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Simeone, sobre las suplencias de Griezmann: “Soy un hombre de club”

El entrenador del Atlético sugiere que la presencia en el banquillo del francés en los tres primeros partidos de Liga es un mandato de la entidad, que pretende rebajar los 40 millones que debe pagar al Barça si juega un número de partidos determinado

Simeone
El entrenador argentino del Atlético de Madrid Diego Pablo Simeone, durante un entrenamiento en la Ciudad Deportiva Cívitas en Majadahonda.Sergio Pérez (EFE)
Ladislao J. Moñino

Las evidencias acorralan. A Diego Pablo Simeone no le quedó más remedio este viernes que sugerir que las tres suplencias de Antoine Griezmann, inéditas bajo su dirección, responden a un mandato del club en su intento por presionar al Barcelona para rebajar los 40 millones de euros que tiene que abonarle si el atacante acumula, en los dos años de cesión, 45 minutos en el 50% de los partidos en los que esté disponible. El cupo, entre el curso pasado y lo que va de este, ronda el 80%. Preguntado por si utilizaba el cronómetro para ordenar cuándo debía entrar el futbolista al terreno de juego, Simeone respondió: “Me conocen hace muchos años, soy hombre de club”. En otras ocasiones, el Cholo había respondido que utilizaba al galo cuando consideraba que era mejor para el equipo. También había deslizado que él no era el dueño del club, solo un empleado. Esta vez, fue algo más allá.

Partido a partido, las evidencias han llevado a Simeone a un escenario que puede prolongarse si este sábado en San Sebastián, ante la Real Sociedad (18.30, Movistar LaLiga), el técnico mantiene lo que ha probado en los entrenamientos de la semana. Sería la suplencia más larga de Griezmann desde 2009, año en el que ascendió al primer equipo de la Real Sociedad. El futbolista y Simeone han asistido con el ceño fruncido a la partida de póker que el Atlético, para aminorar su coste, está jugando con el Barcelona, que deberá asumir la alta ficha del jugador si no se cumplen los minutos pactados para que la cláusula de compra se ejerza. El deseo y la esperanza del técnico era que el club encontrara en lo que resta de temporada alguna solución económica si tuviera que emplear a Griezamann un mayor volumen de minutos.

El asunto es muy escabroso, porque la autoridad del entrenador queda menoscabada y ha tenido que ser conjugada con las necesidades de un club que asume una masa salarial próxima a los 200 millones de euros, de la que el técnico consume un 25%, y para la que en un principio no contaban los emolumentos de Álvaro Morata y Saúl. El mantenimiento del grueso del plantel (solo ha salido Lodi de los que el Cholo prefería mantener), y al que se han sumado Axel Witsel y Nahuel Molina, también entra en la ecuación. Las aristas del tema son afiladas por lo complejo que es establecer los límites de hasta dónde pueden sostener Simeone su condición de hombre de club por encima de los intereses deportivos. La victoria en el primer partido en Getafe (0-3) le dio un colchón que quedó minimizado tras la derrota en el Metropolitano con el Villarreal. En este sentido, el triunfo en Valencia (0-1), con gol de Griezmann, por cierto, fue un alivio. Un mero empate en Mestalla le hubiera descabalgado de la cabeza del campeonato, con el Real Madrid y el Betis con cinco puntos de ventaja en solo tres jornadas. En el Coliseo, el francés salió con el marcador a favor (0-2), pero con el Villarreal y el Valencia entró al campo con empate a cero y el juego del equipo demandando antes su presencia.

A Griezmann, que cada vez que ha visto peligrar su permanencia en el Atlético ha manifestado su deseo de permanecer, no le ha quedado más remedio que aceptar sus inesperadas y sorprendentes suplencias. Lo mismo que a Simeone, decisivo para que el club ejerciera el segundo año de cesión y le inscribiera en el campeonato. Por ello es llamativo su relegación al banquillo. Jugador fetiche del entrenador, que además realizó un exigente plan físico este verano en Ibiza y que, de media hora en media hora, es el máximo goleador del equipo junto a Álvaro Morata con dos tantos. Pocas veces ha dejado en el banquillo en sus ya más de diez años como entrenador del Atlético a sus mejores goleadores. Los hechos revelan un pacto: una posible salida de Griezmann se paralizaba para satisfacción del jugador y del entrenador, pero bajo una programación de suplencias calculada. La cuestión es hasta cuándo.

Griezmann ha entrado en los tres encuentros pasada la hora de juego. Con el aumento del tiempo añadido que ha deparado el uso del VAR, introducirle entre el minuto 5O y el 60 podría suponer un riesgo si se determinaba un tiempo extra cercano a los diez minutos, como ya ha sucedido en alguna ocasión. Jugando a partir del minuto 60, ni siquiera una prolongación tan larga supondría superar el límite de los 45 minutos.

La solución ha sido hasta ahora una huida hacia delante que ha terminado por explotarle al club y a Simeone. Y falta el Barcelona por activarse si considera que la estrategia responde a un fraude de ley. Fuentes conocedoras de este cisma, aseguran que puede haber dos interpretaciones sobre si el cómputo es absoluto sobre los dos años de cesión o por separado. Lo cierto es que, a efectos de la contabilidad de Laliga, cuenta lo primero. Incluso, según la normativa de la patronal, cuando a una opción de compra sobre una cesión está por debajo de los 20 partidos se imputa por defecto una amortización de cuatro años. Según el club, hasta ahora solo le han imputado la cesión que ha firmado.

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Sobre la firma

Ladislao J. Moñino
Cubre la información del Atlético de Madrid y de la selección española. En EL PAÍS desde 2012, antes trabajó en Dinamic Multimedia (PcFútbol), As y Público y para Canal+ como comentarista de fútbol internacional. Colaborador de RAC1 y diversas revistas internacionales. Licenciado en Ciencias de la Comunicación por la Universidad Europea.

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