestos que la retención del talento es un club como el Joventut se hace inviable. Cuando un jugador sobresale mucho, y no puede jugar la Euroliga, ese talento lo puedes disfrutar solo un tiempo.
P. ¿Usted pudo ir a EE UU?
R. Sí, tenía 18 años y tuve una oferta de la Universidad de Purdue. La rechacé. El mundo era mucho menos global. Hoy puede que la aceptara.
P. ¿Baloncesto de antes o el de ahora?
R. Disfruté mucho del baloncesto de antes y con el de ahora me divierto. Hoy se juega más rápido y físico. Se ha perdido la identificación con la gente, por la globalización. Hay equipos que tienen muy poca gente de casa. Antes te preguntaba por jugadores del Barcelona y salían Epi, Solozábal, Sibilio, De la Cruz. Si te pregunto hoy por cinco jugadores del Betis o Zaragoza... La identificación con el jugador nacional se ha perdido. Ricky y Rudy la tuvieron con el Joventut antes de volar.
P. ¿Y en cuanto el juego?
R. Hoy hay más jugadores dominantes físicamente y con talento. Antes también había, pero menos. Nate Davis, Essie Hollis... Hoy si no eres físicamente muy bueno, no puedes jugar al baloncesto. Solo con talento no vale.
P. ¿Qué época vivió con la selección?
R. Me tocó vivir un tiempo sin grandes figuras, y me pongo dentro. Antes del 84, con Corbalán, Epi, Romay y Margall hubo una época que salió muy bien, luego otra no tanto, y luego la mejor de la historia. Es generacional.
P. ¿Entendió con el tiempo no ir a los Juegos del 84?
R. No. No me ha quedado la espinita pero tampoco lo entendí. No hay rencor.
P. ¿Qué tiene Badalona para ser cuna de baloncesto?
R. En Granollers está el balonmano, en Terrassa el hockey y aquí el baloncesto. Es nuestra historia. Llegamos a tener tres equipos en Primera. Hay equipos de formación que hacen un trabajo excelente. Los niños también chutan, pero sobre todo botan.
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