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El ‘hobbit’ García Romo contra el dragón Jakob en los Campeonatos Europeos de Múnich

El atleta salmantino intentará esta noche ganar el oro de los 1.500m derrotando al intratable noruego, campeón olímpico

Carlos Arribas
Campeonatos europeos de atletismo
Jakob Ingebrigtsen y Mario García Romo, en la semifinal de 1.500 metros del Mundial de Oregón.Ashley Landis (AP)

No ha leído aún Mario García Romo El señor de los anillos, está empezando la historia por El hobbit, y se pasea por el hotel Leonardo las horas muertas con Bilbo Bolsón y Tolkien bajo el brazo, y quizás, seguramente, la leyenda del tranquilo y epicúreo habitante de la Tierra Media que acabó con el dragón glotón inspirará al mediofondista salmantino para la lucha aparentemente desigual en la que se ha embarcado, la que le debe conducir a la conquista del oro en la final de 1.500m (hoy, 21.05), a la derrota del dragón que a todos aterroriza, el noruego Jakob Ingebrigtsen.

Y para los viejos seguidores del deporte, García Romo, de 23 años, es como Luis Ocaña, el ciclista de Cuenca, el único que se negaba a aceptar el dominio de Eddy Merckx por encima de todos, y solo suspiraba por derrotarle, por acabar con su dictadura. Y para muchos, Jakob Ingebrigtsen es eso, Eddy Merckx. Y derrotarle un día da valor a toda una carrera.

Pese a ser derrotado hace nada en la final del Mundial de Eugene por el británico Jake Whigtman, Ingebrigtsen, de 21 años y campeón olímpico de la distancia reina del medio fondo quedó delante de los dos españoles que le pisaron los talones, Mo Katir, el mismo al que derrotó en Múnich en los 5.000m, y Mario García Romo, tercero y cuarto. “Pero en Múnich, Mario le puede ganar”, dice Jorge González Amo, histórico técnico de la federación, el padre en cuyos pechos han crecido las últimas generaciones de milquinientistas españoles, y también García Romo. “En la última recta, Mario fue más rápido aún que Ingebrigtsen. La única forma de ganarle en Múnich será marcarle como hizo en Eugene, pero más cerca y atacarle en la última recta. Ninguno de los dos tiene un cambio brusco. Ambos aceleran progresivamente, pero Ingebrigtsen parece que siempre tiene una marcha más. Va tensando, va tensando la carrera, y cuando a los demás no les queda nada, él aún tiene un cambio más. Para ganarle, Mario tiene que tener un día estupendo e Ingebrigtsen un día normal, y cuanto más rápida sea la carrera, cuanto más se acerque a 3m 30s, mejor para el noruego”.

García Romo toma nota y cree, y hace caso siempre a Jorge González Amo, que le sigue desde que era casi un niño que destacaba en un pueblo perdido de Salamanca y le cuidó, y le ayudó en las concentraciones, en todo lo que pudo antes de que se fuera a Estados Unidos a convertirse en una estrella de sus competiciones universitarias con la camiseta de Ole Mississippi. “Lo que le caracteriza a Jorge es su trato, muy personal”, dice el cuarto clasificado en Eugene que este año, el de su gran salto, ha bajado 5s su mejor marca en 1.500m hasta 3m 30,60s, un nivel de crack, y continuará su carrera profesional en Colorado, Estados Unidos, enrolado en el equipo On Running de su entrenador Dathan Ritzenheim, que está con él en Múnich. “De hecho, le sigo escribiendo a Jorge. Es la persona a la que escribo para pedirle consejos de la federación, más que a ningún otro, espero volver a verle y tomarme un café con él”, dice. Pero antes se lo toma en el hotel con Ritzenheim, y, con Tolkien sobre la mesa, prepara la final.

Si gana García Romo, que acaba de cumplir 23 años, sería el cuarto español que en la historia se proclamara campeón de Europa de los 1.500m tras Fermín cacho (1994), Reyes Estévez (1998) y Arturo Casado (2010). “A Ingebrigtsen, si hay uno que puede hacerle frente es Mario”, dice, precisamente Casado, el último campeón español. “Pero lo tiene muy complicado, muy complicado”. Explica Casado que el atleta salmantino deberá, en todo caso, esperar que Ingebrigtsen cometa un error de soberbia como el de Eugene, con su forma loca de tirar desde el 800 que aprovechó Whigtman con un cambio largo. “Mario sabe leer muy bien la carrera y hacer los movimientos justos y en el momento clave”, dice el atleta madrileño. “Pero Ingebrigtsen no somete dos veces el mismo error y sabe muy bien obligar a quien le marca a ir por la calle dos para que gaste más, como hizo con Katir en el 5.000. Será casi imposible ganarle”.

Todo lo sabe García Romo, que sigue leyendo el Hobbit, y sigue inspirándose en el final feliz de las aventuras imposibles, y en la grandeza que procuran.

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Sobre la firma

Carlos Arribas
Periodista de EL PAÍS desde 1990. Cubre regularmente los Juegos Olímpicos, las principales competiciones de ciclismo y atletismo y las noticias de dopaje.

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