La presión del Barcelona
Aunque la marca aguanta, la degradación del modelo ha sido progresivo en la medida en que se han alejado jugadores emblemáticos como Iniesta y Xavi
Al equipo de la paciencia le ha entrado la prisa después de perder el tiempo: el Barcelona necesita ganar la Liga. Nunca había estado tantos años alejado del título desde la temporada 1998-1999; entonces fueron seis y ahora van tres, sometido por el Atlético y el Madrid. Ha extraviado el juego, se peleó con la pelota y se quedó sin referentes por la pérdida de Cruyff, el agotamiento de Guardiola y la partida de Messi.
Aunque la marca aguanta, la degradación del modelo ha sido progresivo en la medida en que se han alejado jugadores emblemáticos como Iniesta y Xavi. El volante catalán ha regresado como entrenador cuando se cuentan los días que les quedan como azulgrana a futbolistas venerados de la talla de Piqué y Busquets. Tampoco son precisamente buenos días para La Masia.
Nico, Riqui Puig, Ilias y Abde jugaron en noviembre pasado contra el Espanyol en el debut de Xavi como técnico en el Camp Nou. Ninguno estará en el estreno ante el Rayo ni se alineará durante la temporada con el Barça. Tampoco se espera a los tres delanteros protagonistas del partido inaugural del curso pasado contra la Real: Braithwaite, Griezmann y Memphis.
El Barça 2022-2023 se edifica a partir de un futbolista que el Bayern no quiso renovar: Lewandowski. Nadie duda de su poder goleador ni de su cartel en Europa. La diferencia es que el proyecto de Nagelsmann viaja con Mané a una velocidad distinta del de Xavi. También Guardiola empezó un libro nuevo en el City con Haaland. El Barça, sin embargo, necesita a un artillero de rendimiento inmediato como Lewandowski.
A sus casi 34 años, el delantero estrella de la Bundesliga fue presentado como la palanca futbolística del Camp Nou. La aspiración es que tenga el mismo efecto que Ronaldinho a los 25 y active el círculo virtuoso de aquel equipo que conquistó el Bernabéu en 2005 para un año después ser campeón en París. Lewandowski culmina el álbum de cromos reunido por Laporta.
El Barça quería jugadores contrastados en las distintas líneas para un ejercicio que no admite grises: Koundé y Christensen deberían dar consistencia a una defensa frágil, Raphinha y Lewandowski se supone que mejorarán un ataque al que siempre le ha faltado el gol de Messi, y a Kessié se le pedirá que sea Yaya Touré. Queda por ver si llegan Marcos Alonso y Bernardo Silva mientras a De Jong le ponen las cosas muy difíciles para que siga en el Camp Nou.
Aumenta la competitividad con una plantilla tan amplia y variada como pedía Xavi. Los azulgrana ganan contundencia en las áreas sin perder estilo por la presencia de Pedri y Busquets en la medular y de Dembélé y Raphinha en los extremos a la espera de Ansu. Aunque se supone que no renunciará a la posesión ni a la posición, su fútbol se prevé más rápido y vertical, y su seña de identidad será la presión; apretar al rival con la misma opresión que sienten los jugadores y el técnico por ganar la Liga. O con la misma ambición que Laporta. No se trata de hacer un equipo sino de que el presidente le ha dado el equipo hecho al entrenador pese a no tener un euro. Ahora falta poner el dinero y el fútbol.
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