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Marta Frías, árbitra: “Me han mandado a fregar tantas veces como fregonas hay en España”

La cacereña recién retirada después de 20 años hace balance de su carrera y de la irrupción progresiva de las mujeres en el fútbol

Marta Frías
Marta Frías en Zaragoza, este jueves.Carlos Gil-Roig
Jon Rivas

A Marta Frías (Villamesías, Cáceres, 42 años), habría que llamarle, con más propiedad, Frías Acedo, que es como se denomina en España a los árbitros, con sus dos apellidos. Ella dejó de serlo, al menos sobre el césped de un campo de fútbol, hace unos días. Eligió fecha y lugar. Le quedaban tres temporadas más para cumplir la edad reglamentaria, pero acortó los plazos. Después de veinte años, hace balance de su carrera y de la irrupción progresiva de las mujeres en el fútbol, algo impensable cuando empezó.

Pregunta. ¿Cómo comenzó todo?

Respuesta. Por un compañero de trabajo que era árbitro y me “engañó”. Sabía que me gustaba mucho el fútbol, y me propuso ir al Colegio de Árbitros para que viera cómo funcionaba. Me quedé enganchada.

P. ¿Le consideraron un bicho raro?

R. Sí, empezamos el cursillo tres, y al mes solo estaba yo, pero veían que tenía ganas, que no me rendía. Al principio es muy complicado, y en aquellos tiempos, más.

P. ¿Hace falta tener mucho aguante en categorías inferiores?

R. Pues sí. Cuando comienzas, lo peor en el fútbol base son algunos padres. No ves faltas de respeto del niño, sino del padre.

P. No se quedó ahí, fue escalando categorías.

R. Estuve en Segunda Regional, cuatro años en Primera Regional, que fue donde maduré como árbitra, donde aprendí a manejar los partidos en el barro; luego dos años en Preferente y catorce en Tercera División.

P. De fútbol masculino, claro.

R. Siempre, sí. De fútbol femenino a lo mejor pitabas un par de partidos al año. En Territorial, siempre.

P. ¿Cómo era pitar en esos campos de Regional y Tercera?

R. Era duro al principio. Cuando ya te conocen y saben cuál es tu carácter se hace más sencillo.

P. ¿Cuántas veces le han mandado a fregar?

R. ¡Uf! Tantas como fregonas hay en España, muchísimas. Pero eso al final no era lo que más me molestaba, sino insultos más graves. No voy a decir que eso fuera normal, pero en aquella sociedad, cuando ibas a los pueblos, la mayoría del público era gente mayor y te decían: “¿Pero dónde va ésta zagalica?”

P. ¿Y cómo era el comportamiento de los jugadores?

R. Muy bueno, siempre excelente, tanto entrenadores como futbolistas. Tengo amigos que he hecho entre ellos.

P. ¿Tal vez se percibe peor desde fuera?

R. Cuando empecé a arbitrar me decían que era muy valiente, y yo les contestaba que, en realidad, estaba loca. Desde fuera igual se ver como una jauría, pero depende de cómo te lo tomes. Yo siempre he sido muy positiva y para mí, arbitrar un partido de Tercera era la ilusión del fin de semana. Arbitrar me daba vida.

P. ¿Cómo fue el paso a arbitrar en la élite femenina?

R. Hace una década. Antes pitaban hombres. Cuando se creó la Primera División femenina ya era otra cosa. Te daban ropa, te concentraban, cosas así, y te creías profesional, aunque no lo fueras.

P. ¿Cuándo arbitró su primer partido internacional?

R. Fue un Macedonia-Escocia sub 17, el 29 de septiembre de 2012.

P. ¿Era otro nivel?

R. Totalmente, se notaba muchísimo. Cuando comienzas de internacional vas de menos a más, pero no es lo mismo pitar un partido UEFA que uno de Tercera.

P. Usted fue una de las protagonistas del parón de las árbitras para que se tomaran en cuenta sus reivindicaciones.

R. Sí. La gente se sorprendió, pero llevábamos muchos meses queriendo que se nos escuchara. Dio sus frutos, porque reconocieron nuestros derechos, como los de cualquier trabajador. Nosotras salíamos de estudiar o de trabajar e íbamos a arbitrar un partido de la máxima categoría. Ahora podemos dedicarnos a la preparación, como los hombres. Nos sentíamos como que no formábamos parte del fútbol profesional femenino.

P. Y de repente decide dejarlo.

R. No es algo súbito, sino muy meditado. Llevo siete años arrastrando una lesión de espalda. Si no podía dar el mil por mil en el campo, no merecía estar ahí.

P. ¿Qué sintió cuando vio a Stéphanie Frappart dirigir un partido del Mundial de Qatar?

R. Me sentí orgullosa. A Stéphanie la conozco de coincidir con ella en seminarios o concentraciones.

P. En España llamó la atención la aparición de varias auxiliares en la Liga, pero ya parece normalizado.

R. Sí. Hay dos en Primera, otra en Segunda. Creo que la gente se ha dado cuenta de que lo hacemos igual que un hombre.

P. ¿Hay alguna mujer en el arbitraje español que pueda dar el paso para pitar en Primera?

R. Marta Huerta de Aza.

P. ¿Les tratan igual que a los hombres en la organización de los viajes, los hoteles, etc?

R. Todo igual. Antes era de otra manera y desde la firma del convenio, todo ha cambiado.

P. ¿Cómo era antes?

R. Teníamos otros hoteles. En vez de tener un “cinco estrellas”, tenías un tres, que tampoco estaba mal, y no le dabas importancia.

P. ¿Tienen que seguir creciendo el fútbol femenino y el arbitraje femenino?

R. Claro, vamos de la mano. Si el fútbol avanza, nosotras también. Desde que empecé, hemos crecido a pasos agigantados, pero hay que tener paciencia, porque no echas una semilla y al día siguiente tienes la uva.

P. ¿Hay más mujeres ahora que quieren arbitrar?

R. Claro. Cuando yo empecé éramos ocho en toda España, y ahora hay ochocientas.

P. ¿Cuál fue su mejor momento en el fútbol?

R. El otro día, en mi despedida en Lezama. Me volvería a retirar solo por vivir otra vez ese momento. Emocionalmente fue lo mejor que me ha pasado en el fútbol.

P. ¿Y el peor?

R. Las lesiones.

P. ¿Y en un partido?

R. Cuando analizas y te das cuenta de que te has equivocado en alguna decisión.

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