Javier Aguirre: “El fútbol no es ajedrez y eso es lo bonito”
El técnico del Mallorca habla con EL PAÍS sobre la evolución del fútbol antes de recibir al Barcelona
Javier Aguirre (Ciudad de México, 63 años) lleva 26 años en los banquillos. “Me tocó enfrentarme a Aragonés, Del Bosque, Van Gaal… Ha cambiado la forma de trabajar, de procesar los datos y hasta la manera de vestirse de los entrenadores”, recuerda el técnico mexicano, hoy en el Mallorca, después de entrenar a Osasuna, Atlético, Zaragoza, Espanyol y Leganés en la Liga. Cambio de escudo, nunca de personalidad. El Vasco Aguirre ha vuelto a construir un equipo duro, que esta noche recibe al Barcelona de Xavi (21:00 horas, Movistar).
Pregunta. ¿En qué se ha convertido el fútbol?
Respuesta. El viejo fútbol, en el que en Inglaterra no se echaba a técnicos, terminó. El que Inglaterra era de los ingleses, también terminó. Ya hay dueños de Estados Unidos, de Asia… El fútbol moderno se ha convertido en lo que quiere la gente. En Mallorca tenemos una fan zone en la que los aficionados beben y comen a pie de campo. Los estadios, son otro ejemplo. Los horarios de los partidos, también. ¿Fútbol un viernes por la noche? Antes eso era impensado.
P. ¿Le gusta?
R. Me tengo que adaptar. Si quiero sobrevivir debo tener un staff que use GPS y que me pase información con miles de datos. Tengo que ver 87 vídeos de distintos ángulos y con distintas acciones. Los nostálgicos y los románticos, entre los que me incluyo, pensamos que la intuición, incluso hasta el sentimiento y la experiencia, tienen un valor.
P. ¿Por ejemplo?
R. Hay clubes que les informan a los jugadores de las convocatorias por correos electrónicos. Se habla poco con el jugador. A veces, un asistente me da una información en la que me dice que un futbolista no puede jugar porque en las métricas da un poco arriba en el nivel de grasa. Y, cuando hablo con el futbolista, me dice: “Míster, este es mi peso ideal. No te voy a fallar”. Hoy discutía eso en la comida. Querían incorporar un sistema de la Fórmula 1. Y yo dije: “Son 11 contra 11, está el árbitro y en la International Board hay cuatro viejos de 80 años que viven en Escocia. Las reglas siguen siendo las mismas y no he visto ningún equipo que juegue con 12″.
P. ¿Y el walkie talkie de Luis Enrique?
R. Luxemburgo ya lo había llevado al Madrid. En el fútbol americano tienen a 20 ayudantes que están en la tribuna y le van pasando información al entrenador jefe. Eso está bien, pero el nuestro es otro tipo de deporte. Es continuo, son 90 minutos en los que no paras y la información se puede dar antes o después, pero no sé si durante.
P. ¿Mata el talento?
R. Se han automatizado muchos aspectos. Y eso es totalmente cierto. Hace un tiempo leí algo de Fontanarrosa sobre un entrenador cuando tenía que hacer un cambio en el partido. “Usted Domínguez, cuando vaya por la izquierda tire al centro, cuando vaya por allá haga otra cosa y cuando esté por el centro, otra”. Le decía 20 mil cosas. Y, cuando terminaba, le preguntaba al jugador: “¿Entendió?”. Y el futbolista lo miraba con una cara en la que demostraba que no había entendido nada. Yo repito una frase que me dijo un entrenador mexicano: “Mucho análisis genera parálisis”. Hay que dejarlos. Esto no es ajedrez. No es matemática. Si un tipo erra un gol quizás es porque tuvo una mala noche o porque el portero rival lo conocía de la cantera. Estamos trabajando con seres humanos que son impredecibles. Eso es lo bonito. No puedes controlar todas las variables.
P. ¿Cuál es su clave?
R. Para mí es fundamental la cercanía al jugador. No lo he perdido ni lo quiero perder. Pero me rodeo de gente de la nueva hornada. Sin embargo, hay un momento en el que se acaba el debate. Decido yo. Quiero que juegue Pedro en lugar que Juan. Hay cosas que no aparecen en los datos. Si Pedro ya jugó en el equipo rival o Juan tuvo una movida con el entrenador son cosas que les pueden afectar o ayudar. Me puedo equivocar, pero no me traiciono. El manejo de grupo, con o sin big data, sigue siendo menester del entrenador. El año pasado, cuando llegué al Mallorca, había un psicólogo en el equipo. Yo no estoy en contra. Para nada. Si un jugador lo necesita a nivel individual, adelante. Pero me cuesta soltarle el grupo a un psicólogo que no jugó al fútbol profesional y que no tiene el título de entrenador. Cuando veo que el grupo necesita un tirón de orejas, lo hago. O al revés, cuando hay que mimarlos. Yo soy el encargado de esos estímulos. Volvemos al tema de la intuición y la experiencia.
P. ¿Por qué sus equipos son tan duros?
R. De mis equipos pueden decir lo que quieran, que son agresivos, que no juegan bien, pero nunca van a decir que no luchan. No permitiría jamás que una crónica deportiva dijera que mi equipo es gris. Ahí me matas. Se lo digo a todos mis jugadores siempre. Y metemos como cabrones.
P. ¿Qué pasó con Vinicius?
R. Prefiero no decir nada. Cuando el Madrid venga a la isla me vuelve a llamar y hablamos del tema.
P. Hábleme del Barça.
R. Con Xavi ha ganado muchísimo en defensa. Y me refiero a lo que hacen en campo rival. Tienen un gol en contra en seis partidos. Y el Madrid lleva seis. No es fácil meterle mano. Nunca lo fue, pero ahora lo es más. No te dejan ni respirar. A todos registros buenos que tenían con la pelota, ahora le han agregado defenderse sin ella.
P. ¿Qué le pasa cuando se ve en un meme?
R. Al final, es un juego. ¿Para qué vamos a ser tan solemnes? La gente no es tonta. Si pierdes y te pasan por arriba, ¿qué vas a decir? Intento quitarle rigidez.
P. ¿Es contracultural?
R. Me cuesta mucho dar explicaciones tácticas en la sala de prensa. Tengo respeto por la gente que lo hace. El aficionado quiere algo normal, entendible. Si hablas bonito y con palabras académicas, el mensaje no cala. Intento ser malote. Muchas veces les digo a mis ayudantes: ¿Por qué lo hacemos tan complejo? ¿Por qué metemos tanto término académico que después el jugador no entiende? Esto que acabas de decir con palabras tan bonitas es tirar un centro de toda la vida.
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