El Valencia presenta el Nou Mestalla tras trece años de abandono y promesas incumplidas
El club anuncia un nuevo proyecto para el estadio en el que no confían la Generalitat ni el Ayuntamiento
Se enreda la madeja del nuevo estadio del Valencia. Situado en la avenida de Cortes Valencianas, una de las principales arterias de acceso a la ciudad, el campo empezó a levantarse en 2007 y se paralizó en 2009 por la llamada ‘crisis del ladrillo’. Desde entonces, el club no ha sido capaz de encontrar financiación para acabarlo. La mole de hormigón lleva parada trece años esperando a que las máquinas entren a despertarla. El club tiene un proyecto nuevo, pero las autoridades políticas de la ciudad no se lo creen. El caso puede acabar en los tribunales y paralizar las obras otro lustro.
El escenario actual enfrenta al club con la Generalitat y el Ayuntamiento de Valencia, que se mantienen intransigentes respecto a la caducidad, el próximo mes de julio, de la Actuación Territorial Estratégica (ATE), un plan urbanístico validado por el Partido Popular en 2012 que ayudaba al club, con una recalificación de suelo incluida, a levantar su nuevo estadio financiado por la venta y la posterior explotación comercial de las parcelas donde se enclava el antiguo coliseo de Mestalla. La ATE marcaba que el nuevo estadio debería estar acabado en 2021 y el viejo Mestalla demolido en 2023 para poder edificar en las parcelas. Desde su llegada en 2014, Peter Lim ha ido incumpliendo los plazos y dando largas a los políticos de la ciudad, que desde 2019 son más beligerantes. Esa relación ha ganado en crispación durante la etapa en la presidencia de Anil Murthy, destituido recientemente por Lim. “Prefiero ir, que me digan lo que quieren. Siempre con la sonrisa. ‘Gracias, gracias, gracias’. Luego Germán Cabrera (el abogado de Meriton, la empresa matriz desde la que Lim dirige sus negocios en España) ‘pum’. Vamos a llevar a la Generalitat a juicio”, dijo Murthy en una cena con empresarios valencianos que le costaría el cargo tras la grabación y posterior filtración a la prensa de sus palabras.
La negativa de Lim a cumplir con lo dispuesto y su estrategia de ganar tiempo presentando proyectos que no respetaban lo acordado y no aportaban ningún aval financiero llevó a la Generalitat a caducar la ATE, que se extinguirá el próximo mes de julio.
El último movimiento del Valencia fue convocar una rueda de prensa sobre el hormigón desnudo del nuevo estadio para garantizar que su último proyecto cumple con lo dispuesto en la ATE antes de que esta caduque. Hablaron Sean Bai, el arquitecto Mark Fenwick, la directora financiera Inma Ibáñez y el director de operaciones Christian Schneider.
El nuevo Mestalla respetará el aforo de 70.000 butacas que fijó la ATE, pero comenzará con 49.000, dejando libre el tercer anillo, que sería cubierto por unas lonas. El motivo es que la asistencia a Mestalla en los últimos 8 años no ha superado nunca esa cifra. “No hay nada peor que un estadio vacío”, dijo Schneider. No obstante, garantizó que están preparados para cubrir los 21.000 asientos de diferencia: ·”No deben ser obstáculo para que se bloqueen las obras”, aseguró el arquitecto. “Me parecería una aberración que se tumbara el proyecto”, comentó Inma Ibáñez, que defendió que el proyecto, que cuesta 115 millones de euros, es viable económicamente. “Está respaldado con los 80 millones de euros de CVC, dos préstamos puentes de Caixabank y Rights and Media Funding Limited por valor de 30 millones, y la venta de activos como el terciario del Nou Mestalla y las oficinas del club”, aseveró Ibáñez.
Sobre la salud de la cimentación, el arquitecto Fenwick, que ha ideado tres estadios en Qatar para el Mundial, ironizó: “Mira el coliseo de Roma, después de 2.000 años sigue en pie. El hormigón está estupendo”.
El Valencia admite que, aunque el acuerdo con las administraciones se desbloqueara en breve, el cambio de estadio no se podría producir antes del verano de 2025. La previsión es que una vez arranquen las obras se necesitarán 22 meses para su finalización.
La respuesta está en el tejado de Generalitat y Ayuntamiento de Valencia, pero ahí se abre otro flanco de batalla. Los políticos, que recelan de Lim, estudian al detalle las nuevas garantías económicas y ya han advertido que no aceptan un estadio menor de 70.000 espectadores. Sin estos dos factores, la ATE caducará en julio y el club se quedará sin los beneficios urbanísticos que propone. “Desde la parte del club no queremos judicializar el proceso. El club tiene que defender sus intereses, pero si a pesar de nuestra voluntad de llegar a un acuerdo, presentando un proyecto creíble desde el plano técnico y financiero, la Generalitat decidiera caducar la ATE, esto nos parecería desproporcionado e injustificado”, advirtió Bai.
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