Djokovic, aún más lejos del US Open
El grande estadounidense remarca que se atendrá a la normativa sanitaria del país, que impide el acceso a los no vacunados, por lo que sus opciones se desvanecen
Las cosas siguen como estaban entre Novak Djokovic y el US Open. Es decir, hoy día, las posibilidades de que el serbio dispute la próxima edición del grande neoyorquino son nulas, pero ante cualquier tipo de especulación, habladuría o maniobra dialéctica de uno u otro actor –ya sea el tenista, el entorno o quién sabe si de algún gobierno, como sucedió durante el esperpéntico episodio de enero en Australia–, la organización del torneo ha querido anticiparse. Esto es, Nole no podrá competir del 29 de agosto al 11 de septiembre en las pistas de Flushing Meadows porque así lo dice la normativa sanitaria de los Estados Unidos. Sin un certificado de vacunación completo contra la covid, nadie, llámase como se llame y gane lo que haya ganado, puede acceder al país ni mucho menos participar en un evento deportivo.
Frente al runrún y las hipótesis que puedan surgir de aquí al inicio del torneo, la Federación Estadounidense de Tenis (USTA) emitió este jueves un comunicado tajante en el que se atiente directamente a las directrices gubernamentales, tratando de evitar así la situación que se dio a principios de año en Melbourne, adonde Djokovic viajó porque la dirección del Open de Australia le garantizaba la entrada; sin embargo, al intentar cruzar la aduana, el deportista se topó con la ley y fue detenido dos veces antes de ser deportado. Teniendo en cuenta el precedente, el US Open, último major del curso, prefiere esquivar cualquier tipo de confusión.
“El reglamento de los Grand Slams recoge que todos los jugadores elegibles entran en el cuadro individual masculino y femenino basándose en el ranking publicado 42 días antes del primer lunes del torneo”, introduce la nota de la USTA. “El US Open no tiene un reglamento específico de vacunación establecido para los tenistas, pero respetamos la posición del gobierno de los Estados Unidos sobre los viajes al país por parte de ciudadanos extranjeros no vacunados”, agrega el texto, viniendo a decir que más allá de lo que piensen ellos, los organizadores, prevalece la regla sanitaria.
Esta dice que toda persona que desee entrar en el país norteamericano deberá a estar vacunado, opción que no contempla Djokovic. El balcánico, de 35 años, fue tajante después de conquistar su 21º grande el pasado día 10, en Wimbledon. “No me he vacunado y no planeo hacerlo. No creo que lograr una exención sea realista”, afirmó; “estoy de vacaciones, sí. Juegue o no pronto, necesito descansar al menos un par de semanas porque ha sido un periodo bastante agotador. Luego esperaré, con suerte, buenas noticias de allí [EE UU]. No voy a agobiarme por jugar torneos y conseguir puntos”.
La remota vía de la exención
A la semana siguiente, en el marco de una exhibición en Bosnia, el ex número uno incidió en su posición. “Soy tenista, no quiero entrar en política. Como he dicho desde el principio, tan solo defiendo la libertad individual. No voy a viajar a los Estados Unidos si no tengo una exención totalmente clara. Lo que sucedió en Melbourne no fue nada agradable y hay quienes piensan que forcé las cosas, pero no fue así. Simplemente me gustaría que la gente respetara mi postura; si al final tengo la exención, genial, pero si no, no sería el fin del mundo”, prolongó Nole, que tampoco podrá competir en los Masters 1000 de Montreal (7 al 14 de agosto) ni Cincinnati (15-21), por lo que se expone a una estadía de dos meses en la reserva.
A principios de este 2022 ya estuvo 80 días al margen, aunque luego la modificación de la normativa francesa le abrió las puertas de Roland Garros. Allá chocó con Rafael Nadal en los cuartos de final, y después se redimió en Wimbledon, territorio redentor para él una vez más.
Estos días, las conjeturas sobre su asistencia a Nueva York crecen y todavía más cuando su nombre apareció en la lista de entradas del torneo. Nada nuevo, mero formalismo. Como ocurre en todas las grandes citas, las figuras se preinscriben y después maniobran en función de sus pretensiones o, en el caso de Djokovic, los acontecimientos. “Si me lo autorizan, allí estaré”, dice, a la vez que remarca que no se inyectará la dosis para combatir los efectos del coronavirus, del que se ha contagiado al menos un par de veces. “No, no siento la necesidad de hacerlo”, repite una y otra vez, fiel a sus convicciones y también sin dar el brazo a torcer pese al vendaval que lo envuelve desde enero.
Mientras, desde su círculo precisan. “Ahora mismo hay más posibilidades de que me inviten a mí a Umag [un torneo en Croacia], a que Novak pueda jugar en Nueva York. El torneo en sí no pone problemas, pero en este tipo de situaciones manda la política de cada país”, expone su preparador, Goran Ivanisevic, igualmente de “vacaciones” porque probablemente su jugador –finalista el año pasado y tricampeón neoyorquino– no vuelva a intervenir en el circuito hasta mediados de septiembre, cuando se dispute con Serbia la fase de grupos de la Copa Davis.
GUIÑO DEL OPEN DE AUSTRALIA
Mientras, desde Australia, donde el tenista teóricamente aún no puede regresar a no ser que las autoridades levanten el castigo que pesa sobre él, llega la actitud conciliadora del director del Open de Australia, Craig Tiley.
“Permitirle jugar no es una decisión que nos corresponda a nosotros, pero Djokovic siempre será bienvenido aquí. Sabe muy bien que a los australianos nos encanta verle jugar en nuestro torneo. Aún queda mucho tiempo, debe disfrutar de lo que consiguió otra vez en Londres. Hizo un magnífico trabajo en Wimbledon”, se congracia el dirigente.
La checa Renata Voracova (38 años, 102ª del mundo) vivió un episodio similar en Melbourne –fue detenida y deportada, pero a diferencia del balcánico no alegó–, y ya ha recuperado el visado, según el diario The Age.
Entretanto, los aficionados del tenista ya han recogido más de 14.000 firmas a través de la plataforma change.org para que puede jugar en Nueva York, y Djokovic disfruta de unos días de asueto. Ve cada vez más lejana la opción de jugar en los Estados Unidos y, por lo tanto, de igualar los 22 grandes de Nadal, instalado el español en la cúspide histórica del tenis masculino.
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