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Hannah Schmitz, la estratega de Red Bull que guía a Verstappen

La brújula de “Mad Max” ha sido una pieza clave en la conquista del segundo título del neerlandés

Hannah Schmitz, en el muro de Red Bull en el circuito de Hungría, en julio.
Hannah Schmitz, en el muro de Red Bull en el circuito de Hungría, en julio.Mark Thompson (Getty Images)
Oriol Puigdemont

Como ocurre en la mayoría de disciplinas deportivas, los éxitos en la Fórmula 1 se dimensionan a partir de las penurias de los demás, una máxima más impepinable que nunca esta temporada, en la que Red Bull arrasa en la misma medida que sus triunfos desquician a Ferrari y a Mercedes. Al margen de su estratosférico talento para conducir, Max Verstappen no habría llegado a ser reconocido como el fenómeno que es sin las múltiples piezas clave que configuran el equipo técnico que le rodea. Esas que han hecho de la estructura energética el engranaje más fiable del Mundial. En los últimos tiempos ha habido una figura que ha ganado relevancia y exposición gracias al impacto que ha tenido en las conquistas de la escudería del búfalo rojo. Su nombre es Hannah Schmitz, ocupa el cargo de primera estratega de Red Bull y su cometido es el de hacer de brújula de ‘Mad Max’ y Checo Pérez. Aunque también hay quien ve a esta británica de 37 años como la verduga de ‘Il Cavallino Rampante’ y las Flechas de Plata. Tanto es así que, tras la victoria de Verstappen en Zaandvort, su casa, la técnica fue objeto de múltiples muestras de abuso a través de las redes sociales, un episodio lamentable condenado de forma unánime por todo el ‘paddock’, incluido Lewis Hamilton, uno de los que más ha sufrido la clarividencia de Schmitz.

Esta ingeniera mecánica entró como becaria en Red Bull en 2009, el mismo año en que se graduó por la Universidad de Cambridge. Empezó en el área de simulador antes de pasar a la de estrategia (2011), donde fue cogiendo vuelo, especialmente en los últimos cuatro años, en los que empezó a acumular piropos de las principales voces de la compañía. Incluso de un peso pesado como Helmut Marko, mano derecha de Dietrich Mateschitz –el dueño del imperio de bebidas que dan alas–, que no pasa por ser alguien que regala los oídos a nadie de forma gratuita. “Todos estuvimos muy bien, pero si ganamos fue principalmente por Hannah”, reconoció el expiloto austríaco, después de que una decisión de Schmit hiciera posible el triunfo de Checo Pérez en el último Gran Premio de Mónaco, una prueba que Charles Leclerc tenía aparentemente controlada y que finalmente terminó con el monegasco fuera del podio. Más tarde llegaron otros grandes domingos para la estratega. Como la remontada de Verstappen en Budapest, en la última cita antes del verano y donde el actual campeón ganó la octava carrera de las 12 que acumula este curso, a pesar de arrancar el décimo. En Holanda, ante unas gradas incluso demasiado entregadas a él –una bengala obligó a detener la segunda criba de la cronometrada del sábado–, el muchacho de Hasselt volvió a subir al escalón más alto del cajón gracias a la cintura de Schmitz y también a la suerte –una avería en el Alpha Tauri de Yuki Tsunoda desactivó la agresiva maniobra a una sola parada que planteó Mercedes–.

Schmitz ha tenido un papel decisivo en la sexta corona que Red Bull festejó este domingo, con suspense, en Japón. Independientemente de si trabajaba desde el muro o desde Milton Keynes, conectada a tiempo real con todo lo que ocurre en los circuitos, en una sala al estilo de las que emplea la NASA para controlar sus proyectos espaciales. “Desde allí podemos escuchar las radios de todos los pilotos, ver todas las cámaras de a bordo [de los rivales], analizar todos los números al detalle y trasladar las conclusiones a la pista”, cuenta la propia Schmitz en una entrevista concedida a Red Bull, en la que desgrana cuáles han sido, hasta la fecha, los momentos clave de su trayectoria en la F1, en la que, de momento, no ha cambiado nunca de aires.

La primera intervención que le viene a la mente la transporta al Gran Premio de Brasil de 2019, en el que reclamó a Verstappen para que realizara una parada en los talleres que le hizo perder el liderato momentáneamente, para después recuperarlo y ganar. “Fue un momento tremendamente especial, porque, además, acababa de volver a trabajar después de tener a mi primer hijo. Fue algo muy importante para mí, porque me permitió demostrar que todavía estaba aquí y podía hacer bien el trabajo”, recuerda Schmitz, que en este punto subraya el plus de dificultad que deben sortear las mujeres, en un ecosistema tradicionalmente dominado por hombres. “Como estratega, tengo que decirle a mucha gente lo que tiene que hacer, y eso, como mujer no siempre es fácil. Ahora ya me he ganado ese respeto, de modo que espero que eso sirva a las mujeres que quieran formar parte de este deporte”, remacha la campeona.

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