Fernando Rivas: “España y el mundo van a tardar mil años en tener a otra Carolina Marín”
El entrenador de la onubense hace balance de la vuelta a la competición de la campeona olímpica tras 11 meses de lesión y dice que busca que juegue de una forma más inteligente para conservar su físico
Son las tres de la tarde del sábado y acaba de terminar la ceremonia de entrega de medallas del Europeo de bádminton, el sexto seguido para Carolina Marín. Fernando Rivas (Granada, 44 años), su entrenador, atiende a EL PAÍS sentado en una banqueta del gimnasio. El ambiente es, como no, festivo. “¡Venga, que hemos puesto las cervezas a enfriar!”, se escucha. Marín está terminando de tratarse con el fisio y reparte entre su equipo los sobres de jamón que había en la caja de regalo. Los abren y se los zampan ahí mismo.
Pregunta. Carolina Marín dice que los deportistas no son seres estratosféricos. ¿Qué deportista es ella?
Respuesta. Hay deportistas y deportistas… yo siempre digo que hay deportistas extraordinarios. Si no, ¿por qué habría uno que es mejor que otro? Evidentemente tiene que ver con el esfuerzo y el trabajo. A Guille [Guillermo Sánchez, el preparador físico] le gusta hablar de epigenética, de nacer con un potencial y rodearte de un entorno que multiplique ese potencial y te lleve donde ha llegado ella. Con esa epigenética, de todas formas, no lo consigue cualquiera. No son estratosféricos… pero son seres especiales, cualquiera no puede hacer lo que hace ella, lo que hace Nadal o Phelps, cualquiera no gana los Juegos Olímpicos, cualquiera no se pone a sacar un punto de partido en los Juegos Olímpicos con la convicción que hizo Carolina o como ha hecho en el Europeo.
P. ¿Por qué ella lo consigue y los demás no?
R. Porque ha nacido con unas condiciones equis y por su desarrollo del carácter, por las situaciones que ha tenido en su vida, más allá de la genética que tenga, que conociendo a su familia la tiene, porque tiene una madre con carácter. También cuenta el ejemplo que le han dado sus padres, su padre fue un gran trabajador y su madre igual. A eso hay que sumarle un entorno muy profesional, todos los que estamos alrededor de ella tenemos muchas ganas de mejorar siempre, de innovar y de llevarla a su mejor versión. El alto nivel no lo consigue cualquiera, no nos engañemos. Hay unos elegidos y los elegidos tienen que trabajar y para ello necesitan un entorno que les permita desarrollarse. Mire, hay un libro de Ken Robinson, El Elemento, en el que aboga por una educación fuera de lo convencional. Establece una serie de normas para desarrollar tu talento y una de ellas es que elijas lo que te apasiona y que busques un ecosistema de gente como tú y ahí es donde te vas a desarrollar. Y es un poco lo que le ha pasado a Carolina.
Hay unos elegidos y los elegidos tienen que trabajar y para ello necesitan un entorno que les permita desarrollarse.
P. ¿Durante el Europeo se ha cabreado más usted o más ella?
R. Ella. Yo no me cabreo ni una vez. Sabíamos que era muy difícil. Sobre todo en el partido de cuartos de final [contra la danesa Line Hojmark Kjaersfeld, único encuentro en el que cedió un set] que se podía perder perfectamente. Lo asumimos. Para nosotros ya era un premio estar aquí y lo hemos llevado bien. Queríamos disfrutar de verdad. Ha habido momentos muy frustrantes porque la táctica no salía, algunos golpeos que tampoco, pero ni mejor ni peor que hace tres, cuatro, cinco años. Nunca se hace el partido perfecto.
P. ¿Qué había en esos largos abrazos después de la semifinal y de la final?
R. Mucha emoción, mucho cariño, mucha admiración. Es una relación personal, profesional y deportiva que trasciende lo deportivo muy intensa. También es un agradecimiento mutuo. Por el trabajo hecho y porque nadie del equipo ha fallado ante la dificultad, nadie se ha bajado del carro, hemos hecho absolutamente todo para que Carolina estuviera bien. Esta situación nos ha unido mucho más. No se imagina la suerte que tengo de estar en este equipo.
P. Cuando Carolina se volvió a romper el 28 de mayo, usted me repetía mucho una frase: “esto es demasiado duro incluso para alguien como Carol”.
R. Cuando una deportista como Carolina se lesiona ya es devastador, y esto además fue muy, muy cruel. A un mes y medio de los Juegos, entrenando como estaba entrenando, con estrategias muy complejas que acababa de hacer suyas.
P. ¿Qué le preocupaba?
R. Al inicio me preocupaba no que entrara en una depresión, pero sí en una desidia por palo tras palo. Han sido tres años muy duros los últimos. Por eso decidimos darle otro tipo de rehabilitación. Ella quería coger la raqueta enseguida y dijimos: ‘de eso nada, vamos a darle unas cuantas alegrías al cuerpo que falta te hace y bastantes palos te has llevado’. Sabemos que su familia la reconforta y procuramos que eso ocurriese mucho; los entrenamientos fueron más lúdicos, la rehabilitación también. La comunicación fue diferente, la raqueta se quedó guardada.
P. ¿En qué fue diferente la comunicación?
R. Las palabras: no utilizábamos la palabra entrenar, sino recuperar o rehabilitar.
P. En tres años les ha pasado de todo. ¿Si echa la vista atrás qué es lo primero que ve?
R. Tengo grabada la primera lesión que vi desde la tele [al torneo de Indonesia viajó Anders Thomsen, el segundo entrenador], las llamadas perdidas en mi móvil de Anders el día que Carolina se volvió a romper [Fernando estaba confinado por Covid] y al devolverle la llamada la vi llorando en el suelo. Las conversaciones que teníamos cuando su papá estaba en el hospital. Recuerdo también el día que me llamó para decirme que su papá se había ido; estábamos todos de vacaciones en diferentes puntos de España y todos [Guillermo, María Martínez la psicóloga, Carlos de Santos el fisio] cogimos el coche para irnos a Huelva. La mañana siguiente estábamos con ella, como una familia. Y me emociona recordarlo ahora.
P. ¿Cómo se hace para seguir mejorando con 28 años?
R. Para mejorar lo primero que tienes que admitir es que te hace falta mejorar. Si quieres invertir tiempo en un entrenamiento, debe tener una utilidad. Para eso siempre analizamos bien los partidos, donde estamos perdiendo los puntos, donde estamos perdiendo iniciativa, qué eficacia tenemos en algunos aspectos del juego.
P. ¿Qué le ha gustado más de este Europeo?
R. Que las cosas que hemos entrenado funcionan y que no hace falta correr tanto en la pista, hay muchas otras maneras de jugar. Con ángulos diferentes, con diferentes velocidades.
P. Carolina está muy fuerte de espalda.
R. Sí, hemos trabajado mucho la musculatura posterior de las escápulas. Es una jugadora muy ofensiva y para acelerar mucho su brazo necesitamos buenos frenos y la musculatura que frena es la de las escápulas. La frenada brusca es lo que acelera el volante, queremos que el volante gire rápido. Son milisegundos, pero es la diferencia entre ganar y perder.
P. ¿En qué porcentaje de condición física está Carolina ahora con respecto a su mejor versión?
R. 60-70%. Hay muchísimo margen de mejora.
P. ¿Qué Carolina ha visto en su vuelta a la competición?
R. La que habíamos preparado. Mentalmente muy buena, tenemos todavía que mejorar algunos aspectos emocionales como cuando hay frustración o miedo. A nivel táctico, en cuanto mejore físicamente… ¡ojo!
P. ¿Qué es innegociable?
R. El esfuerzo. Yo no creo en el éxito sin esfuerzo y sin trabajo.
P. Lleva 14 años trabajando con Carolina. ¿Hay algo que todavía le sigue sorprendiendo de ella?
R. Más que sorprenderme es algo para resaltar: la capacidad que tiene de reconectar, de reponerse de un partido malo. Es difícil hacer eso eh, porque hay deportistas que hacen un mal partido y lo arrastran hasta una semana después. Ella no, reconecta con las cosas que entrenamos y la ves, le cambia hasta el lenguaje corporal.
P. ¿Ha cambiado su exigencia o la forma de entender la exigencia?
R. No, ha cambiado la forma de aplicarla. Carolina ya no tiene 14 años, no puedo estar obligándola a hacer las cosas. Me llegué a sentar en la silla de entrenador y a quedarnos en el pabellón hasta que no salieran las cosas. Con 28 años no voy a hacer eso. Ahora es a través de conversaciones más asertivas, siempre siendo honestos los dos.
Carolina está ahora mismo en un 60-70% de su mejor versión. Hay muchísimo margen de mejora.
P. Ha dicho Carolina que en el podio lloró porque se veía en el podio de París 2024 y que allí es donde quiere estar.
R. Eso es muy buena noticia, porque si conseguimos conectar esa emoción con ese deseo y esa emoción con un proceso de entrenamiento, es muy probable que ocurra.
P. A París llegará con 30 años. ¿Puede ser un problema?
R. No. Lo normal es ser campeón olímpico antes, pero hay casos en los que lo han sido a los 31-32. En Pekín 2008, Zhang Ning lo fue con 33. Lo que tenemos que hacer es que nos respeten las lesiones.
P. ¿En qué ha hecho más hincapié en esta segunda recuperación?
R. En jugar más inteligente, para que pueda conservar su físico. Tendremos que medir los metros que recorre, y seguramente sean menos que los de antes. A mí me gusta el ajedrez en pista.
P. ¿Cuánto tardará España en volver a tener una Carolina Marín?
R. Mil años. Porque es excepcional. Y no es España, es el mundo. En el mundo no hay otra como ella. Va a ser complicado que caiga en bádminton, igual aparece otra en otro deporte.
P. ¿Por qué se ha desvinculado de la Federación española?
R. Porque necesitaba un cambio, necesitaba tener más libertad, dedicarme a las cosas que verdaderamente me llenan. Ahora estoy feliz y me siento bien y útil y eso se ve reflejado en mi trabajo con Carolina. Además, tuve una propuesta de la Federación francesa que me permitía una total compatibilización con las cosas que me llenan. Es hora de que otros tomen el relevo y empiecen a sacar campeones.
P. ¿De qué se encarga en la Federación francesa?
R. Soy el responsable del desarrollo del proyecto senior. Es una especie de head coach, no entreno a los deportistas, sino al sistema y a los entrenadores. Me ocupo del desarrollo del sistema de análisis tácticos, la monitorización.
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