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Duvernay-Tardif, el atleta que cambió la NFL por la medicina tras luchar contra la covid

El jugador de los Jets, quien ya había dejado la liga tras ganar un campeonato, anuncia que buscará convertirse en médico residente

Luis Pablo Beauregard
Laurent Duvernay-Tardif
Laurent Duvernay-Tardif, el número 72 de los Jets, defiende a Zach Wilson en un partido contra Nueva Orleans disputado en diciembre pasado.Adam Hunger (AP)

Para los atletas profesionales es difícil decir no a la NFL, la liga de fútbol americano, una de las más populares y mejor pagadas en Estados Unidos. El jugador Laurent Duvernay-Tardif, de 31 años, lo ha hecho más de una vez. La negativa más reciente llegó hace pocos días, cuando el liniero ofensivo de los Jets de Nueva York dijo a la prensa que, de momento, no está en sus planes regresar en otoño a una nueva temporada. ¿La razón? El canadiense ha apostado por su carrera de medicina, una salida poco común para los deportistas de esta categoría. Duvernay-Tardif se probará desde julio en un hospital de Montreal con la idea de convertirse en doctor.

“Voy a priorizar la medicina... ya veremos qué sucede en septiembre”, dijo Duvernay-Tardif el miércoles pasado a la agencia Associated Press. “Después de ocho años en la NFL, y no quiero sonar pretencioso, pero creo que me he ganado el derecho a hacer lo que es mejor para mí y no solo para el fútbol, es tiempo de apostar un poco en mí”, añadió. El atleta se convirtió en 2018 en el primer jugador en activo de la NFL que tiene un título de Medicina. En marzo pasó a ser agente libre, lo que le permite negociar su contrato con cualquier equipo. No ha revelado con quién podría volver a la cancha, aunque asegura que tiene ofertas de cuatro franquicias.

Duvernay-Tardif no es un jugador cualquiera. En febrero de 2020 alcanzó la cima de la NFL con los Chiefs de Kansas City tras conquistar el Super Bowl 54. Su trabajo era proteger a Patrick Mahomes durante la ofensiva, que aquella noche se impuso a San Francisco viniendo de atrás en una emocionante final disputada en Miami. Es uno de los 13 canadienses que han alzado el trofeo Vince Lombardi.

En aquel juego en Miami por el título, Duvarnay-Tardif escuchó por primera vez sobre el coronavirus, que ya llevaba un par de meses causando el caos en varias ciudades asiáticas. La pandemia opacó su triunfo más importante en su trayectoria como atleta profesional. “Me sentía frustrado. Mis eventos, los de mi fundación, mis entrevistas con la prensa estaban siendo canceladas. Pero pensé que todo esto era mucho más grande que el que no pudiera celebrar el triunfo del Super Bowl”, dijo en abril de 2020.

Con la nueva temporada en duda, Duvernay-Tardif decidió que quería ser parte de la solución. Su supervisor le pidió que no dejara su edificio en Montreal porque podía contagiarse y poner en peligro su contrato, pero el atleta decidió arriesgarse y poner en práctica lo que había aprendido en la facultad de Medicina de la Universidad de McGill. Comenzó a trabajar en un hospital público de la ciudad, donde cubría turnos como camillero y ayudante de los enfermeros, algo sencillo para el hombre de 1.95 metros y 145 kilos. “Había una batalla en el mundo... Me habría sentido como un cobarde si no hubiese hecho nada”, afirmó el jugador.

Fueron nueve semanas que cambiaron su vida. La mayoría de los pacientes que trató se acercaban a los 80 años. “Era gente que no había visto a su familia en 10 semanas porque estaban en cuarentena en sus habitaciones. La única interacción que tenían es con gente como nosotros, con máscaras, guantes y visores. Lo más importante era comunicarse con ellos, preservar su dignidad y ser los más optimistas para ellos, algo muy difícil”, explicó después a la prensa.

El jugador sorprendió a todos en el verano de 2020, cuando anunció que no volvería a la liga a defender el campeonato. “He visto con mis propios ojos la escasez de sanitarios, he visto a la gente enfermar y morir. No veo cómo seguir con mis asuntos y con el fútbol ahora. Es jodido porque amo el fútbol, pero es el precio por seguir mis convicciones y lo que creo que es lo correcto”, aseguró entonces Duvernay-Tardif.

Su decisión estaba hecha. Y esta fue aplaudida por sus compañeros de equipo. “Esto refleja una dedicación tremenda a su profesión”, dijo entonces Andy Reid, legendario entrenador de la NFL, quien llevó a los Chiefs a coronarse frente a San Francisco en un histórico último cuarto donde anotaron 21 puntos. Patrick Mahomes, autor de esa hazaña, también dedicó palabras al heroísmo de su compañero: “Será difícil que no esté aquí con nosotros, pero al mismo tiempo él quiere hacer del mundo un lugar mejor”. Su trabajo como sanitario lo hizo merecedor de los premios Lou Marsh, que reconoce cada año a los deportistas canadienses más destacados, y al Muhammad Ali, que condecora a los atletas por su servicio social.

Duvernay-Tardif no volvió a vestir la camiseta de los Chiefs. Intentó mantenerse en forma levantando pesas en su apartamento en Montreal y estudiando el libro de jugadas de su equipo. Todo esto cuando no estaba en el hospital, una jornada que empezaba temprano por la mañana y se extendía hasta las tres de la tarde. Volvió a finales de 2021 a Kansas, pero una fractura de la mano en los entrenamientos lo apartó del primer equipo y fue trasladado a Nueva York, donde jugó siete de los ocho partidos en los que estaba disponible.

Su futuro como profesional es incierto por el momento. Aunque ha dejado claro que no se retira todavía de las canchas. “Me siento cómodo con el riesgo. Y confío en que en septiembre habrá una oferta sobre la mesa. Si quiero, la aceptaré. Si lo de la Medicina va bien y siento el llamado de estar ahí afuera frente a 80.000 espectadores para jugar el deporte que amo, pues iré. Pero quiero que sea en mis términos”, ha asegurado Duvernay-Tardif.

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Sobre la firma

Luis Pablo Beauregard
Es uno de los corresponsales de EL PAÍS en EE UU, donde cubre migración, cambio climático, cultura y política. Antes se desempeñó como redactor jefe del diario en la redacción de Ciudad de México, de donde es originario. Estudió Comunicación en la Universidad Iberoamericana y el Máster de Periodismo de EL PAÍS. Vive en Los Ángeles, California.

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