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La Ryder de Seve en Valderrama 97, “la fuerza de un monstruo”

Se cumplen 25 años de la mágica edición del torneo protagonizada por el genial golfista cántabro

Severiano Ballesteros, en el centro, con el trofeo de la Ryder de 1997.Foto: MARCELO DEL POZO (REUTERS) | Vídeo: MOVISTAR
Juan Morenilla

“La fuerza de un monstruo”, suelta sin dudarlo Miguel Ángel Jiménez cuando viaja en el tiempo. Campo de Valderrama, en San Roque (Cádiz), del 26 al 28 de septiembre de 1997, hace 25 años cumplidos este miércoles. El “monstruo” es Severiano Ballesteros, el genio cántabro que consiguió lo que parecía imposible, que la Ryder Cup saliera por primera vez de Estados Unidos y las islas británicas y aterrizara en una sede en la Europa continental. Y no solo eso, sino que Europa destronara a una selección de Estados Unidos en la que se estrenaba Tiger Woods, ganador ese pasado abril, a los 21 años, del Masters de Augusta, su primer grande y el inicio de la revolución.

“El coraje de Severiano fue impresionante”, rebobina Jiménez, entonces vicecapitán a las órdenes del mejor golfista español de la historia. “Ver su motivación me sirvió mucho para desarrollarme como jugador. Él lo hizo todo para que la Ryder llegara a España. Desde que Europa continental empezó a jugar la Ryder [en 1979], Europa cambió, y uno de los motores fueron los jugadores europeos, especialmente Severiano, el alma del circuito europeo y de la Ryder. A Seve hay que tenerlo en un pedestal para siempre”, comenta El Pisha. El documental La Ryder de Seve se estrena este jueves a las 22.00 en #Vamos, de Movistar.

Seve se alió con Emma Villacieros, presidenta de la federación española, para que la Ryder llegara a España como premio a la importancia de los jugadores nacionales en la competicioón. Logró la designación, pero él pretendía que el torneo tuviera lugar en el campo de Sancti Petri, en Chiclana de la Frontera, y no en Valderrama, propiedad de Jaime Ortiz-Patiño, como finalmente sucedió. Un museo para una competición única. Bajo la capitanía de Seve, Europa alistó a José María Olazabal, Nick Faldo, Colin Montgomerie, Darren Clarke, Bernhard Langer, Ian Woosnam, Jesper Parnevik, Per-Ulrik Johansson, Lee Westwood, Thomas Björn, Constantino Rocca e Ignacio Garrido. Se había caído a última hora Miguel Ángel Martín, descarte de Seve al considerar que no se había recuperado de una lesión pese a que había conseguido la clasificación. Un incendio antes de la gran batalla en el campo. Tom Kite dirigió en Estados Unidos a Tiger Woods, Fred Couples, Justin Leonard, Tom Lehman, David Love III, Jim Furyk, Phil Mickelson, Jeff Maggert, Mark O’Meara, Scott Hoch, Brad Faxon y Lee Janzen.

Ballesteros se multiplicó en el campo, subido al buggy, encima de cada uno de sus muchachos. Estaba en todo. Desde contratar a Los del Río para la cena de gala hasta enfadarse porque los golfistas estadounidenses pidieron pizzas y hamburguesas en lugar de la comida del hotel. Miguel Ángel Jiménez también recuerda una anécdota muy especial que reflejaba esa fiebre de Seve por la competición: “A las tres y media de la madrugada del jueves llaman por teléfono a mi habitación del hotel Sotogrande. Es Seve: ‘¡Miguel, vente que tenemos que organizar las parejas!’. ‘Pero Seve, vamos a dormir un poco, que son las cuatro de la mañana…’, le digo. Teníamos todo un día por delante. ‘Las cosas hechas, hechas están. Y trae el tabaco’, me contestó. Así que me puse un albornoz y ahí fui. Estábamos en casas separadas. Imaginando que su mujer, Carmen Botín, estaría durmiendo, cogí una chinita del suelo y la tiré a su ventana. Los guardias me miraban extrañados, apuntándome con las linternas… No sé lo que se imaginaron. Seve estaba tan emocionado que no podía dormir. Necesitaba hablar con alguien”.

Ignacio Garrido, Seve Ballesteros, Miguel Ángel Jiménez y Chema Olazabal, con el trofeo de 1997.
Ignacio Garrido, Seve Ballesteros, Miguel Ángel Jiménez y Chema Olazabal, con el trofeo de 1997.Getty

Estados Unidos llegaba con Tiger, un pegador mayúsculo. “Pero teníamos un as en la manga”, recuerda Olazabal, “preparar el campo como queríamos. Y pusimos una zona de rough en mitad de la calle para que todos pegaran el segundo golpe desde la misma zona. Había que hacer lo que fuera. La Ryder son como unos Juegos Olímpicos”. “Yo lo viví como si fuera el último momento de mi vida”, revive Garrido. Entre los aficionados, Michael Jordan y George W. Bush, y 1.300 periodistas y personal de televisión que presenciaron un triunfo europeo por 14,5 a 13,5.

Aquella victoria impulsó una era de claro dominio de Europa sobre Estados Unidos. Los jugadores continentales han levantado la copa en ocho de las 12 últimas ediciones, y nunca en este periodo han perdido en casa: las cuatro derrotas han sido en suelo norteamericano. En cambio, se impusieron en la inolvidable cita de Medinah en 2012, con Chema Olazabal de capitán y en recuerdo de Seve. En 2018, Europa barrió a su rival por 17,5-10,5 en París, y en 2023 el torneo se celebrará en Roma. Esa semilla de Valderrama también fue la que floreció años después en un niño de Barrika llamado Jon Rahm. Un amigo de su padre acudió a la Ryder del 97 y a la vuelta convenció a la pandilla para probar el golf. Así entró este deporte en la familia Rahm. De Seve a Jon, un cordón umbilical.

La Ryder de Seve se emite este jueves a las 22.00 en #Vamos, de Movistar.

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Sobre la firma

Juan Morenilla
Es redactor en la sección de Deportes. Estudió Comunicación Audiovisual. Trabajó en la delegación de EL PAÍS en Valencia entre 2000 y 2007. Desde entonces, en Madrid. Además de Deportes, también ha trabajado en la edición de América de EL PAÍS.

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