Ya casi no hay goles de falta directa, y la culpa no es de los lanzadores
Los tiradores han mantenido un acierto similar en los últimos 16 años, pero pueden intentarlo menos veces porque se pitan muchas menos infracciones al borde del área
El 17 de abril fue un día rarísimo de la última Liga. En el Metropolitano, a las seis menos cuarto de la tarde, Raúl de Tomás le marcó al Atlético un gol de falta directa en el que falló Oblak. Menos de cuatro horas después, en el Sánchez Pizjuán, la barrera del Madrid se abrió, y Rakitic batió a Courtois también de tiro directo. La concentración fue insólita: hacía dos meses que nadie anotaba de esa suerte en un campeonato que solo registró nueve goles de falta directa a final de curso. Esa tarde se juntaron dos en cuatro horas.
El caso de España resultó especialmente extremo la temporada pasada: fue la liga con menos goles de falta directa de las cinco grandes de Europa. Y con diferencia: uno cada cuatro jornadas, mientras que en Inglaterra, Italia, Alemania y Francia vieron uno cada dos fechas. La Liga ha registrado la peor sequía de Europa, pero la caída del número de goles de falta directa ha sido generalizada al menos en las últimas 16 temporadas, que son de los que Opta, empresa de análisis de datos de fútbol, guarda registros.
En la 2006/07 se anotaron de tiro directo 145 goles en las cinco grandes ligas. En la que acaba de terminar, la 2021/22, solo 87, lo que supone una diferencia del 40%. Y el curso anterior había sido incluso más escuálido, con 78. ¿Qué ha pasado?
Hace unos meses, Milinko Pantic, formidable especialista de una suerte fundamental para el doblete del Atlético en la temporada 1995/96, lamentaba en EL PAÍS el descuido de esta disciplina: “Ya no se valoran este tipo de especialistas”, decía. “No se ensayan los lanzamientos tanto como antes. Apenas cinco o seis tiros al final de las sesiones. Yo me quedaba una hora”. Marcos Assunçao, otro francotirador mítico, se quejaba de lo mismo: “Ya apenas quedan tiradores de faltas”.
Sin embargo, los datos sugieren que la culpa no es de los lanzadores. Ellos no han empeorado. En las últimas 16 temporadas han mantenido un nivel de acierto muy estable, que se ha movido entre el 4,5% y el 6,5%. No hay ningún patrón identificable, ni hacia arriba ni hacia abajo. Al estudiar miles de partidos, con decenas de lanzadores, lo más reseñable es la estabilidad.
Es más: se puede decir que los especialistas no solo no han empeorado, sino que tienen cada vez más pericia. En este tiempo ha aumentado un poco la altura media de los futbolistas (medio centímetro en la Liga), y por tanto de las barreras, que al mismo tiempo han vivido evoluciones estratégicas con formaciones imaginativas y desconcertantes para los lanzadores. Pero sobre todo han crecido los porteros, tres centímetros: su estatura media ha pasado de 185,6 cm a 188,5. Además, han afilado su técnica. Los tiradores han encontrado más dificultades estos años y pese a ello han mantenido el acierto.
Pero lo han intentado bastante menos a menudo. En las últimas 16 temporadas, el número de lanzamientos directos en las cinco grandes ligas ha caído de manera sostenida a la mitad, de 3.210 en la 2006/07 a 1.613 en la 2021/22. En España la caída ha sido incluso mayor: se ha pasado de 771 intentos a 321.
En realidad, la culpa de la escasez progresiva de goles de falta directa es más de los árbitros y de los defensas, más finos en sus acometidas. En Europa se pitan ahora bastantes menos faltas que hace 16 años, cerca de un tercio menos. En España, por ejemplo, se ha pasado de 14.142 a 10.061, según Opta.
La magnitud de la caída ha sorprendido incluso a un exárbitro con décadas de experiencia como Alberto Undiano Mallenco, en activo en Primera entre 2000 y 2019. Para él, este notable descenso no es casual: “El arbitraje ha estado muy pendiente en los últimos años de las jugadas realmente peligrosas. Se fue estricto, y ahora se ve el resultado, por ejemplo con menos fracturas de nariz y pómulo. Los jugadores saltan de manera más limpia que en el pasado”, dice.
La persecución del salvajismo ha achicado el terreno de los violentos, pero también han cambiado los colegiados, según Undiano: “Se puede decir que el árbitro ahora es más futbolero. Estudia más a los equipos, tiene más herramientas para prepararse… El árbitro ahora es menos pitón, entiende más la esencia del fútbol, cuándo dejar seguir el juego, cuándo parar”.
El descenso del número de faltas es general, pero se registra de manera particular en la zona del campo que hace salivar a los lanzadores, y para eso también tiene explicación Undiano: “Con las faltas al borde del área, decimos lo mismo que decimos de los penaltitos. Hay la misma instrucción que para las faltas dentro del área, les damos la misma entidad que al penalti. Pedimos a los árbitros que estén muy seguros de que el contacto es suficiente. Les insistimos mucho en que piensen en las faltas cercanas al área casi como dentro del área. Entendemos que si [la falta] es escasa y acaba en gol se nos va a criticar”.
Sin embargo, el peligro real no es ni cercano. Los penaltis se anotan en un 76% de las ocasiones, mientras que en los mejores años las faltas directas registran un acierto 12 veces menor. Así que se puede decir que un temor irracional ha contribuido de manera decisiva a que cada vez se vean menos goles de lanzamiento directo.
Los nueves goles de falta de la Liga 2021-2022
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