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Columna
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No es tan fiera la Premier… ¿o sí?

A pesar de solo tener un finalista europeo, la liga inglesa es la más atractiva para aficionados e inversores

Mané, del Liverpool, controla el balón ante Cancelo, del Manchester City.
Mané, del Liverpool, controla el balón ante Cancelo, del Manchester City.TONY OBRIEN (Action Images via Reuters)

Con los resultados en la mano, no parece tan fiera la Premier como la pintan. Si fuera por los apostadores ingleses, en estos momentos tendríamos una final de la Champions puramente inglesa, entre el Liverpool y el Manchester City; el West Ham sería el gran favorito para ganar la Europa League contra el Rangers (el gran renacido del fútbol británico); y el Leicester sería también favorito para ganarle al Feyenoord la final de la Conference League. La realidad es que esos cuatro finalistas europeos que la Premier se prometía se han quedado reducidos a uno, el Liverpool, y durante 45 minutos dio la impresión de que hasta el energético equipo de Jürgen Klopp estaba a las puertas de ser hundido por los torpedos del siempre minusvalorado Villarreal. Dadas las expectativas, la presencia del fútbol inglés en las finales es modesta y los partidarios de la multiculturalidad futbolística lo celebrarán con grandes palmadas: en lugar de cinco británicos y un holandés entre los seis finalistas europeos del año nos encontramos con un equipo inglés, uno español, uno escocés, uno alemán, uno italiano y uno holandés. Por cierto, ¿dónde está Francia?

Nada de todo esto permite sacar conclusiones demasiado tajantes. El fútbol, como todos los deportes de equipo, depende de factores incontrolables. Thibaut Courtois, el verdadero héroe del Bernabéu en el drama del miércoles pasado, salvó al Madrid de una derrota segura al desviar un balón de gol con la punta de la bota instantes antes de que Rodrygo (el héroe oficial) pusiera el partido patas arriba. Si el fútbol se decidiera por puntos, el Real Madrid habría perdido las eliminatorias ante el PSG, el Chelsea y el City. Pero se decide por goles, afortunadamente para los madridistas, pero también para el fútbol en general. El azar es un factor inevitable.

La Liga ha sido dada por muerta por muchos, sobre todo por esa gran masa global que considera que la Premier es muy superior y desprecia la realidad de la estadística: la aplastante superioridad de la Liga en el palmarés europeo desde hace muchos, muchos, muchos años, y la incontestable superioridad española en los mano a mano entre la Liga y la Premier en general y en las finales en particular. Al menos, hasta ahora.

El relativo fracaso de la Premier, que aspiraba a la triple corona europea y se quedará solo con la Champions o solo con la nada, tampoco debería fomentar conclusiones demasiado drásticas. La realidad es que la liga inglesa sigue siendo la más atractiva de largo para los espectadores de medio mundo… ¡y para los inversores internacionales! Tras la expulsión de Roman Abramóvich, el Chelsea va a ser adquirido por el empresario estadounidense Todd Boehly, que encabeza la plataforma de inversiones Eldridge Industries y es propietario del mítico equipo de la NBA de Los Ángeles Lakers y del equipo de béisbol de Los Ángeles Dodgers. La entrada de Boehly, que ha alcanzado un acuerdo con los gestores provisionales del Chelsea, ya solo depende de que reciba el visto bueno definitivo de la Premier League y del Gobierno británico. Desmintiendo los rumores de días atrás, Abramóvich ha reiterado su voluntad de renunciar a recuperar la deuda de 1.750 millones de euros que el Chelsea tiene contraída con él, lo que significa que el club londinense podrá poner en marcha sus planes de construir un nuevo Stamford Bridge para modernizarlo y ampliar sustancialmente su capacidad.

Con el retorno del Chelsea a la normalidad y la llegada de los petrodólares a Newcastle, más la fortaleza financiera de City, Liverpool, United, Tottenham y Arsenal, la Premier sigue ofreciendo una vitalidad económica sin rival en Europa. El problema a largo plazo es que, como se ha visto con el Chelsea y se puede ver con los clubes directamente ligados a zonas del mundo que no respetan los derechos humanos, esa fortaleza puede ser más frágil de lo que parece, dependiendo de los humores políticos del momento.

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