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Jaxier Sotomayor: “No me da miedo dedicarme al salto de altura, al contrario, me motiva”

El peso y el orgullo de un apellido: entrevista con Javier Sotomayor, plusmarquista mundial de salto de altura y campeón olímpico, y su hijo Jaxier, al que entrena en Guadalajara y que ya es campeón de España sub 16

Carlos Arribas
Javier Sotomayor, con su hijo Jaxier, en la pista de atletismo de Guadalajara.
Javier Sotomayor, con su hijo Jaxier, en la pista de atletismo de Guadalajara.Claudio Alvarez

Javier Sotomayor entrena a su hijo Jaxier, que quiere ser campeón de salto de altura, como su padre. Llueve en Guadalajara. Suspenden la sesión –para un saltador de altura, no hay mayor enemigo que la lluvia—, se cobijan en un callejón, y charlan ante la grabadora del periodista. Nada más verla, Jaxier dice, “una entrevista, ay, qué nervios”. “Me pasa lo mismo antes de competir, siento un nerviosismo… Pero me gusta. Supongo que es la adrenalina que empieza a acumularse y que luego me ayuda a competir mejor”.

Así, compitiendo tan bien que en la final saltó cinco centímetros más alto que lo que nunca había saltado entrenando, ganó Jaxier en marzo el campeonato de España sub 16 en pista cubierta. “En entrenamientos no he pasado de 1,86 metros, pero fui campeón de España con 1,91”, dice. “Y no lo esperaba. En la competencia me sentía muy, muy bien, y se dio”.

Padre e hijo hablan de música e, inevitablemente, discuten. Padre, de Limonar, provincia de Matanzas (Cuba), de mediados del siglo XX, es de salsa, de la Sonora Matancera, de Celia Cruz…; hijo, habanero del siglo XXI, es de reguetón. El padre se indigna, tan ofendido como un obispo ante un blasfemo, un sacrílego; el hijo, erre que erre, se reafirma en la diferencia, la equis contra la uve.

Jaxier. Me encanta la música, pero yo no escucho salsa. Escucho música movidita, reguetón...

Javier. Tú no escuchas música, entonces.

X. ¿No es música el reguetón…? Eso sí es música. Yo salsa no escucho…

J. Pero dime quién es músico en reguetón. Si probablemente ninguno habrá ido al conservatorio, ja, ja, ja. Música es música. Esa gente cantan entre comillas y alguien de atrás le hacen un background y cantan encima de eso.

X. Yo no digo que la salsa no me guste, porque sí la he escuchado, pero no de escucharla todos los días.

J. Es música hecha en una maqueta. No es un verdadero...

X. Pero eso es lo que me gusta. Esa es la que me motiva antes de competir. Y me gustan muchos, de Puerto Rico, dominicanos, colombianos, cubanos… Son todos del Caribe.

J. Para hacer salsa de verdad hay que saber de música. Para ser reguetonero no es necesario saber de música. Un director de reguetón puede saber algo de música, pero uno de salsa tiene que saberlo de verdad, qué instrumento desafinó, qué coro desafinó... Todas esas cosas.

Pregunta. El ritmo de los pasos del saltador hacia el listón, tan sincopado, ¿es más salsa o más reguetón?

J. Reguetón, reguetón... En eso sí que es reguetón, sí, sí, sí. El ritmo sí es. El reguetón tiene ritmo, no estoy diciendo que no. Tiene ritmo y mucho. Pero estamos hablando de música, no de ritmo…

X. Ahí gano yo, eh, ahí gano yo. Siguiente pregunta, paso palabra.

La pregunta lanzada al aire resuelve la disputa y centra de nuevo a los discutidores en lo que más les une, aparte de la sangre, o gracias a la sangre y los genes, el salto de altura.

Jaxier cierra la pelea dialéctica y después se presenta: “Nací en La Habana en diciembre de 2007 y vivo en Guadalajara con mis padres y hermanos. Estoy en segundo de ESO. Soy campeón de España bajo techo y aspiro a serlo también al aire libre”.

“Empezó en Cuba a hacer atletismo”, interrumpe el padre, “y, como yo, como todos en Cuba, a esta edad se hacen varias disciplinas, y de esa disciplina, la mejor que tú hagas es en la que te especializas. Gracias a eso fui yo saltador. Y él, consiguientemente, ha seguido la disciplina. No puedes engañar a los genes. Tenemos doble nacionalidad. Compite en España, pero no por España, todavía. Hasta que no compita internacionalmente, todavía tiene la posibilidad de elegir, y todavía no ha elegido, no, no. Tiene más libertad de elegir. De momento, no, pero ya pronto tendrá que decidir”.

X. Mido 1,81m.

J. Y llegará a medir entre 1,92m, 1,94m, como yo. La estatura buena para la altura. Con 1,90 ya tienes estatura idónea. Debe seguir creciendo.

Para entrar en el Museo Olímpico que el COI fundó en Lausana hay que atravesar un gran jardín, subir varios tramos de escaleras flanqueados por esculturas de mármol de grandes atletas, Paavo Nurmi, Emil Zatopek…, y, ya ante la puerta de cristal, pasar por debajo de un listón que cuelga, sujetado por dos postes, a 2,45 metros de altura. Una placa fijada en uno de los postes explica que esa es la altura que superó Javier Sotomayor en Salamanca el 27 de julio de 1993, más que nadie en la historia, récord del mundo aún.

245 son los tres dígitos con los que el príncipe de Limonar acompaña a su nombre en las redes y en las agendas de teléfonos, y 2.45 se llama el restaurante que el campeón olímpico de Barcelona 92, y seis veces campeón mundial, ha abierto en La Habana, con escenario para actuaciones musicales y pista de baile.

J. El bar, de momento, va bien. En La Habana es de los lugares más elegidos por la gente, aunque llevamos dos años con una situación económica bien complicada. Estos dos años desde que empezó la pandemia hasta la actualidad han sido los dos peores años nuestros.

X. Miedo no me da dedicarme a lo mismo que mi padre, el mejor de la historia. Miedo, no, al contrario, me motiva.

P. Se supone que si su padre acepta alguna vez que alguien salte más de 2,45 metros, preferirá que ese sea su hijo. Ya toca, ¿no? Casi 30 años ahí, arriba del todo. En 10 es su turno para heredar…

X. Espero que mi padre piense eso, jajajaja. Yo espero que piense eso. Ojalá, ojalá.

J. Le puse Jaxier porque ya tengo un hijo mayor Javier, y por no repetir. Que sean parecidos pero no iguales. Y su hermano pequeño es Jadier. Tiene ocho años y también hace atletismo aquí, en Guadalajara, en la escuela que lleva Luis Felipe Méliz.

X. Me gusta el nombre, me gusta, pero la mayoría de las veces me llaman Javier pensando que Jaxier es una errata y les tengo que recordar a todos que yo no me llamo Javier.

Y cuando Sotomayor padre viaja a Cuba, una semana cada par de meses, es Méliz quien entrena también a Jaxier. Méliz, cubano de nacimiento, español como atleta, medalla de plata en salto de longitud en los Europeos de 2012, es otro de los técnicos de la isla caribeña, como el más conocido Iván Pedroso, el entrenador de Peleteiro y Yulimar Rojas, que han convertido a la capital alcarreña en una little Habana que atrae a atletas de todo el mundo.

X. Me gusta mucho Guadalajara. Mucho cubano aquí. Me siento como en casa. Somos amigos con Jordan Díaz, el saltador de triple. Vivimos todos cerca de aquí, del estadio.

J. Hoy en día hay más grandes atletas que son buenos entrenadores porque son más los que se dedican, lo que pasa es que antes eran muy pocos. Antes no era así, antes lo hacían los que no se destacaban de verdad, los otros cuando se retiraban se dedicaban a sus negocios. En Cuba es así, las mayoría de entrenadores fueron grandes atletas. Un 90 por ciento. También creo que ayuda un poco la experiencia a la hora de trasladar cómo tú lo hacías. Lo que tú hiciste, que al público le parecía fácil. Ninguno de los movimientos que yo hice ni ningún salto fue fácil. Aparentemente a la vista de las personas puedo haber lucido así.

X. Ha pasado, ha pasado, que no me salgan a la primera cosas que a él le parecen fáciles, gestos técnicos…

J. A veces lo machaco un poco, por eso…

X. A veces hace comparaciones muy, muy, muy innecesarias. Es que se compara conmigo cuando él tenía 16 años y ya era una bestia que saltaba 2,33m... Y todavía tengo 14 y estoy aprendiendo, y se compara... Muy loco, ¿eh? El apellido, al comienzo, sí, pesaba mucho. Iba a las competencias pensando que tenía que hacerlo bien obligado por mi padre, pero ya con el tiempo me he ido acostumbrando y como que... A veces sí se siente. Pero que me comparen con mi padre, uff, me hace madurar, pero para bien. De él me gusta sobre todo, y siempre lo digo, su originalidad. Siempre intentaba hacer cosas nuevas solo de él, y eso me llama la atención. Y me obliga a mí, claro, claro. Aunque yo no soy original, porque lo copio a él bastante.

J. Jeje. Con 14, su edad ahora, yo saltaba ya 2 metros...

X. Estoy a nueve centímetros, eh, falta poquito. Entrenando, lo máximo que he saltado es 1,86m.

J. Es importante eso, superarse en competición, no ser campeón en entrenamientos. Es importante.

X. De lo que no discuto con mi padre es de fútbol. ¡Hala Madrid! ¡Hala Madrid! Soy del Madrid también, como mi padre, pero no es obligado, no es porque sea mi padre, eso es lo que yo siento.

J. Es una coincidencia que todos mis hijos sean del Madrid, a ninguno le he inculcado.

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Sobre la firma

Carlos Arribas
Periodista de EL PAÍS desde 1990. Cubre regularmente los Juegos Olímpicos, las principales competiciones de ciclismo y atletismo y las noticias de dopaje.

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