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FC BARCELONA FEMENINO
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Una cura de humildad para el Barça

Las azulgranas se consolidan como la mejor alternativa después de la doble lección recibida del plantel del Olympique de Lyon, liderado por Hegerberg

Alexia Putellas llora este sábado tras caer en la final de la Champions ante el Lyon en Turín.
Alexia Putellas llora este sábado tras caer en la final de la Champions ante el Lyon en Turín.ALBERTO LINGRIA (REUTERS)
Ramon Besa

El Barça llegó tarde a la final de Turín, seguramente por un exceso de confianza, y ya no pudo alcanzar al Olympique de Lyon, más rápido, más puñetero, más competitivo y más equipo, porque al fin y al cabo lleva mucho más tiempo que el azulgrana como bandera del fútbol femenino en Europa. Las francesas encontraron en su duelo con las barcelonistas un desafío único para reivindicar la tradición y el peso de la historia, ocho veces campeonas, cinco de forma consecutiva, frente a un adversario que de alguna manera se había apoderado del megáfono mediático después de su éxito reciente en Gotemburgo en 2021. El boato confundió al Barcelona y estimuló al OL.

No alcanza con ser el club del momento, y también el que aglutina la atención por su juego y extraordinario esfuerzo en favor de la igualdad, para derrocar a la institución que defiende una tarea más anónima y abnegada e igual de admirable como es la de ganar simplemente, la tesis que sostiene la entidad de Lyon. Una diferencia sustancial para comprender al tiempo el mérito del Barça, que se bate repetidamente para ocupar el trono del OL. No pudo en 2019 ni en 2022. La diferencia, sin embargo, se reduce hasta el punto de que las azulgranas se consolidan como la mejor alternativa después de la doble lección recibida del plantel liderado por Hegerberg.

Las finales todavía se deciden en la cancha y no en la grada ni en la prensa, analógica o digital, incluso en la Champions femenina, ganada en un abrir y cerrar de ojos por el OL cuando el ruido ambiental anunciaba un triunfo del Barcelona. El equipo azulgrana compareció para recoger la copa más que para disputar el título, parecía preparado para celebrar el triunfo y no para jugar la final, después de que la inercia estuviera de su parte por los 30 partidos ganados en la Liga. Los tres goles del OL fueron tres directos a la mandíbula del Barça. El discurso ampuloso que se articuló alrededor de las barcelonistas solo tuvo sentido con el 1-3 de Alexia.

Las barcelonistas no supieron gestionar bien la euforia ni tampoco el partido ni los recursos, obligadas a jugar a contracorriente contra un rival que aplicó un plan de partido para cada situación, favorecido por un golazo de Henry que tuvo más que ver con una acción individual que colectiva, imposible de defender para Paños. El equipo de Jonatan Giráldez, inferior en el campo, tampoco tuvo suerte en los instantes decisivos en una jornada que le obliga a volver sobre los pasos de Budapest y del 4-1.

Individual y colectivamente, el campeón francés superó al Barça. La derrota no debe ser ningún drama ni fracaso para las azulgranas, sobre todo por su entereza ante la derrota después de tantos días de excitación victoriosa, sino que se presenta como un resultado determinante para recuperar la humildad y reiterar su discurso en favor de un mundo nuevo, con un público nuevo y nuevos ídolos, compatible con el de un campeón que no estaba dispuesto a que volara de un plumazo un tesoro ganado durante años y con una tensión competitiva que no admite revanchas

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Sobre la firma

Ramon Besa
Redactor jefe de deportes en Barcelona. Licenciado en periodismo, doctor honoris causa por la Universitat de Vic y profesor de Blanquerna. Colaborador de la Cadena Ser y de Catalunya Ràdio. Anteriormente trabajó en El 9 Nou y el diari Avui. Medalla de bronce al mérito deportivo junto con José Sámano en 2013. Premio Vázquez Montalbán.

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