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Yulimar Rojas bate el récord del mundo de triple salto

La venezolana, en su último intento, alcanza los 15,74 metros, mejora los 15,67 de los Juegos de Tokio y gana el oro en los Mundiales de pista cubierta de Belgrado

Yulimar Rojas triple salto
Yulimar Rojas celebra el récord del mundo en los Mundiales de pista cubierta en Belgrado.ANDREJ ISAKOVIC (AFP)
Carlos Arribas

Llega a la zona mixta Yulimar Rojas, sin bandera, body vino tinto, tan alta, tan feliz, y dice, “ay, no me lo puedo creer…” Y ríe la venezolana, consciente, quizás, de la boutade, pues batir un récord del mundo y ganar un Mundial, o un oro olímpico, se ha convertido para ella, para la mejor de la historia, en una rutina, en febrero, en marzo o en agosto, al aire libre o en pista cubierta, en Tokio o en Belgrado, donde, en la final del Mundial, ha dejado el récord del mundo de triple salto en 15,74 metros, y a la segunda clasificada, la ucrania Maryna Bekh-Romanchuk, a un metro, un mundo, otro mundo.

Y a quién le pregunta si ya pensaba que su atleta batiría el récord del mundo en Belgrado, su entrenador, Iván Pedroso, cubano, nueve veces campeón del mundo de longitud, una vez campeón olímpico, y una frustración, no haber podido con los 8,90m del récord de Bob Beamon ni con los 8,95m de Mike Powell, y haber tenido potencial para hacerlo, responde: “¿Pero cómo? ¿No viste cómo saltó 15,41m en Madrid hace 20 días? ¿No viste lo afinada que estaba ya?”.

“Venía con gran momento de forma”, asiente Rojas, ya más formal. “Sabía que podía lograr algo aquí. Grandes sensaciones. Desde hace dos o tres días estaba muy bien, estaba entrenando, muy enfocada, focalizada en este Mundial porque sabía cómo estaba y no quería dejar pasar esta oportunidad de poder conquistar esta marca tan estratosférica, tan grande, tan maravillosa, y más aún poder conquistar mi tercer título bajo techo”.

Quíntuple campeona mundial (dos veces al aire libre, 2017 y 2019), tres veces en pista cubierta (2016, 2018 y 2022, y no en 2020 porque no hubo, porque lo borró la pandemia). Tres récords del mundo en su cartilla. Uno, el primero, 15,43m (Madrid, febrero del 20), solo válido para la pista cubierta; los otros dos, los 15,7m del oro de Tokio, y el último, los 15,74m del oro de Belgrado, absolutos, máximos. Todos, los tres, conseguidos en el sexto salto, el último, de las competiciones, cuando todas las piezas están ajustadas, cuando en el segundo bote, el paso, la pierna se alarga, sin perder velocidad, casi hasta el borde del foso de arena, cuando vuela sobre ella.

Este es su mundo. Una concentración constante. Una mirada siempre a su Iván Pedroso, atento en la banda, mirada analítica, severa, consejo firme. La técnica, la técnica. Olvídate del mundo. Ella no se olvida. El mundo, el público, el ruido, es su vida, su alimento. Al final del pasillo, antes de comenzar la visualización de su carrera, de elevar las rodillas en ángulo recto y dejarlas caer con un saltito, se vuelve al público y empieza a dar palmas con los brazos en alto, y el sistema de sonido del pabellón responde con un boom al ritmo de sus palmadas, y el público sigue, y ella corre lanzada, marca 11 impulsos y, ale hop, step, jump, fly, land… Tan fácil todo, tan imposible.

Con el primer salto, 15,19m, mata la competición antes casi de que empezara. Ninguna atleta en el mundo ha superado esa marca desde hace ocho años, desde que la gran colombiana Caterine Ibargüen llegara a 15,31m, su top, en Mónaco. “Con el primer salto sabía que ya era campeona mundial, pero mi momento no había parado. Yo había venido aquí a conquistar el récord mundial y poder hacerlo de gran forma y con una gran marca. Gran día, maravillosa competición”, dice. “No hay sexto salto malo. Todo se puede hacer en el momento perfecto y siempre ocurre en el sexto salto”.

Antes de llegar allí, cuatro saltos más. Un camino de perfección y ambición máxima que se la hace duro. Nulo en el segundo y 15,04m, en el tercero. Frustración y rabia al caer en la arena que ninguna rival entiende. Pero cómo, ¿salta más de 15 metros y se enfada?, podrían pensar todas, las mejores del mundo, y para ellas es casi imposible pensar en 15m, y para Rojas, la niña del ranchito de Pozuelos, en Anzoategui, Venezuela, que se entrena en Guadalajara, 15 metros no es nada… Siete saltos válidos ha sacado este año en las dos competiciones que ha disputado. Seis de ellos han sido por encima de los 15 metros, el sexto, de 14,90m. Su peor salto es mejor que el de cualquiera otra. Tercera fue la jamaicana Kimberly Williams (14,62m) y, octava, en una competición tan densa que las 10 primeras pasaron de los 14m, fue Ana Peleteiro, con 14,30m, su mejor marca del año.

“Es que, imagínate, yo sabía que podía llegar más lejos, pero había gestos técnicos que estaban fallando en todos los saltos, excepto en el segundo, el nulo”, explica. “Pero sé que estaban allí. Yo estaba pensando que no podía irme de Belgrado sin mi récord. No podía terminar esta temporada indoor con 15,41m, no podía dejarlo pasar”.

Pedroso la calma. La recentra. Le habla de las rodillas, de que debe mantenerlas altas. Ella asimila y automáticamente traduce los consejos, los gestos, en movimiento de sus piernas interminables, tan veloces. “Todavía no me he puesto a pensar en cómo salté. Yo sabía que estaba corriendo muy bien, que estaba trabajando técnicamente bien, pero había un detalle que faltaba”, explica la campeona, quizás la mejor atleta del momento en todo el mundo. “Iván quería que solo me preocupara por la técnica y por mantener los péndulos arriba y poder implementar la fuerza en las piernas que necesitaba el salto, y así fue. Y ya siendo campeona del mundo me relajé más todavía y me dije, no tengo nada que perder, voy a por todas, a tratar de hacer lo que me dice mi entrenador, y así ha sido. Ya tendré tiempo de ponerme a ver los videos y observar todo el trabajo técnico que hice en el salto”.

Un cuarto nulo, un quinto largo (15,36m) y un sexto, el sexto nunca es malo, atómico, boom, 15,74m.

Explota Yulimar Rojas, la niña que sigue habiendo en ella, y baila feliz y calcula y reflexiona. “Cinco mundiales, a cuatro de Iván... a cuatro de Iván, no me había puesto a pensar en eso... Ay, socio, lo siento, pero aquí hay Yulimar Rojas para rato, y estoy ya más cerca de él... Cinco mundiales... Imagina… Y a 26 cm de los 16 metros... Más cerca todavía. Hablamos en Tokio, recuerdo, y ya dije que mi meta y mi ilusión es ser la primera mujer en conquistar los 16 metros... Creo que... Me reafirmo más a mí misma que puedo conseguirlo”.

Y de fondo se oye a Pedroso… “Tranquila, tranquila, la meta no son los 16…”, dice. “La meta es mejorar cada día, seguir mejorando la técnica… Y todo llegará”.


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Sobre la firma

Carlos Arribas
Periodista de EL PAÍS desde 1990. Cubre regularmente los Juegos Olímpicos, las principales competiciones de ciclismo y atletismo y las noticias de dopaje.

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